Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
Ahora que finalmente tiene dos honoris causa para que
quienes le digan doctora no cometan ningún pecado, Cris dice que quiere ayudar
a volver al Poder. Al ver que en el listado de dirigentes que aún la acompañan
se destacan próceres del tipeo en mayúscula y conferencias imposibles como Luis
D’Elía, Amado Boudou o Fernando Esteche, muchos quieren que vuelva ella solita.
Y como no hay ni siquiera un aparato y el PJ está en cosas más importantes como
sobrevivir al kirchnerismo, surge nuevamente el concepto frentista.
En sus cuentas personales, Cristina nos pidió que tengamos
en cuenta que “el rol que desempeña esta mujer argentina va a estar orientado
única y exclusivamente a lograr la conformación y construcción de una nueva
mayoría que le permita a los argentinos volver a tener un gobierno que los
represente en sus intereses, en sus esperanzas, en sus ilusiones, en sus
ideas”. Respecto del Frente, Cristina asumió el compromiso de “no tener una
sola actitud, una sola decisión que obstaculice la construcción” del mismo,
que, según ella, “es lo más importante” que le resta hacer. Si tenemos en
cuenta que dentro del Frente para la Victoria estaban el Partido Comunista, el
Partido Humanista, el Socialismo para la Victoria, el Partido Intransigente y
Nuevo Encuentro, y todos la vieron desde el patio de las palmeras, confiar es
de boludos.
La ambición, está; otra cosa es el plan de acción para
cumplir con ese anhelo, pero lo intentan y ya elaboraron un plan superador al
Frente para la Victoria: un Frente sin nombre. Al menos así es lo que pretende
Carta Abierta en su somnífera última carta, al proponer un Frente “cuyo nombre
surgirá de las luchas sociales y de los acuerdos políticos de todos los que se
nieguen a ser cómplices de la destrucción de las fuentes de vitalidad histórica
de un país”.
Es imposible que no llame la atención la convivencia de
términos como “destrucción” y “complicidad” en boca de quienes han defendido
políticas que, casualmente, destruyeron de lo lindo esas fuentes de vitalidad
de un país. Porque, convengamos, pasar del autoabastecimiento exportador
hidrocarburífero a la importación y limitación del consumo en menos de un año
desde la implementación de retenciones en 2004, es un mérito que califica para
competir por algún récord Guinness.
El Frente Anónimo que proponen los coleccionistas de
sinónimos de Carta Abierta “puede y debe venir en rescate de una sociedad
humillada y defraudada a través de lo que está siendo una de las operaciones de
captura del poder político mejor preparadas por esas alquimias especializadas
en vulnerar las raíces mismas de la vida política”. Toda una definición que
demuestra el principal problema de estos muchachos: nadie los entiende y todo
hace suponer que ni intenciones tienen de que alguien los comprenda.
Lo curioso es que lo mismo ocurría con los discursos de
Cris, donde un montón de personas se juntaban a aplaudir explicaciones
filosóficas de la coyuntura macroeconómica internacional en Villa Palito. Nadie
la entendía, pero a Cris le copaba la onda.
En un ejercicio de memoria selectiva digno de aplaudir,
Carta Abierta criticó “el ignoto colectivo con el que Macri atraviesa
sucintamente las penumbras de Villa Turdera”. Luego, como quien no quiere la
cosa, se mofó de que “Macri toca el timbre al vecino, le ceba mate a un
jubilado sobre un mantel de hule, visita barriadas con casas sin revoque,
mientras piensa si le conviene o no encarcelar a Cristina”. Es curioso el
desprecio que tienen por el tipo de menor poder adquisitivo, a quien ponen una
y otra vez de ejemplo a lo largo de las 24 carillas –las conté– que tiene el
infumable texto de los intelectuales. El mismo drama de siempre proveniente de
tipos que de Jauretche leyeron lo que les conviene y se saltaron esa crítica
brutal que el pensador hacía sobre los intelectuales que aplicaban la
“inteligentzia”, a quienes acusaba de narcisistas para luego llamar a evitar la
redacción de “alegatos para ganar bellas polémicas”.
No entienden un cazzo y por eso tratan de víctimas
inconscientes a quienes cometen el pecado de ser pobres y de no saber lo que
quieren. Y así andan por la vida, tirando que los del gobierno “esponjosamente,
sobre los restos políticos desarticulados de anteriores tradiciones colectivas,
pues su nota característica es un meditado y marketinizado desprejuicio, forjan
ventosas absorbentes para mimetizarse con el habla popular más espontánea, con
claves inmediatas tomadas del caldero comunicacional o del espontaneísmo del
habla social subterránea”. Podrían haber sintetizado la crítica en que el
macrismo engaña por hablar sencillo, pero tenían que mostrar qué tanto
estudiaron. Y después se sorprenden al afirmar que “nunca se había visto algo
así: llegar a que las poblaciones tolerasen esto es el misterio a desentrañar”.
No hay demasiado que desentrañar, muchachos: hubieran choreado menos.
Tantos años de estudio para no haber entendido nunca que el
lector nos presta su atención durante el tiempo que le lleve leer el primer
párrafo. A partir de allí, queda en poder del comunicador lograr un “insert
coin” luego de cada renglón. Obviamente, son muy pocos quienes se quedan
enganchados con un texto que, por si fuera poco, los desprecia, los trata de
ignorantes y los reduce a mascotas que viven al margen de lo que el ser humano
desea. Y eso es una constante en la carta de estos militantes de la solicitada
perpetua.
Del otro lado esta la pretendida hacedora del Frente N.N.
quien afirma que “nunca se nos ocurrió poner helicópteros ploteados o autos que
no entregábamos” y que “gobernar es más que una puesta en escena, dejen la
puesta en escena para los actores”. Hay que reconocer que la ex Presi conserva
el nulo sentido de la oportunidad intacto al hablar de actores justo en estos
días. En cuanto a las puestas en escena y cosas por el estilo podemos hacer el
esfuerzo de recordar que inauguraron cinco veces el hospital de Ciudad Evita,
por lo que al menos cuatro de ellas fueron falsas. También anunciaron catorce
veces –sí, catorce– la construcción de las represas Cepernic-Kirchner en Santa
Cruz, y ahí la efectividad del verso subió al 100%. Y ya que estamos en esto de
pintar cosas, podríamos recordar cuando los organismos de control del
transporte dieron el visto bueno a las renovaciones de los coches del
Sarmiento, las cuales consistieron básicamente en pintar chapa oxidada, como
pudimos comprobar recién el 22 de febrero de 2012.
Al ver estas cosas, caemos en que el mayor de los problemas
institucionales de hoy es que no hay oposición. Es un contratiempo incluso para
quienes votaron a la actual gestión, dado que el equilibrio de una oposición
seria hace que se puedan evitar cagadas al tener que negociar hasta para la
aprobación del gasto en sobres de edulcorante para las reuniones. Y hoy la
oposición se divide en distintos polos de atracción que consisten en una
oposición amiga que cuestiona lo que le conviene y propone cosas gloriosas como
una ley de cupo femenino al 50% reventando todo resorte de mérito y capacidad,
y otra oposición combativa que no tiene ni la más mínima autoridad moral para
criticar absolutamente nada.
Por ejemplo: la logia cocoon continúa su carta abierta con
una oración tan larga que mezcla conceptos difíciles de aunar: ahora tenemos
reuniones de gabinete, pero las mismas son un exhibicionismo que tiene rasgos
represivos –les dije que son largas– y que, en cambio, antes, aquella oradora…
Bueno, larguísimo. Todo para redondear que el comportamiento del actual
gobierno es “espasmódico” al avanzar y cambiar sobre la marcha. Algo que el
kirchnerismo nunca hizo, no señor. Ni cuando Néstor y Cristina dejaron de cenar
cada jueves con Héctor Magnetto en la Quinta de Olivos para pasar a la guerra
civil-mediática, ni cuando dieron la opción a los trabajadores para que
decidieran si querían que sus fondos quedaran en manos del Estado o continuaran
en poder de las AFJP para que tres años después fueran estatizados, ni cuando
pasaron de fustigar, ningunear y agredir al Cardenal Jorge Bergoglio para
terminar peregrinando a la Unidad Básica de Santa Marta.
Es interesante, también, cómo se mofan de los supuestos
desconocimientos en materia de historia internacional del ingeniero que preside
el país, y las puestas en escena por el mundo, cuando no somos pocos los que
recordamos a Néstor Kirchner haciendo de negociador para la liberación de
rehenes de las FARC en Colombia hace casi una década con los grandes resultados
que dio, o a Cristina, ya consagrada Presidente, manifestándose por las calles
de París por la liberación de Ingrid Betancourt en Sudamérica. O cómo olvidar
al pacifista Héctor Timerman y el operativo fotográfico que lo mostraba
empuñando un alicate libertador sobre las valijas del colonialismo imperial
cuando se puso a revisar el equipaje de un avión norteamericano que Argentina
había autorizado poco antes. Aún recuerdo a Timerman reventando a llamadas los
celulares que rodeaban a Cristina para preguntarle si se manifestaba contra los
atentados en París, o se solidarizaba con los pobres terroristas abatidos, o se
pedía un croissant y se hacía el boludo. ¿Qué hizo? Dijo que estuvo en una
marcha que no vio ni con el drone de Infobae.
Sin que se les caiga la dentadura, los muchachos de Carta
Abierta afirman que es necesario en Colombia “un acuerdo de paz serio sin el
predominio de las derechas belicosas”. O en sus locas, locas cabecitas, FARC
son las siglas de Fábrica de Abrazos, Risas y Carcajadas, o, apelando al
conocimiento que dicen tener de las situaciones de cualquier época en cualquier
lugar del orbe, piden que las FARC obtengan en un escritorio la victoria que
luego de 52 años no pudieron lograr por los fusiles.
Volviendo al ámbito nacional, ese que supuestamente conocen
en profundidad, las senilidades de los propulsores del Frente Natalia Natalia
llegaron a extremos tales como criticar el derrame de cianuro en las mineras,
del cual dijeron que es “más que antes”. Porque esto de hacerse el boludo será
un deporte nacional, pero confesar que sabías que derramaban y te callaste la
boca, es bien, pero bien de turro.
Sí hay que reconocerles la crítica constructiva cuando
sostienen que debía continuarse con la política de viviendas en manos de
organismo de derechos humanos, con los hermosos resultados a la vista que nos
dejaron Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender, o los manejos de la obra pública
en poder de “ex funcionarios que, servicios de inteligencia mediante,
deshonraron sus cargos”. No se entiende si chorearon o los obligaron a chorear,
pero los delitos “son cosas a perfeccionar”. Al ver cómo fue agarrado José
López con nueve palos encima, lo único que le faltaba perfeccionar era poner un
portón automático en el convento de General Rodríguez.
No deja de sorprender la crítica hacia el “panóptico
patronal” que afirman que utiliza la actual gestión para determinar no sé qué
cosa sobre los trabajadores. Curiosidad extrema: es casualmente el panóptico
intelectual ese en el que están montados, viendo desde arriba cómo creen que
funcionan las cosas, sin haber tenido que levantarse nunca en la puta vida para
ir a trabajar por dos mangos cuando al sol todavía le faltaba un par de horas
para asomar. El flagelo de toda la vida de la izquierda ilustrada: decir qué es
lo que quieren personas a las que ven bien de lejos, personas que nunca los
votaron, ni los votarían.
Porque cuando un intelectual pide la constitución de un
Frente, en realidad busca el refugio de lo anónimo –no sería mala idea para el
nombre–, del mismo modo que publica sus cartas, sus solicitadas, con su firma
diluida entre otras tantas, no vaya a ser cosa que sea el único responsable de
sus dichos. Aman los frentes porque son incapaces de ganar un espacio de poder
dentro de un sistema partidista. Y la Constitución Argentina, mal que les pese
a la cofradía de la firma colectiva, dice en su artículo 38 que “los partidos
políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático”. No, los
frentes, no: los partidos.
Me gustaría que también lo entendieran los políticos: todo
muy lindo con el diálogo y la convivencia, pero el camino es para el otro lado.
Que los partidos vuelvan a funcionar como partidos es vital. Que se maten entre
ellos por definir qué nos ofrecen, que lo definan puertas para adentro con
todos sus afiliados, dirigentes y personas interesadas, y que nos traigan una
plataforma, un candidato. Esto de tener que elegir en cada elección lo que sus
incapacidades narcisistas y egocéntricas no pudieron, o cuál peronista nos cae
más simpático, o quien tiene los mejores aliados, agota al votante, agota las
esperanzas de un país normal y, fundamentalmente, agota al sistema que no está
diseñado para que nunca se sepa cómo piensan repartirse los cargos, o qué
piensa cada uno de los legisladores o ministros convertidos en la pata
peronista, la pata radical, o la pata y muslo socialista.
Por último, a los muchachos de Carta Abierta: no hace falta
que agradezcan que alguien les haya leído y comentado el texto. Con la humildad
suficiente de quien reconoce no tener la cantidad de títulos universitarios que
ustedes han coleccionado, les sugiero pudorosamente que mejoren la puntería.
Tienen un ministro de medio ambiente –quizá el que más conocimiento científico
debería ostentar– proponiendo el rezo como plan estratégico para paliar los
eventuales incendios forestales del verano. Tienen un ministro de
telecomunicaciones que se comunica a través del telégrafo y a la Oficina
Anticorrupción en manos de quienes creen que están para asesorar a ministros
antes que para partirlos al medio. Tienen funcionarios de seguridad nacionales,
porteños y bonaerenses cuyo único logro en materia de lucha contra el delito
fue vestir a la nueva policía con uniformes del La Salle de Flores para que
nunca nadie los reconozca a simple vista. Incluso podrían analizar y criticar
el plan educativo, que de eso sí entienden. Ver a personas que no creen en la
economía de mercado criticar las políticas de una economía de mercado, es
difícil: Son los ateos que critican a Dios por las plagas.
Quedará para otro insomnio analizar por qué creen que lo
único popular es la izquierda, si nunca ganaron una elección sin refugiarse
tras un partido bien derechoso que se presentó como Frente.
Giovedi. Tampoco se acuerdan que tuvieron tan poco peso en
el gobierno anterior que apoyaron al candidato que Cristina bajó. Que les vaya
bien apoyándola de nuevo.
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