Por Gabriel Profiti |
Un tenista profesional se encarama en los primeros lugares
del ranking cuando logra desplegar un juego agresivo, con alta proporción de
tiros ganadores y pocos errores no forzados. Si tiene buenos golpes pero falla
mucho, pierde.
Tomando como base la ecuación del tenis, Mauricio Macri
debería comenzar a limitar los lanzamientos a la bartola, sobre todo para que
los aciertos dejen de quedar opacados por torpezas.
Si bien más importante es que las reformas económicas
ampliamente elogiadas en foros internacionales comiencen a plasmarse en mejoras
tangibles para los argentinos, los errores no forzados del presidente enrarecen
el clima político.
El último golpe sin destino de Macri fue el ida y vuelta
sobre su charla informal con la primera ministra británica, Theresa May, en
Nueva York, luego de haber dicho que su interlocutora aceptó discutir sobre la
soberanía de las Islas Malvinas.
La diplomacia británica hace treinta y cinco años que
mantiene inalterable la negativa a hablar sobre la soberanía del archipiélago,
pese a los múltiples llamados de Naciones Unidas y de la comunidad
internacional. Es improbable que cambie de parecer en un diálogo de sobremesa.
El Presidente debería saberlo.
El arrebato de Macri llegó al final de su primer discurso
ante la Asamblea General de la ONU y contradijo además la polémica declaración
conjunta que habían firmado la canciller Susana Malcorra y el vicecanciller
británico Alan Duncan, cuando este visitó la Argentina para el Foro de
Inversiones y Negocios.
La hoja de ruta no es letra firme, es cierto, pero habla de
la posibilidad de retomar la cooperación en múltiples aspectos, incluidos
aquellos vinculados a las islas, pero restableciendo la fórmula del paraguas de
soberanía puesta en marcha en 1989/90 justamente para mantener congelada esa
diferencia central.
La cuestión Malvinas es medular en la política exterior
argentina y pese a los múltiples volantazos dados desde 1982 no deja de ser una
cuestión de Estado.
Tanto la declaración conjunta de Malcorra-Duncan como el
minué Macri-May no tuvieron en cuenta la sensibilidad del asunto.
Finalmente, el Congreso, a través de prácticamente todos los
miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados,
intervino para que cualquier progreso en la relación tenga supervisión y aval
parlamentario.
Quizá la nueva etapa de relaciones amigables con el Reino
Unido sea más fructífera que la hostilidad elegida por los Kirchner, pero el
abordaje macrista fue descuidado.
Y repitió otros desatinos presidenciales como el reajuste
tarifario, drástico y sin audiencias públicas penalizado por la Corte Suprema,
el nombramiento de ministros del máximo tribunal por decreto o el respaldo
público a un carnicero que hizo justicia por mano propia.
En todos estos casos flota también una duda. ¿Es realmente
torpeza o es premeditación? Dentro de un esquema de comunicación tan
prolijamente diseñado como el del PRO es raro que haya tantos descuidos.
Habrá que ver en todos esos casos cuál era el objetivo final
del Gobierno y si se cumplió o no.
La economía, pura
expectativa
Los indicadores económicos continúan mostrando el arrastre
recesivo del inicio del mandato de Macri. Entre abril y junio la actividad
económica retrocedió 3,4% respecto al mismo trimestre de 2015 y acumula una
caída de 1,7% en el año.
Esos números son peores que los previstos, pero en el
Gobierno siguen confiando en que la economía se estabilizará hacia fin de año,
ya con baja inflación, y crecerá el año próximo.
Con algunos indicadores positivos, el equipo económico habla
de "brotes verdes" e invita a mirar el vaso medio lleno y algunas
encuestas señalan que el crédito sigue abierto para Macri.
Además, si algo quedó claro con la presentación del presupuesto
2017 que hizo el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, en el
Congreso es que no habrá ajuste.
Se mantiene el déficit fiscal alto, pero en vez de
solventarlo con emisión de dinero como hacía el kirchnerismo se hará con
endeudamiento. Ya no son pocos los que alertan sobre el riesgo de esta renovada
estrategia extendida en el tiempo.
Los múltiples elogios que el Gobierno recibe de líderes
internacionales y economistas reconocidos ayudan a que el clima político y
social se mantengan en "modo expectativa" .
Esos respaldos obedecen -en buena parte- al nuevo
alineamiento argentino, exhibido claramente por Macri durante su discurso en
Naciones Unidas. Un posicionamiento que ayuda a redireccionar a la región hacia
Washington y los países centrales.
Mario Blejer, un de los asesores económicos estrella que
tuvo el excandidato del FPV Daniel Scioli, pronosticó que la actividad va a
crecer "mucho, entre 4 y 5 por ciento el año próximo". Ya lo había
hecho su colega de profesión y campaña Miguel Bein.
En ese contexto, la CGT reunificada anunció un paro pero no
le puso fecha. Su agenda de reclamos está basada en la recuperación del salario
-bono de fin de año, incumplimiento en ganancias y exención del impuesto en el
aguinaldo, entre otras- y la semana próxima serán recibidos por Prat Gay.
Aun con serias diferencias internas y pese a la presión de
las dos CTA y de otros sectores políticos más duros, el movimiento obrero
peronista y una porción no menor de la sociedad parecen darle a Macri el
beneficio de la duda.
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