La ambigüedad de un mundo desconocido pero real. |
Foto: Alberto
García-Alix
Alberto García-Alix
(n. León, 1956) es un fotógrafo español. Premio Nacional de Fotografía en 1999,
García-Alix expuso por primera vez en la Galería Buades en 1981.
Las instantáneas de García-Alix
son siempre directas y frontales, tanto que el propio autor define su trabajo
como el de un boxeador que golpea con imágenes al espectador. Su trabajo,
siempre en 6x6 o 35mm y en blanco y negro, son en su mayor parte retratos de
personas y fotos de objetos con posiciones de gran carga narrativa. Sus
personajes, desnudos o vestidos, son prostitutas, presidiarios y estrellas del
porno, gente de la calle de las cuales el artista quiere mostrar su sensibilidad
y humanidad.
Sus putas y drogadictos plasman vivencias propias y ajenas
que para la mayoría de los espectadores resultan expresiones de un mundo
desconocido. La obra de Alix tiene
la melancolía inevitable en un artista que sigue vivo a pesar de los virus y
las adicciones. El mismo reconoce que la heroína y la hepatitis C fueron dos
grandes enemigas que sin embargo le dejaron el pozo de sabiduría necesario para
construir que son “una puerta a la vida y a la conciencia de la realidad”. Y
aunque la fotografía no puede “salvar a nadie”, desde los años 70 ha sido para
él un camino abierto hacia la comunicación y el conocimiento. Las motos Harley
Davidson, los tatuajes, la música y la noche han sido sus musas de inspiración.
Aunque la obra de García-Alix
no está marcada por aportaciones innovativas en el terreno
conceptual-creativo de la fotografía su valor radica más allá del mero
tratamiento superficial artesano de la fotografía, lo cual pueden y hacen
cotidianamente cientos de fotógrafos y diseñadores con la fotografía, sino la
calidad unida a la acción de captar, retratar y presentar a los individuos de
su ambiente y su entorno. Es el cuerpo de su obra, su intención claramente
definida en desenmascarar el mundo que lo rodea y mostrarlo. Lo grotesco y lo
feo tal como aparecen en muchas de las vistas fotografiadas por García-Alix representan ambigüedad y
cambio. No es posible permanecer estáticos mentalmente ante estas
representaciones que confrontan al espectador, que muestran rincones
descarnados de humanidad, deseo, placer y descaro. Las imágenes movilizan las
energías sociales empujando la apertura y la honestidad de la existencia.
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