Uruguay quedó aislado
tras el embate contra Brasil
por Venezuela
El presidente Tabaré Vázquez está en una encrucijada por la situación de Venezuela en el MERCOSUR. |
Uruguay - Según
la coyuntura del momento, inclinarse hacia Brasil o Argentina, fue la forma de
supervivencia en la región que encontraron los gobiernos de Uruguay, entre dos
naciones que imponen sus reglas y dominan en lo económico.
Las afinidades
ideológicas también jugaron, pero no siempre fueron garantía de buenas relaciones.
Sin embargo, la actual crisis del MERCOSUR deja a Uruguay
solo en el barrio. Con el nuevo gobierno de Brasil hay un duro enfrentamiento
por la situación de Venezuela y aunque con Argentina, las relaciones
bilaterales mejoraron, en el actual diferendo, Macri comparte la posición de
Brasil y Paraguay de no permitir que Venezuela asuma la presidencia pro témpore
del MERCOSUR.
Durante el gobierno de José Mujica la apuesta fue clara. El
presidente pidió subirse "al estribo de Brasil" y se trabajó para formar equipos para mejorar la interrelación de las
empresas y que intervinieran rápido apenas un camión fuera trancado en la
frontera. También funcionó la integración eléctrica.
Con Brasil, uno de los principales mercados de Uruguay, las
compras y ventas están equilibradas y además se exportan productos
manufacturados que implican mano de obra.
En lo político, una especie de enamoramiento de Tabaré
Vázquez con Inacio Lula da Silva y de José Mujica, con Lula primero y con Dilma
Rousseff después, mantuvo a Uruguay en la última década mirando permanentemente
al norte.
Del otro lado, Argentina, gobernada por los Kirchner, apostó
al proteccionismo. En un principio se creyó en un gobierno frenteamplista
facilitaría las cosas, pero eso no ocurrió.
Con Uruguay, en particular, el relacionamiento de Argentina
fue duro por la ubicación de la pastera de UPM (ex Botnia).
El caso lo llevó Argentina a la Corte Internacional de
Justicia. La tensión había llegado a un punto, donde el presidente Vázquez
temió una incursión militar e incluso recurrió al presidente de EE.UU., George
Bush, buscando una señal para calmar los ánimos.
Mujica obtuvo su primer logro internacional con el
desbloqueo de los puentes (cortados por piquetes de activistas de Entre Ríos),
y aplicó con Argentina "una paciencia estratégica".
Luego vino el problema del dragado del canal Martín García,
un intercambio de cartas públicas de los cancilleres y decisiones de Cristina
Kirchner que perjudicaron a los puertos uruguayos.
Una situación de alto estrés diplomático recuerda Uruguay en
los años 50 cuando Domingo Perón dominaba y llegó a dificultar la llegada de
turistas a las playas de este lado.
Pero el año pasado Mauricio Macri ganó las elecciones y eso
permitió a Uruguay tirar abajo varias barreras proteccionistas y solucionar
problemas bilaterales. Ambos presidentes se reunieron y elaboraron una lista de
temas sobre los que trabajar. Las diferencias entre Vázquez y Macri, sin
embargo, se dieron en el MERCOSUR.
El presidente argentino marcó distancia de Venezuela,
reclamó la liberación de presos políticos y cuestionó que ese país haya quedado
al frente del bloque regional.
Vázquez rechazó analizar la condición democrática de
Venezuela y luego, este mes, abandonó la presidencia del MERCOSUR, que de
inmediato reclamó el país caribeño.
La canciller argentina, Susana Malcorra dijo que Uruguay
"decidió unilateralmente dejar la presidencia pro témpore. Y eso ha creado
un vacío, un limbo".
Actualmente el vínculo con Brasil, país al que Uruguay
apostó en estos años, quedó deteriorado. S bien el presidente Vázquez no opinó
sobre el proceso de impeachment al que es sometida la presidenta Dilma
Rousseff, el Frente Amplio ha manifestado su rechazo. Algunos sectores hablan
incluso de golpe de Estado parlamentario.
Con el gobierno de Temer distanciado también de Uruguay por
el tema MERCOSUR no hubo mayores contactos.
En julio, Brasil envió a su canciller José Serra y al expresidente
Fernando Henrique Cardoso, para pedirle a Uruguay aplazar la entrega de la
presidencia del MERCOSUR.
El canciller Rodolfo Nin Novoa interpretó que ese planteó
estuvo vinculado a la oferta de concretar negocios, por lo que acusó a Brasil
en el Parlamento de querer "comprar el voto de Uruguay". Brasil
protestó de inmediato y llamó al embajador Carlos Amorin, en consulta.
La cancillería explicó que el origen del problema fue
"un malentendido" y las disculpas fueron aceptadas. Pero las heridas
quedaron.
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