domingo, 7 de agosto de 2016

Son todos idiotas menos Mamá

Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)

Alguien tenía que hacer algo y Hebe le demostró a todos los cuatro de copas que quedan dentro del kirchnerismo cómo se hace un quilombo de verdad, con todos los ingredientes que se puedan usar: provocar, victimizarse, aplicar la épica donde sólo había un trámite burocrático, agitarla y prometer algo que no cumplirá menos de 24 horas después. Kirchnerismo puro.

La usaron. Desde que el 7 de julio Hebe prometió no presentarse ante la Justicia, los miembros de la Congregación de Penitentes No Sobrevivientes al Cristinismo planearon la movida. Harto de armar actos en plazas a los que no concurre ni el vendedor de garrapiñada, pirulines y tutucas, Martín Sabbatella se sumó de entrada. Luis D’Elía, que el último acto que armó fue una ronda en el patio de su casa para presentar un partido al que no tiene vergüenza en llamar “Miiles”, preparó banderas y consultó la agenda: justo tenía libre lo que resta del siglo. El Cuervo Larroque se acercó a la Plaza de Mayo para demostrar que como legislador mucho no entiende de leyes y, si bien habría querido que Máximo Kirchner se acercara a la ronda protectora, a duras penas logró que el primogénito de Cristina se acerque al día siguiente a la sede de las Madres.

Hebe leyó una carta, dijo que no tenía nada que ocultar, se cagó de risa de la policía, y se retiró en un cortejo compuesto por un cordón humano. No conseguía tanta gente en una ronda de jueves desde los indultos de diciembre de 1990. A la mañana siguiente, doña Pastor de Bonafini repetía su voluntad de no presentarse ante el juez, mientras se preparaba para tomarse el palo a Mar del Plata. Un par de horas después Hebe cruzaba el peaje de Hudson rumbo a La Feliz, donde dijo que “el Pueblo salió a la calle”, en referencia a los 44 millones de habitantes que nos congregamos en doscientos metros.

Lo único que quedó claro es que la edad no fue impedimento para manejar millones de dólares, ni para viajar al Vaticano pero sí para moverse diez cuadras más allá de la Rosada y llegar a Retiro.

Antes que nada, es dable destacar el acto inexplicable del juez Martínes de Giorgi, quien parece haber aterrizado en el planeta Tierra por estos días y no sabía que desde hace unas cuatro décadas, todos los jueves se realiza la marcha de las Madres de Plaza de Mayo alrededor de la pirámide ídem en la plaza íbidem. No sorprende su falta de timing: si procesó a Carlos Menem y Domingo Cavallo en 2009, tranquilamente puede haberse enterado recién ahora que en el país gobernó el Kirchnerismo durante doce años, seis meses y quince días. Pasando en limpio, puede afirmarse que es el mismo juez que archivó la causa contra Néstor De por haber abierto una consultora económica: para el doctor, no hubo incompatibilidad, más allá del curro divino que es hacer pronósticos económicos siendo presidente. Para el tordo no pasó naranja con eso de que Ricardo Jaime permitiera que las empresas de colectivos pudieran tener bondis fuera de regla y hasta sobreseyó a Gabriel Mariotto por haber comprado una radio trucha justo cuando estaba de interventor en la ex COMFER. Ver la tranquilidad que tuvo para retirar la orden de detención de Hebe sólo alimenta mis sospechas. Estoy como Cristina con la muerte de Nisman, pero al revés: tengo dudas, aunque tengo todas las pruebas.

El mayor problema de todo lo que ha pasado con Hebe de Bonafini en los últimos años es que nos reventó los resortes de lo que corresponde hacer y lo que no. Que no puede ser trasladada porque tiene 87 años, unos tres años menos que la hermana Alba, la no monja del no convento en el que José López fue atrapado con un diezmo de nueve palos verdes. Que no se la puede obligar a ir porque está viejita, cuando todo el despelote se armó en medio de una ronda en la Plaza de Mayo, a diez cuadras del Juzgado donde tenía que presentarse. Que no está bien de la cabeza, algo que podría ser factible, pero que obligaría a que la declaren insana, la desplacen del manejo de cualquier fundación y la manden a un geriátrico acorde. Y todo por un trámite simple, sencillo, que podría no haber demorado más de quince minutos en el juzgado.

Todo se reduce a un sencillo axioma: no importa lo que hayas hecho, siempre podrás zafar gracias a tu colchón de laureles. Obviamente, la ley no es pareja para todos.

Uno de los puntos que más tuve que defender de mi primer libro fue el referente a los laureles y su utilización posterior. En un capítulo abordé la historia de un hombre que cayó detenido por motivos políticos en 1956, luego de apoyar el levantamiento del 9 de junio encabezado por el General Juan José Valle contra su par, el General Pedro Eugenio Aramburu. El tipo recién salió en libertad en 1957 y se metió a laburar como asesor legal de la CGT. En 1976 volvió a caer preso por motivos políticos y, luego de una brevísima estadía en el Regimiento 15 de Infantería, fue trasladado al buque “33 Orientales”, junto a Antonio Cafiero, los viejos de Jorge Taiana y Jorge Triaca, y Lorenzo Miguel, entre varios otros. Luego aterrizó en el penal de Magdalena, donde pasaría otro año y medio sopre a disposición del Poder Ejecutivo –o sea: Jorge Rafael Videla–, tiempo durante el cual falleció su madre sin que lo dejaran ir siquiera al sepelio. Lo largaron con “domicilio forzado”, una medida que estaba muy de moda por aquellos años verdes, mediante la cual un revoltoso se comía una suerte de prisión domiciliaria pero lo más lejos posible de su lugar de origen, hasta que lo liberaron del todo en 1980. Fue allí que aprovechó para mandar hábeas corpus por cualquier desaparecido del que se enterara, algo que hizo que su libertad durara menos de ocho meses. Cuando en marzo del 81 lo largan de nuevo, se puso a presentar nuevamente habeas corpus y un año después terminó detenido en una protesta contra Galtieri en la puerta de la Casa Rosada junto con Adolfo Pérez Esquivel, Saúl Ubaldini…y Hebe de Bonafini.

El hombre del que hablo se llama Carlos Menem, el mismo que siete años después de su última detención asumía la presidencia de la Nación para, meses después, comenzar su ronda de indultos navideños que se continuó para las fiestas de 1990. Y esta historia la cuento por dos motivos: primero, porque es cierta. Y segundo, porque demuestra que no todo lo que se haya hecho antes da impunidad perpetua por una cuestión de agradecimiento histórico. A modo de yapa, cabe agregar que no se conocen declaraciones de Néstor ni de Cristina en contra de los indultos. Estaban ocupados siendo menemistas.

Yendo a Hebe, durante los primeros años de la nueva democracia se opuso a la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas porque quería que estuviera manejada por las Madres. Como contraposición, durante los noventas también se opuso a las reparaciones económicas de más o menos 400 mil dólares por víctima de la dictadura y, más tarde, también fustigó la creación del banco de datos genéticos. Hebe nunca quiso una verdad que superara la verdad de ser víctima.

Llegado el kirchnerismo, las Madres que quedaron con Hebe pusieron en marcha una imprenta, una radio y una universidad. Todo financiado con la nuestra, pero administrado por ellas. Como contraprestación a la sociedad que tanto le dio, Hebe tomó la opción de no pagar un puto impuesto nunca. Obviamente, la AFIP tomó cartas en el asunto: se convirtió en auspiciante.

Recibieron plata de la Secretaría de Derechos Humanos, de la Secretaría General de Presidencia, de Jefatura de Gabinete y, obviamente, del ministerio de Obras Públicas. Municipios, provincias, todo resultó válido para recibir dinero público. Para que se pueda dimensionar: la radio de las Madres –que arrastra la misma audiencia que un especial sobre los gustos sexuales de Alejandro Dorio– recibió 6 millones de pesos por año de pauta oficial. Seis palos por año que nadie sabe a dónde fueron a parar.

Por si les parece poco todo esto que cuento muy por arriba, les recuerdo el último escándalo de Hebe: la estatización de la Universidad de las Madres, un engendro adoctrinador en el que dieron clases hasta terroristas de la ETA prófugos de la Justicia española. Para no perder la costumbre, acá tampoco pagaron un impuesto ni por error, evadieron las cargas sociales de los laburantes docentes y no docentes y dejaron una cuenta sin garpar de 200 palitos. Para marcar la diferencia con otros emprendimientos exitosos de Hebe, prohibió la conformación de un centro de estudiantes. Y si te quejás de los aumentos de tarifas, te tiro el dato: no pagaron el servicio de energía eléctrica durante los nueve años que administraron ese antro.

Hebe apostó a la ausencia del Estado de Derecho. La misma ausencia de Estado de Derecho que aniquiló a sus hijos.

La muerte de un ser querido no da impunidad, así hayan sido los propios hijos. Fíjense cómo le fue al ingeniero Juan Carlos Blumberg, que no cometió ningún delito y lo borraron del mapa por no ser Ingeniero, y después me cuentan. O busquemos a todos los familiares de las víctimas de Cromañón, del choque del Sarmiento, o los herederos de la violencia subversiva o militar que siguieron sus vidas haciendo lo que podían con el dolor que cargan y no salieron a violentar las leyes.

En un Estado de Derecho, somos todos iguales ante la ley. Y ése es el principal problema que ha tenido el kirchnerismo y del que los propios peronistas tendrían que hacerse cargo, por omisión ideológica: justicia social –y, por decantación, justicia a secas– e igualdad no son iguales. Justicia es darle a cada uno lo que se merece. Igualdad, es tratar a todos por igual. Y acá quieren aplicar una justicia histórica subjetiva por sobre la igualdad jurídica. No es de extrañar. Después de todo, es lo que han hecho con todos nosotros para colocarse en un lugar al que nunca pertenecieron: el de la defensa de los derechos humanos.

La teoría del globo de ensayo no es mala, ésa que tiró el propio Schoklender al decir que el quilombo del jueves se dio porque estaban practicando para cuando –eventualmente– se la quieran llevar en cana a Cristina. Es cierto que se complica la idea de hacer un cordón humano desde El Calafate hasta avenida Comodoro Py 2002, pero esos son detalles que pueden verse más adelante.

Y ya que hablamos de Cris, la expresi apareció tres días al hilo en las redes sociales. Mientras se producía el quilombo de Hebe, salió a putear a la Justicia por lo que más le importa: su propio culo. De Hebe no habló. Horas más tarde, estuvo en la Facultad de Sociales de la UBA para conmemorar los 50 años de la Noche de los Bastones Largos. Allí aseguró que “se vienen noches de bastones muy largos”. No, de Hebe tampoco habló. Ayer sábado, volvió a tuitear como una señora aburrida para cuestionar los procedimientos judiciales en la causa Hotesur y afirmó que los verdaderos responsables de la movida del Dólar Futuro fueron los miembros del actual Gobierno. Se ve que tiene pruebas de Mauricio Macri obligándola a firmar decretos a punta de pistola.

En medio de toda esta ensalada, están los que creen que no se debe someter a la Justicia al que te cae simpático y que realmente estamos atravesando una dictadura, con lo que demuestran que cumplen con el ABC del manual del idiota, vocablo cuya más antigua acepción reza que “es un espíritu engreído por sus propias particularidades”. Individualistas que prefieren la ignorancia a la instrucción del ciudadano, el que vive en comunidad. Así, al tirarnos por la cabeza que todos somos egoístas por no aceptar la imposición de sus ideas, hacen gala de su individualismo refugiados en un discurso universal. Son los que disfrazan sus intereses (en este caso, intereses judiciales) en supuestos “intereses de la sociedad” para hacernos solidarios en las malas, cuando se hicieron bien los boludos en las buenas.

Es el paroxismo de la definición que Chantal Delsol realizó sobre los que llamó “aduladores del pueblo”: aquellos que oponen el bienestar al bien, la facilidad a la realidad, el presente al porvenir, las emociones e intereses primarios a los intereses sociales.

Lo increíble es que son verdaderamente democráticos a un nivel tan alto que no les dio para el republicanismo. ¿Cómo despreciarían esa democracia que, con todas las cosas que nos prometió y no cumplió, fue el caldo de cultivo ideal para que tengamos por deseo un mesías por encima del respeto a las instituciones?

Domingo. Lo cierto es que en este país un tipo con muchos laureles en materia de Derechos Humanos terminó preso por sus cagadas como presidente. ¿Cuál sería el mérito de la expropiadora de viviendas bajo el amparo de la legislación dictatorial?

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