Tras su destitución, Dilma
Rousseff dijo que “61 senadores sustituyen la voluntad expresada por 54.500.000
votos”.
Tras su destitución, Dilma Rousseff dijo que el Senado "consumó un golpe de Estado" y añadió que "esta historia no acaba así". (Foto: AFP) |
Brasil - "Esta
historia no acaba así. Estoy segura de que la interrupción de este proceso por
un golpe de Estado no es definitiva. Volveremos. Volveremos para continuar
nuestro camino rumbo a un Brasil donde el pueblo es soberano", dijo este
miércoles Dilma Rousseff, en su primera reacción tras ser destituida de la
presidencia de Brasil.
Ante la prensa en el Palacio de la Alvorada, la residencia
presidencial que todavía ocupa, la ex mandataria brasileña declaró:
"Decidieron la interrupción del mandato de una presidente que no cometió
ningún crimen. Condenaron a una inocente y consumaron un golpe de Estado".
"Acaban de derrumbar a la primera mujer presidente de
Brasil, sin ninguna justificación constitucional para el juicio político",
afirmó. Y se dirigió a sus seguidores: "En este momento no voy a decirles
adiós. Estoy segura de que puedo decir 'hasta pronto'".
A continuación, el pronunciamiento completo de Dilma
Rousseff tras su destitución:
"Hoy, el Senado
Federal tomó una decisión que entra en la historia de las grandes injusticias.
Los senadores que votaron por el impeachment escogieron lastimar la Constitución
Federal. Decidieron por la interrupción de un mandato de una presidente que no
cometió crimen de responsabilidad. Condenaron a una inocente y consumaron un
golpe parlamentario.
Con la aprobación de
mi apartamiento definitivo, políticos que buscan desesperadamente escapar del
brazo de la Justicia tomaron el poder unidos a los derrotados en las últimas
cuatro elecciones. No llegan al Gobierno por el voto directo, como yo y Lula
hicimos en 2002, 2006, 2010 y 2014. Se apropian del poder por medio de un golpe
de Estado.
Es el segundo golpe de
Estado que enfrento en mi vida. El primero, el golpe militar, apoyado en la
truculencia de las armas, de la represión y la tortura, se me presentó cuando
era una joven militante. El segundo golpe parlamentario, acontecido hoy, a
través de una farsa legal, me derriba del cargo para el que fui elegida por el
pueblo.
Se trata de una clara
elección indirecta, en la que 61 senadores sustituyen la voluntad expresada por
54.500.000 votos. Es un fraude, contra el que todavía vamos a recurrir a todas
las instancias posibles.
Sorprende que la mayor
acción contra la corrupción de nuestra historia, como consecuencia de medidas
adoptadas y las leyes promulgadas a partir 2003 y profundizadas en mi gobierno,
lleven justamente al poder a un grupo de corruptos investigado.
El proyecto nacional
progresista, incluyente y democrático que represento está siendo interrumpido
por una poderosa fuerza conservadora y reaccionaria, con el apoyo de una prensa
partidista y venal. Se capturarán las instituciones del Estado para ponerlas al
servicio del más radical liberalismo económico y el retroceso social.
Acaban de derrumbar a
la primera mujer presidente de Brasil, sin ninguna justificación constitucional
para este juicio político.
Pero el golpe no se
acaba de cometer contra mí y mi partido. Este fue sólo el comienzo. El golpe
golpeará indistintamente cualquier organización política progresista y
democrática.
El golpe está en
contra de los movimientos sociales y sindicales y contra los que luchan por los
derechos en todas sus acepciones: el derecho al trabajo y la protección de las
leyes laborales; derecho a una jubilación justa; derecho a la vivienda y a la
tierra; derecho a la educación, la salud y la cultura; derecho de la juventud a
protagonizar su historia; derechos de los negros, los indígenas, la población
LGBT, mujeres; derecho a hablar sin ser reprimido.
El golpe es contra el
pueblo y contra la nación. El golpe es misógino. El golpe es homofóbico. El
golpe es racista. Es la imposición de la cultura de intolerancia, los
prejuicios, la violencia.
Les pido a Brasil y
los brasileños que me oigan. Hablo a los más de 54 millones que votaron por mí
en 2014. Hablo a los 110 millones, que apoyan la elección directa como forma de
elección de presidentes. Hablo fundamentalmente a los brasileños que, durante
mi gobierno, superaron la pobreza, alcanzaron el sueño de la casa, comenzaron a
recibir atención médica, entraron en la universidad y dejaron de ser invisibles
a los ojos de la nación, pasando a tener derechos que siempre les fueron
negados.
La incredulidad y el
dolor que nos golpean en momentos como éste son malos consejeros. No desistan
de la lucha.
Oigan bien: creen que
nos ganaron, pero están equivocados. Sé que todo el mundo va a luchar. Habrá
contra ellos la oposición más firme, incansable y llena de energía que un
gobierno golpista pueda tener.
Cuando el presidente
Lula fue elegido por primera vez en 2003, llegamos al gobierno cantando juntos
que nadie debía tener miedo de ser feliz. Por más de 13 años, llevamos adelante
con éxito un proyecto que promovió la mayor inclusión social y reducción de las
desigualdades de la historia de nuestro país.
Esta historia no
termina así. Estoy segura de que la interrupción de este proceso por el golpe
de Estado no es definitiva. Volveremos. Para continuar nuestro viaje hacia un
Brasil donde el pueblo es soberano.
Espero que sepamos
unirnos en defensa de las causas comunes para todos los progresistas,
independientemente de su afiliación partidaria o posición política. Propongo
que luchemos todos juntos contra el retroceso, en contra de la agenda
conservadora, en contra de la extinción de los derechos, por la soberanía
nacional y el pleno restablecimiento de la democracia.
Dejo la presidencia
como entré: sin haber incurrido en ningún acto ilegal; sin haber traicionado
ninguno de mis compromisos; con dignidad y llevando en el pecho el mismo amor y
admiración por los hombres y las mujeres brasileñas y la misma voluntad de
seguir luchando por Brasil.
Viví mi verdad. Di lo
mejor de mi capacidad. No huí de mis responsabilidades. Me emocioné con el
sufrimiento humano, me conmoví con la lucha contra la pobreza y el hambre,
combatí la desigualdad.
Me embarqué en buenas
peleas. Perdí algunas, gané muchas y, en este momento, me siento inspirada en
Darcy Ribeiro para decir: no me gustaría estar en el lugar de aquellos que se
consideran vencedores. La historia será implacable con ellos.
A las mujeres
brasileñas, que me cubrieron con flores y afecto, les pido que crean que se
puede. Las futuras generaciones de brasileñas sabrán que la primera vez que una
mujer ocupó la Presidencia de Brasil, el machismo y la misoginia mostraron sus
caras más feas. Hemos abierto un camino de una sola vía hacia la igualdad de
género. Nada nos hará retroceder.
En este momento, no
voy les voy a decir adiós. Estoy segura de que se puede decir "hasta
dentro de poco".
Concluyo compartiendo
con ustedes una maravillosa inspiración del poeta ruso Maiakovski:
"No estamos
contentos, por supuesto,
Pero ¿por qué razón
deberíamos estar tristes?
El mar de la historia
es agitado
Las amenazas y
guerras, habremos de atravesarlas,
Las romperemos por la
mitad,
Cortándolas como corta
una quilla"
Un fuerte abrazo a
todos los brasileños, que comparten conmigo la creencia en la democracia y el
sueño de la justicia.
El Senado de Brasil declaró este miércoles a la presidente
Dilma Rousseff culpable de violar leyes presupuestarias y la removió
formalmente de su cargo, en la culminación de un juicio político que ha
polarizado a la mayor economía de América Latina.
Con 61 votos a favor y 20 en contra, el Senado puso fin a 13
años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) en el país más grande de
América Latina.
La decisión del Senado habilita a Michel Temer, actual
presidente interino, a terminar el mandato de Rousseff, que finalizaba en 2018.
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