Por Martín Risso Patrón |
« Trabajen en negro»
[Jefe de Gabinete provincial Parodi,
a los Docentes salteños]
«Un ghetto para los
manteros» [Concejales de
la Capital salteña]
El Patrón que te
acamala
En la provincia de Salta, las reuniones paritarias docentes
se han convertido en un obsceno manoseo
de la integridad de los laburantes educadores que, sometidos a la soberbia
del ministro Súper Parodi, recorren la procesión, inédita en este caso, de
peregrinar un año entero para lograr un acuerdo salarial, el que, en los hechos,
nunca se logrará. Recordemos que el término “paritarias” nos remite un tipo de
reunión igualitaria entre trabajadores y patrones, para equilibrar las
respectivas responsabilidades y derechos, conforme lo exigen las leyes
republicanas. Por si eso fuera poco, los maestros y profesores tienen la
obligación de resistir la caradurez del gobierno de ofrecerles lo que
pomposamente éste llama “importe no
remunerativo” al monto que con alevosía les deposita en sus bolsillos a los
trabajadores, pero que no incluye el legítimo aporte jubilatorio ni de
seguridad social del mismo laburante, como el que le corresponde depositar al
desquiciado patrón. Dinero sucio, negro, negrísimo.
Si hay huelga, que no
se note
El perverso mecanismo funciona de esta manera, más o menos.
Las reuniones paritarias, que deben resolver los acuerdos a inicios de cada año
laboral, son manipuladas por el patrón
grandburgués, de tal manera que se vayan licuando los montos a lo largo del
año, en sucesivas reuniones, a caballito de “actualizar
los montos conforme los índices inflacionarios vigentes en el momento de la
discusión salarial”. Pero hete aquí que, por lo que se ve en la realidad,
el patrón juega con el tiempo, mantiene sus índices, aumentándoles en la
segunda reunión los miserables montos negrísimos, y preparando el terreno para
aquello de “o lo toma o lo deja” del final, cuando ya los colegas, agotados, ni
pueden ejercer el legítimo derecho de huelga, pues es a fin de año que resulta
casi imposible ausentarse del aula, precisamente porque es el momento de las decisiones profesionales que los docentes
deben tomar sobre el rendimiento escolar de los alumnos. Justamente lo que
llena de ansiedad y expectativas a todos, en particular a los padres, que en
algunos casos no ahorran sopapos, escupitajos y empujones maltratadores sobre
la humanidad de los agotados profesores y maestras. Y si esto sucede, justo que
ni pintao, el Ejecutivo tiene a mano la peor de las soluciones a fuer de
demagógicas, de que, si hay huelga, salvaje, como le espetan los burócratas
oficiales, regalar el año lectivo,
poniendo en la misma bolsa a los porros y a los responsables en el colectivo
discente [pa’ decirlo claro, la changada estudiantil], que son muchos,
muchísimos, de un lado y del otro, mire vea. El pase de curso automático, como
será automática la caída vertical de la
Educación hacia las aguas negras del abandono moral del progreso social. A
eso, juega el gobierno, Don Sencillo. Mientras, el oscuro ministerio financiero
del gobierno manipula la caja de la plata, imaginando las mil y una maneras de
seguir hipotecando el futuro de la provincia, de su cultura, de su progreso
social, el desarrollo de tanta potencialidad, tan cacareada, pero siempre
aplastada en la puerta del horno como diría César Vallejo parafraseándose a sí
mismo. Desquiciando la Educación con escuelas sin servicios dignos, sin
material didáctico, con maestras, maestros, profesores y profesoras pésimamente
tratados por la burocracia, y lo que es peor, con la indignidad del esclavo del
Poder de turno, tan cara a estos gobiernos clientelares.
El enano fascista no
se rinde
Ahora resulta, y pasando medio de prepo a otro tema, como a
usted le gusta, Doña Clota, le digo: otra vez sopa.
En esta oportunidad, nuevamente los Concejales de nuestro
vecindario amado, están hasta las manos discutiendo lo indiscutible. Resulta
que los llamados manteros incomodan a los ociosos paseantes del centro, con sus
mantas de vender cosas, por varios motivos: Porque les resulta fácil sentarse
en el piso y vender desde calzones hasta electrónicos, también porque eso es
barato pues no son responsables fiscales; luego también porque trabajan al
tiki-taka, y encima disponen de sus horarios y lugares, sobre los cuales se
conoce que hay negociaciones internas y
secretas entre ellos para ponerles precios a los sitios más apetecibles,
entre perros con gualdrapa, policías con celular en mano y patronas que salen a
buscar ofertas y las encuentran; todo, según el manual del buen mantero, en su
artículo principal y eje doctrinario de la actividad: Joder a todo el mundo y a cada uno de los demás.
Pero resulta que el Alcalde
de la Aldea, siendo el responsable máximo del cumplimiento de las normas de
convivencia plasmadas en leyes y ordenanzas comunales, sólo se ocupa de la gran
política vinculándose con el poder de las Altas Cumbres porteñas, para
conseguir plata, plata y más plata, mirando
hacia puntos de interés electoral, como son los barrios donde posta que
tiene sus punteros trabajando ya para la campaña desatada. Afirmo esto, Doña,
porque clarito es que, habiendo una maraña de normas que establecen los
controles municipales sobre lo que ocurre en las calles de la Ciudad, desde el
tránsito mecánico, a la tracción animal, hasta el comercio espontáneo de los
manteros y la higiene urbana, el
Intendente local se despreocupa de eso: De administrar el cumplimiento de
las normas de convivencia urbana, que de eso se trata. Entonces, los manteros,
los vendedores de tierra [depredadores ambientales ad-hoc], los perros con
gualdrapa medieval sobre sus lomos y los canas con esmartpones buscando
Pokemones, se hacen la fiesta, según habrá visto. Así es como la República vecinal comienza a hacer agua:
Nuestro Jefe no funciona.
Entonces, el cuerpo deliberativo que nos representa, ajeno a
que hay normas superpuestas, lagunas
legales incomprensibles, y más perros, y más manteros y más ruido
vociferante, particularmente en el centro [donde me comprometo investigar quién
se enriquece a destajo con esas propaladoras añejas como si fuéramos pasivos
escuchas de cuanto aspirante a locutor aporteñado [por dios] nos quiere vender
no sé qué cosas, etcétera.
Toman la posta de la ausencia de controles, queriendo normar lo que es imposible por hoy:
Para el caso, los manteros. Y ya piensan en un ghetto para ellos.
Discriminación, una más, piedra sobre piedra, piedra; primero los travestis,
las prostitutas y los públicos ejecutores de sexo al paso: ¡A una zona de
convivencia, carajo...! Después los choripaneros y especialistas en fritangas
de pollo [exquisitas, mire vea] que ensucian el parque San Martín; Ahora, los
comerciantes ya descriptos, pero personas con necesidades al fin: ¡A un lugar
mantero, miesca...!
Parece que la tarea edilicia es segregar, extrañar, discriminar y eliminar de la vista, todo lo
que, siendo ciertamente irritante para la vida pública aldeana pareciera ser,
según su particular punto de vista, de los ediles por cierto, una basura a la
que hay que hacer desaparecer. Todo eso, en lugar de generar condiciones
legales para que el Edil Mayor Gustavo
Adolfo Ruberto Sáenz Stiro, controle como se debe controlar, tanto
despropósito, sin discriminar a nadie, a no ser por las propias contravenciones
que cometan. Poner la basura bajo la alfombra. Mucho gusto no hay de qué.
Entonces, la república hace agua. Agua de la sucia. Porque
no es medida humana, crear ghettos a cada paso que se da. Revisemos señores,
cómo es un sistema cuyo principal propósito reside en controlar, no
discriminar, y legislar como los dioses mandan.
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