Donald Trump saluda a Hillary Clinton antes de que se inicie el segundo debate previo a las presidenciales. (Foto: The New York Times) |
Por Alexander Burns
Con la campaña de Donald Trump en plena crisis, el segundo
debate presidencial prometía un enfrentamiento de grandes proporciones: un
cataclismo, un encuentro decisivo entre un candidato, Donald Trump, atento y
agresivo, y otra candidata, Hillary Clinton, que poco a poco se consolida en
primera posición.
La confrontación ofrecida al público no estuvo a la altura
de lo que se esperaba. Clinton y Trump ventilaron sus diferencias durante una
hora y media que resultó reveladora. Aquí están algunos de los mejores
momentos:
— Clinton resistió la
embestida atómica
Trump amenazaba hace tiempo con atacar a Clinton con las
infidelidades de su marido y la ha acusado de permitir las transgresiones de
Bill Clinton pero nunca había dicho esas cosas frente a ella, cara a cara.
Durante el debate, cruzó esa línea. Sostuvo que la candidata
demócrata había intimidado a las mujeres que habían acusado a su marido de
agresión. Trump le dijo que “debería estar avergonzada de sí misma”.
Al final, una acusación que durante mucho tiempo se ha visto
como potencialmente incendiaria solo se prolongó varios minutos. Clinton
decidió no contraatacar y adoptó la vía menos arriesgada, la de defenderse con
el argumento de que Trump dice falsedades y citar, al mismo tiempo, a Michelle
Obama: “Cuando ellos caen bajo, tú emprendes vuelo”.
— Trump no resolvió
ninguno de sus problemas
Trump llegó al debate como el candidato presidencial más
impopular en la historia de las encuestas. La mayor parte de los votantes lo ve
tendencioso y condicionado contra minorías y mujeres. Tampoco creen que tenga
el temperamento necesario para ser comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Cambiar esa percepción ha sido una de sus tareas más difíciles durante la
carrera presidencial –lo ha sido durante meses– y es poco probable que lo
lograra durante el debate.
No expresó ningún tipo de arrepentimiento por casi ninguna
de las cosas que ha dicho y hecho que lo han separado de los votantes, desde
denigrar a un juez federal por motivos raciales a reírse de la discapacidad de
un reportero. La única excepción fue la breve excusa pedida por hablar términos
muy crudos sobre la agresión sexual en una grabación de 2005. Trump dijo que se
arrepentía de sus comentarios pero los definió como una “conversación entre
amigos”.
Si bien Trump se tranquilizó a medida que el debate
avanzaba, nunca mostró un aspecto de sí mismo que pudiera sorprender a los
votantes y que ayudara a cambiar la percepción tan negativa que existe sobre
él.
— Trump empeoró
alguno de los problemas que tiene
A la defensiva casi todo el tiempo, amplió su vulnerabilidad
política con comentarios fuera de tono y de mal criterio. Cuando se le criticó
por ofender a una antigua Miss Universo, Trump dijo que “no es ninguna santa” y
negó haberle pedido a la gente que viera un “video de contenido sexual” aunque
eso es exactamente lo que hizo en Twitter. También contradijo de manera
evidente a su compañero de fórmula, Mike Pence, gobernador de Indiana, en su
enfoque sobre Siria. Sus opositores lo acusan de estar demasiado cercano a
dictadores extranjeros y de aspirar a poderes más allá de los permitidos en la
constitución. Trump dijo abiertamente que si fuera presidente, Clinton acabaría
tras las rejas.
También admitió en respuesta a una pregunta directa que
había utilizado una gran pérdida económica en sus empresas en la década de los
noventa para evitar pagar el impuesto federal sobre la renta. Clinton le ha
acusado de esto en numerosas ocasiones. Trump lo ha confirmado.
— Clinton no
improvisó
Clinton no interrumpió a su opositor ni lanzó ataques por
sorpresa. Clinton se limitó a seguir con su misma línea de argumentación,
diciendo que Trump no está preparado para ser presidente y describió su
candidatura como una construida a partir del odio. “Le debe disculpas al país”,
dijo.
La candidata tampoco logró crear tensión a su favor y
tampoco un momento decisivo, de aquellos que dominan las noticias por unos
días. En un comentario extraño y un poco alejado de su estilo, dijo que la
campaña de Trump estaba a punto de explotar, un comentario que muchos
republicanos podrían discutir.
Pero para los republicanos que temían que la noche terminara
en una gran humillación para Trump, el enfoque cauto de Clinton es algo que les
permite respirar en paz.
— Trump no va a
ningún lado
Su enfoque desafiante puede no ser un elemento estable para
su candidatura pero sirve para terminar con las especulaciones sobre su salida
de la carrera por la presidencia. Cuando docenas de altos cargos republicanos
están abandonándolo, ha ignorado las peticiones para que se retire y el apoyo
de su núcleo de seguidores más firme está donde estaba.
Su retórica sigue repleta de palabras clave que le llegan a
la base de su partido: Bengasi, Sidney Blumenthal, deplorable, islam radical.
Y Pence, de quien se sabe que escucha cantos de sirena para
sustituir a Trump como candidato, sigue apoyándole. Tras el debate escribió en
su cuenta de Twitter que habían ganado el encuentro y dijo que estaba orgulloso
de estar al lado de Trump.
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