Sophie Germain (Monsieur Le Blanc): la lucha contra el prejuicio a través de la nobleza, el coraje y la sabiduría. |
Por Juan Carlos Pedraza
Que en plena Revolución Francesa una mujer se hiciera pasar
por un hombre para poder estudiar matemáticas, puede ser una buena idea para
una novela o un guión de cine, aunque poco novedosa: Aquiles pasó por doncella
para zafar de la guerra y Barbra Streisand se disfrazó de hombre para estudiar
el Talmud en la película Yentl.
Pero no es cuento.
En 1776, mientras los Estados Unidos declaraban su
independencia, se creaba el Virreinato del Río de la Plata y Francia gestaba
una de las revoluciones cruciales de la historia, nacía en París una niña a la
que el matrimonio Germain llamó Sophie. Pronto mostró su interés por la
matemática. Dicen sus biógrafos que lo que definió su vocación fue la historia
de Arquímedes, asesinado en Siracusa (en la actual Sicilia) por un soldado
romano por no querer abandonar el problema en el que estaba pensando.
Su interés por la matemática preocupó a su padre que intentó
persuadirla de que abandonara esos hábitos “poco
femeninos”.
En 1794 se creó la Escuela Politécnica en París: un lugar
ideal para que Sophie desarrollara su talento. Pero era solo para hombres. Tal
vez piense como lo hice yo, que la Revolución subsanó esta ignominia
rápidamente... La prohibición perduró hasta 1972.
Sophie no se desanimó. Asumió la identidad de Monsieur Le
Blanc un alumno que había abandonado Paris sin comunicárselo a la Escuela. Ésta
continuó imprimiendo para Le Blanc problemas que Sophie recibía y entregaba
resueltos bajo esa falsa identidad. Todo fue de maravillas durante un tiempo
hasta que el profesor del curso tomó nota de las ingeniosas respuestas de Le
Blanc. Lo citó y Sophie tuvo que revelar su verdadera identidad. El profesor
era Joseph Lagrange, uno de los grandes del siglo XVIII, que quedó encantado
con la joven matemática.
Este punto es crucial en esta historia porque marca la
presencia del maestro en la detección de talentos. Decía Luis Santaló que
detectar y estimular los talentos matemáticos (sean del sexo que sean me
permito agregar) es tarea fundamental de la escuela.
Sophie se dedicó a un problema famoso: el último Teorema de
Fermat, formulado en 1637 y resuelto en 1995 después de 358 años de creación
matemática alrededor del mismo. Sophie fue un eslabón importante de esa
creación.
Cuando todavía era Le Blanc, se carteaba con Gauss (el
Príncipe de las Matemáticas). Gauss supo la verdadera identidad de Le Blanc y
escribió:
"Cuando una mujer, debido a nuestras costumbres y
prejuicios, encuentra obstáculos infinitamente mayores que los hombres y sin
embargo supera estas trabas, entonces tiene el más noble coraje, un talento
extraordinario y un genio superior".
En 1806 Napoleón invadió Prusia, patria de Gauss. Sophie
temió que la historia de Arquímedes se repitiera con el matemático alemán. Usó
su amistad con el general francés a cargo de la invasión para que la vida de
Gauss fuera protegida. Con este gesto realizó una contribución inestimable a la
humanidad.
Por sus aportes a la teoría de la elasticidad recibió un
premio de la Academia de Ciencias de Francia aunque nunca fue admitida como
miembro por ser mujer.
Cuando la Torre Eiffel fue erigida en 1889 los ingenieros
tuvieron que prestar atención a la elasticidad de los materiales utilizados. En
sus frisos se leen los nombres de 72 sabios franceses: todos varones. No figura
Sophie Germain, que tanto contribuyó para que el emblema de Paris siga de pie.
Murió a los 55 años. Su certificado de defunción reza: mujer
soltera sin profesión y sintetiza lo que la sociedad pensaba de una mujer
dedicada a la ciencia.
Pensé aliviado que estas cosas pasaban hace 340 años. Busqué
datos del Conicet y encontré que mientras en la base de la carrera de
Investigador (Asistente) las mujeres son el 58%, en la categoría máxima
(Investigador Superior) son solo el 25%. Estos datos son del 2014 y es justo
decir que son mejores que los de años anteriores. En matemáticas, hubo que
esperar hasta 2011 para que se nombrara a la primera mujer en el cargo de
Investigadora Superior.
Pareciera que tenemos un problema que tiene más años que los
más complejos de la matemática. Vuelvo a citar al maestro Santaló:
"Desconocer el lenguaje a que aspiran las ciencias y
usan las técnicas, es encerrarse en una manera de analfabetismo que un país
civilizado no puede tolerar. Aquí el precio de la incuria es la dependencia, la
pérdida de soberanía".
0 comments :
Publicar un comentario