Por Nicolás Lucca
(Relato del Presente)
Alguien tenía que hacer algo y Hebe le demostró a todos los
cuatro de copas que quedan dentro del kirchnerismo cómo se hace un quilombo de
verdad, con todos los ingredientes que se puedan usar: provocar, victimizarse,
aplicar la épica donde sólo había un trámite burocrático, agitarla y prometer
algo que no cumplirá menos de 24 horas después. Kirchnerismo puro.
La usaron. Desde que el 7 de julio Hebe prometió no
presentarse ante la Justicia, los miembros de la Congregación de Penitentes No
Sobrevivientes al Cristinismo planearon la movida. Harto de armar actos en
plazas a los que no concurre ni el vendedor de garrapiñada, pirulines y
tutucas, Martín Sabbatella se sumó de entrada. Luis D’Elía, que el último acto
que armó fue una ronda en el patio de su casa para presentar un partido al que
no tiene vergüenza en llamar “Miiles”, preparó banderas y consultó la agenda:
justo tenía libre lo que resta del siglo. El Cuervo Larroque se acercó a la
Plaza de Mayo para demostrar que como legislador mucho no entiende de leyes y,
si bien habría querido que Máximo Kirchner se acercara a la ronda protectora, a
duras penas logró que el primogénito de Cristina se acerque al día siguiente a
la sede de las Madres.
Hebe leyó una carta, dijo que no tenía nada que ocultar, se
cagó de risa de la policía, y se retiró en un cortejo compuesto por un cordón
humano. No conseguía tanta gente en una ronda de jueves desde los indultos de
diciembre de 1990. A la mañana siguiente, doña Pastor de Bonafini repetía su
voluntad de no presentarse ante el juez, mientras se preparaba para tomarse el
palo a Mar del Plata. Un par de horas después Hebe cruzaba el peaje de Hudson
rumbo a La Feliz, donde dijo que “el Pueblo salió a la calle”, en referencia a
los 44 millones de habitantes que nos congregamos en doscientos metros.
Lo único que quedó claro es que la edad no fue impedimento
para manejar millones de dólares, ni para viajar al Vaticano pero sí para
moverse diez cuadras más allá de la Rosada y llegar a Retiro.
Antes que nada, es dable destacar el acto inexplicable del
juez Martínes de Giorgi, quien parece haber aterrizado en el planeta Tierra por
estos días y no sabía que desde hace unas cuatro décadas, todos los jueves se
realiza la marcha de las Madres de Plaza de Mayo alrededor de la pirámide ídem
en la plaza íbidem. No sorprende su falta de timing: si procesó a Carlos Menem
y Domingo Cavallo en 2009, tranquilamente puede haberse enterado recién ahora
que en el país gobernó el Kirchnerismo durante doce años, seis meses y quince
días. Pasando en limpio, puede afirmarse que es el mismo juez que archivó la
causa contra Néstor De por haber abierto una consultora económica: para el
doctor, no hubo incompatibilidad, más allá del curro divino que es hacer pronósticos
económicos siendo presidente. Para el tordo no pasó naranja con eso de que
Ricardo Jaime permitiera que las empresas de colectivos pudieran tener bondis
fuera de regla y hasta sobreseyó a Gabriel Mariotto por haber comprado una
radio trucha justo cuando estaba de interventor en la ex COMFER. Ver la
tranquilidad que tuvo para retirar la orden de detención de Hebe sólo alimenta
mis sospechas. Estoy como Cristina con la muerte de Nisman, pero al revés:
tengo dudas, aunque tengo todas las pruebas.
El mayor problema de todo lo que ha pasado con Hebe de
Bonafini en los últimos años es que nos reventó los resortes de lo que
corresponde hacer y lo que no. Que no puede ser trasladada porque tiene 87
años, unos tres años menos que la hermana Alba, la no monja del no convento en
el que José López fue atrapado con un diezmo de nueve palos verdes. Que no se
la puede obligar a ir porque está viejita, cuando todo el despelote se armó en
medio de una ronda en la Plaza de Mayo, a diez cuadras del Juzgado donde tenía
que presentarse. Que no está bien de la cabeza, algo que podría ser factible,
pero que obligaría a que la declaren insana, la desplacen del manejo de
cualquier fundación y la manden a un geriátrico acorde. Y todo por un trámite
simple, sencillo, que podría no haber demorado más de quince minutos en el
juzgado.
Todo se reduce a un sencillo axioma: no importa lo que hayas
hecho, siempre podrás zafar gracias a tu colchón de laureles. Obviamente, la
ley no es pareja para todos.
Uno de los puntos que más tuve que defender de mi primer
libro fue el referente a los laureles y su utilización posterior. En un
capítulo abordé la historia de un hombre que cayó detenido por motivos
políticos en 1956, luego de apoyar el levantamiento del 9 de junio encabezado
por el General Juan José Valle contra su par, el General Pedro Eugenio
Aramburu. El tipo recién salió en libertad en 1957 y se metió a laburar como
asesor legal de la CGT. En 1976 volvió a caer preso por motivos políticos y,
luego de una brevísima estadía en el Regimiento 15 de Infantería, fue
trasladado al buque “33 Orientales”, junto a Antonio Cafiero, los viejos de
Jorge Taiana y Jorge Triaca, y Lorenzo Miguel, entre varios otros. Luego
aterrizó en el penal de Magdalena, donde pasaría otro año y medio sopre a
disposición del Poder Ejecutivo –o sea: Jorge Rafael Videla–, tiempo durante el
cual falleció su madre sin que lo dejaran ir siquiera al sepelio. Lo largaron
con “domicilio forzado”, una medida que estaba muy de moda por aquellos años
verdes, mediante la cual un revoltoso se comía una suerte de prisión
domiciliaria pero lo más lejos posible de su lugar de origen, hasta que lo
liberaron del todo en 1980. Fue allí que aprovechó para mandar hábeas corpus
por cualquier desaparecido del que se enterara, algo que hizo que su libertad
durara menos de ocho meses. Cuando en marzo del 81 lo largan de nuevo, se puso
a presentar nuevamente habeas corpus y un año después terminó detenido en una
protesta contra Galtieri en la puerta de la Casa Rosada junto con Adolfo Pérez
Esquivel, Saúl Ubaldini…y Hebe de Bonafini.
El hombre del que hablo se llama Carlos Menem, el mismo que
siete años después de su última detención asumía la presidencia de la Nación
para, meses después, comenzar su ronda de indultos navideños que se continuó
para las fiestas de 1990. Y esta historia la cuento por dos motivos: primero,
porque es cierta. Y segundo, porque demuestra que no todo lo que se haya hecho
antes da impunidad perpetua por una cuestión de agradecimiento histórico. A
modo de yapa, cabe agregar que no se conocen declaraciones de Néstor ni de
Cristina en contra de los indultos. Estaban ocupados siendo menemistas.
Yendo a Hebe, durante los primeros años de la nueva
democracia se opuso a la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas
porque quería que estuviera manejada por las Madres. Como contraposición,
durante los noventas también se opuso a las reparaciones económicas de más o
menos 400 mil dólares por víctima de la dictadura y, más tarde, también fustigó
la creación del banco de datos genéticos. Hebe nunca quiso una verdad que
superara la verdad de ser víctima.
Llegado el kirchnerismo, las Madres que quedaron con Hebe
pusieron en marcha una imprenta, una radio y una universidad. Todo financiado
con la nuestra, pero administrado por ellas. Como contraprestación a la
sociedad que tanto le dio, Hebe tomó la opción de no pagar un puto impuesto
nunca. Obviamente, la AFIP tomó cartas en el asunto: se convirtió en
auspiciante.
Recibieron plata de la Secretaría de Derechos Humanos, de la
Secretaría General de Presidencia, de Jefatura de Gabinete y, obviamente, del
ministerio de Obras Públicas. Municipios, provincias, todo resultó válido para
recibir dinero público. Para que se pueda dimensionar: la radio de las Madres –que
arrastra la misma audiencia que un especial sobre los gustos sexuales de
Alejandro Dorio– recibió 6 millones de pesos por año de pauta oficial. Seis
palos por año que nadie sabe a dónde fueron a parar.
Por si les parece poco todo esto que cuento muy por arriba,
les recuerdo el último escándalo de Hebe: la estatización de la Universidad de
las Madres, un engendro adoctrinador en el que dieron clases hasta terroristas
de la ETA prófugos de la Justicia española. Para no perder la costumbre, acá
tampoco pagaron un impuesto ni por error, evadieron las cargas sociales de los
laburantes docentes y no docentes y dejaron una cuenta sin garpar de 200
palitos. Para marcar la diferencia con otros emprendimientos exitosos de Hebe,
prohibió la conformación de un centro de estudiantes. Y si te quejás de los
aumentos de tarifas, te tiro el dato: no pagaron el servicio de energía
eléctrica durante los nueve años que administraron ese antro.
Hebe apostó a la ausencia del Estado de Derecho. La misma
ausencia de Estado de Derecho que aniquiló a sus hijos.
La muerte de un ser querido no da impunidad, así hayan sido
los propios hijos. Fíjense cómo le fue al ingeniero Juan Carlos Blumberg, que
no cometió ningún delito y lo borraron del mapa por no ser Ingeniero, y después
me cuentan. O busquemos a todos los familiares de las víctimas de Cromañón, del
choque del Sarmiento, o los herederos de la violencia subversiva o militar que
siguieron sus vidas haciendo lo que podían con el dolor que cargan y no
salieron a violentar las leyes.
En un Estado de Derecho, somos todos iguales ante la ley. Y
ése es el principal problema que ha tenido el kirchnerismo y del que los
propios peronistas tendrían que hacerse cargo, por omisión ideológica: justicia
social –y, por decantación, justicia a secas– e igualdad no son iguales.
Justicia es darle a cada uno lo que se merece. Igualdad, es tratar a todos por
igual. Y acá quieren aplicar una justicia histórica subjetiva por sobre la
igualdad jurídica. No es de extrañar. Después de todo, es lo que han hecho con
todos nosotros para colocarse en un lugar al que nunca pertenecieron: el de la
defensa de los derechos humanos.
La teoría del globo de ensayo no es mala, ésa que tiró el
propio Schoklender al decir que el quilombo del jueves se dio porque estaban
practicando para cuando –eventualmente– se la quieran llevar en cana a
Cristina. Es cierto que se complica la idea de hacer un cordón humano desde El
Calafate hasta avenida Comodoro Py 2002, pero esos son detalles que pueden
verse más adelante.
Y ya que hablamos de Cris, la expresi apareció tres días al
hilo en las redes sociales. Mientras se producía el quilombo de Hebe, salió a
putear a la Justicia por lo que más le importa: su propio culo. De Hebe no
habló. Horas más tarde, estuvo en la Facultad de Sociales de la UBA para
conmemorar los 50 años de la Noche de los Bastones Largos. Allí aseguró que “se
vienen noches de bastones muy largos”. No, de Hebe tampoco habló. Ayer sábado,
volvió a tuitear como una señora aburrida para cuestionar los procedimientos
judiciales en la causa Hotesur y afirmó que los verdaderos responsables de la
movida del Dólar Futuro fueron los miembros del actual Gobierno. Se ve que
tiene pruebas de Mauricio Macri obligándola a firmar decretos a punta de
pistola.
En medio de toda esta ensalada, están los que creen que no
se debe someter a la Justicia al que te cae simpático y que realmente estamos
atravesando una dictadura, con lo que demuestran que cumplen con el ABC del
manual del idiota, vocablo cuya más antigua acepción reza que “es un espíritu
engreído por sus propias particularidades”. Individualistas que prefieren la
ignorancia a la instrucción del ciudadano, el que vive en comunidad. Así, al
tirarnos por la cabeza que todos somos egoístas por no aceptar la imposición de
sus ideas, hacen gala de su individualismo refugiados en un discurso universal.
Son los que disfrazan sus intereses (en este caso, intereses judiciales) en
supuestos “intereses de la sociedad” para hacernos solidarios en las malas,
cuando se hicieron bien los boludos en las buenas.
Es el paroxismo de la definición que Chantal Delsol realizó
sobre los que llamó “aduladores del pueblo”: aquellos que oponen el bienestar al
bien, la facilidad a la realidad, el presente al porvenir, las emociones e
intereses primarios a los intereses sociales.
Lo increíble es que son verdaderamente democráticos a un
nivel tan alto que no les dio para el republicanismo. ¿Cómo despreciarían esa
democracia que, con todas las cosas que nos prometió y no cumplió, fue el caldo
de cultivo ideal para que tengamos por deseo un mesías por encima del respeto a
las instituciones?
Domingo. Lo cierto es que en este país un tipo con muchos laureles
en materia de Derechos Humanos terminó preso por sus cagadas como presidente.
¿Cuál sería el mérito de la expropiadora de viviendas bajo el amparo de la
legislación dictatorial?
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