Por Carlos Ares (*) |
Gracias!, por comunicarse con la realidad argentina. Si
habla inglés o cualquier idioma y trae para poner y dejar, bienvenido, puede
elegir por quién quiere ser atendido. Marque uno para Messi, dos para el
Presidente, tres para el ministro de Economía, cuatro para Pampita y cinco para
Oyarbide. Si no le convence ninguno, marque cero y Belén Francese le
improvisará rimas con su apellido mientras se decide. Si sólo es uno de los
trece millones de pobres, aguante. Todos nuestros representantes están
ocupados. Lo dejamos en espera: “Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que
traidor/ Ignorante sabio o chorro/ generoso o estafador”.
Todos nuestros representantes siguen ocupados en arrojarse
culpas. Hace cuatro o cinco años, la revista Barcelona resumió en un título los
logros del “modelo” nacional y popular: “La distribución de la riqueza ya se
hizo, pero no nos alcanzó para los pobres”. Todos nuestros representantes siguen
ocupados. Cante: “Todo es igual/ nada es mejor/ lo mismo un burro/ que un gran
profesor”.
Marque asterisco, más la fórmula de la teoría de la
relatividad democrática, (E=MC2), –la Energía que uno tiene para insultar es
igual a la masa de bronca que en este país se acumula a la velocidad de la luz
al cuadrado– y aún así le costará
entender porqué tremenda fuerza electromagnética, orden natural o mandato
divino, la guita y el poder se atraen de forma inevitable, derriban todo
código, toda resistencia ética, religiosa, cultural o legal, y se largan a
revolear los bolsos, las cajas fuertes, las cuentas bancarias en paraísos
fiscales, hasta acabar a la vista de todos, dando a luz gente de mierda.
Mientras se pregunta qué placer particular, especial,
desconocido, que no hayan disfrutado antes con la guita, les puede dar el poder. ¿Más viajes, autos,
casas, celulares, secretarias, qué?, lo dejamos ahorcarse con el hilo musical
del tanguito: “Dale nomás/ dale que va/ que allá en el horno/ nos vamo a
encontrar”.
Todos nuestros representantes siguen ocupados. Aproveche
para pensar, seguido de la tecla numeral. ¿Qué fue de aquella democracia que
prometía dar de comer, curar, educar, garantizar derechos para todos por igual,
promover la movilidad social, la participación y después de treinta y tres
años, se encuentra entrampada en una disputa de intereses entre millonarios,
sometida sólo a la voluntad de los que tienen recursos para apostar fortunas en
ese juego? ¿Por qué, desde hace ya tiempo, cada vez que convocan a votar –en el
país, en los sindicatos, los clubes de fútbol, las organizaciones
empresarias– sólo se puede elegir entre
ricos, salvo excepciones?
Si marca “0800 lo dejo a tu criterio”, Karina Jelinek le
susurrará, entre jadeos, las explicaciones y excusas con las que se encubren.
“Porque el club estaba mal”, “Por la gente”, “Por los trabajadores”, “Por la
Patria”, y así, que también pueden leerse subtituladas: “Porque hay cosas que
no las comprás con nada, fama, prestigio, afecto, aunque sea obligado o
simulados”. “Porque si no estás, por más guita que tengas, no existís”.
Hay, dice Karina, una opción para descargar audios de, entre
otros, Pablito Moyano, heredero del Sindicato de Camioneros que le dejó su
padre, el millonario Hugo. De Máximo Kirchner, que a su edad, sin haber
trabajado antes de otra cosa, ya es diputado y arranca la carrera con más de 40
millones en su cuenta bancaria, y de Mariano Recalde, hijo de. Todos con el
fondo musical de Lo que vendrá, de Astor Piazzolla. Paciencia. La historia dice
que sólo se recuerda a los que dieron, no a los que se la llevaron. Por su
parte, la memoria mantiene siempre presente a los que se ha querido. Por
suerte, para los demás, hay desprecio y olvido. Y, a veces, juicio y castigo.
Todos nuestros representantes siguen ocupados. No cuelgue a
nadie, al menos por ahora. Si quiere salir del tango, diga Charly: “Quién sabe,
Alicia, este país/no estuvo hecho porque sí/Te vas a ir, vas a salir/pero te
quedas/¿dónde más vas a ir?”.
(*) Periodista
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