Por Gabriel Profiti |
Como en las partidas de naipes en las que lo que se lleva
uno le resta a su adversario, la política argentina empieza a transitar un
juego de suma cero, cuyo patrón de movimiento será el éxito o el fracaso de la
política económica de Mauricio Macri.
Así, mientras el Gobierno acertaba con las medidas
económicas -salida del cepo cambiario, acuerdo con los holdouts- logró imponer
condiciones y se entusiasmó con sumar aliados a su base legislativa y
territorial.
En sentido contrario, cuando el tarifazo impuso una agenda
negativa, los reagrupamientos opositores tomaron fuerza y se volvieron amenaza.
En el juego de suma cero, el oficialismo ya prácticamente no
está regido por el cordón sanitario al PJ que antes imponía el asesor estrella
de Mauricio Macri, Jaime Durán Barba.
La pata
multipartidaria
En ese marco, armadores clave de Cambiemos como el ministro
del Interior, Rogelio Frigerio, su vice, Sebastián García de Luca y el
presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó -los dos últimos peronistas-
apuntan a incorporar a orgánicos del PJ, massistas, progresistas y referentes
provinciales o vecinales de cara a las elecciones legislativas de 2017.
Pero no se trata únicamente de la costura electoral.
Frigerio se ocupó de aceitar el diálogo con los gobernadores sobre la base del
reparto de fondos a las provincias, pero su trabajo casi regresa al punto de
partida cuando las nuevas facturas de gas comenzaron a llegar con aumentos
desmedidos.
"Tenemos que ampliar la base de Cambiemos y excede a lo
que se define como 'la pata peronista'. Si la economía empieza a funcionar,
como todo indica que ocurrirá en el último trimestre del año, esa nueva fusión
será posible", sintetizó uno de los sastres políticos del oficialismo.
La estrategia consiste en tener buenas relaciones con
dirigentes territoriales de otras fuerzas, con el objetivo de mínima de que
sean aliados circunstanciales, y de máxima, que den el salto a la alianza
gobernante.
En ese péndulo se mueven, por ejemplo, los go-bernadores de
Neuquén, Omar Gutiérrez (MPN) y de Salta, Juan Manuel Urtubey (PJ), quienes
se-guramente ten-drán oferta electoral propia en sus provincias, pero sus
legisladores suelen ser grandes contribuyentes del quórum de Cambiemos.
En cuanto al peronismo, el Gobierno busca aprovechar una
situación prácticamente inédita, la falta de un jefe que conduzca el Estado y,
por ende, de un líder natural.
En la provincia de Buenos Aires, el gobierno de María
Eugenia Vidal sumó al gabinete al exmassista e intendente de San Miguel Joaquín
de la Torre, y comenzó a incorporar alcaldes de otros signos políticos, con la
lógica de que a mayor cercanía del poder más beneficios habrá para repartir en
sus comarcas.
En el plano nacional tienen apuntados a intendentes del
Frente Reno-vador como el catamarqueño Raúl Jalil o el salteño Gustavo Sáenz y
también aspiran a fortalecer su oferta electoral bonaerense con la jefa del
GEN, Margarita Stolbizer. En el ma-crismo saben que para que todo este proceso
de seducción avance, la reactivación de la economía es crucial.
Stolbizer, iluminada en los últimos días por su pelea
pública con Cristina Kirchner, se muestra cerca de Sergio Massa, pero
posiblemente despegue si el exintendente de Tigre se reinserta o estructura su
armado el año próximo en el PJ.
Por otra parte, la estrategia del oficialismo de afiliar en
todas las direcciones puede operar como manta corta. Un sector de la UCR
bonaerense levantó la voz ante el salto del alcalde de Azul, el peronista
Hernán Ber-tellys, a Cambiemos, justo en el interior provincial donde el
radicalismo talla.
Desplantes similares ocurrieron en otras provincias como
Córdoba por la afinidad entre Macri y el gobernador peronista Juan Schiaretti.
Encuestas y candidatos
Tomando como base la estratégica provincia de Buenos Aires,
Massa sigue firme en las encuestas, pero ese alineamiento del electorado
aparece volátil y, sin caja de un Estado grande que lo respalde, le cuesta
plasmarlo en los territorios.
Sondeos recientes realizados por Hugo Haime y Ricardo
Rouvier coincidieron en que, hoy, los bonaerenses elegirían a Massa, Daniel
Scioli, Florencio Randazzo y Elisa Carrió, en ese orden, para senador nacional
por Buenos Aires.
La grilla sorprendió en los laboratorios de Cambiemos por la
continuidad de Scioli como figura electoral atractiva y por la posición de
Carrió, detrás del podio peronista.
La jefa de la Coalición Cívica prepara su reaparición luego
de un reposo por orden médica y en su entorno deslizan que su preferencia sigue
siendo competir el año próximo para ser senadora por Buenos Aires. En Cambiemos
no lo dicen, pero esperan que vuelva a ser diputada por la Ciudad de Buenos
Aires, sobre todo por su capacidad disruptiva.
La chaqueña ya les puso bolilla negra a otro posible
candidato en Buenos Aires como Jorge Macri, al intendente de Lanús, Néstor
Grindetti, y a los principales responsables de la seguridad provincial,
Cristian Ritondo y el jefe de Policía, Pablo Bressi.
Por si fuera poco, frena otra probable incorporación de
Cambiemos, la del intendente peronista de Ezeiza, Alejandro Granados, justo en
el terreno donde el macrismo más necesita sumar en términos electorales: el
Conurbano
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