Artículo escrito el 6
de septiembre de 2005
Por José Saramago |
A los políticos, policías y jueces de Argentina yo les
recomendaría una lectura urgente, la de un libro que se llama Los miserables y que ha sido escrito por
un francés cuyo nombre, Victor Hugo, quizá hayan oído alguna vez. Ahí se cuenta
la historia de un hombre que pasó casi toda su vida en la cárcel por haber
robado un pan. Me dirán los políticos, policías y jueces de Argentina que eso
son cosas que sólo pasan en las novelas y que en el país de la Pampa semejante
barbaridad nunca podría ocurrir.
Puede que sí, quién soy yo para dudar de la palabra de
personas tan respetables, unas que hacen las leyes, otras que se encargan de
hacerlas cumplir. Pero si no me equivoco demasiado, están pasando cosas en
Buenos Aires que empiezan a parecerse peligrosamente a las desgracias de Jean
Valjean. Estoy seguro de que si Victor Hugo estuviera vivo, se hubiera
interesado por el caso de Raúl Castells,
preso hasta hace un par de semanas por haber armado una manifestación frente a
McDonald's exigiendo "hamburguesas para todos" (en un país con la
mejor carne del mundo), y por el de Margarita
Meira, presa desde hace ya más de un año por haber protestado frente al
edificio de la Legislatura contra la prohibición de las ventas ambulantes.
Crímenes gravísimos, como se ve.
Yo sé que los políticos, los policías y los jueces en
general, y los de Argentina no son excepción, no tienen a los escritores en
mucha consideración, pero tratándose de Victor Hugo, no de mí que soy un pobre
diablo, quizá sean capaces de preguntarse unos a otros qué es lo que están
haciendo. Y quizá llegar a la conclusión que para Jean Valjean ya basta, no
vaya a ser que un escritor argentino escriba la versión argentina de Los miserables. Protagonistas ya los
tiene: se llaman Margarita Meira y Raúl Castells. Por favor, señores, por
favor.
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