MATAR LA GALLINA
AGARRÁNDOLE LOS HUEVOS
Por Martín Risso Patrón |
[...] Entre todos han creado un monstruo, porque lo que en su momento
empezó como una zona de copas y pequeños espacios para la música en vivo, se
convirtió en poco tiempo en un espacio abierto al desenfreno, donde, por no
faltar, no faltan ni la prostitución, ni las drogas ni la violencia. [...]
[Portal informativo
Iruya.com]
«Concejales capitalinos analizan cerrar el corredor de la Balcarce y enviarlo a la zona del Parque del
Bicentenario [...]»
[Información pública
en medios locales]
Recuerdo muy bien el Bar
Madrid del turquito Cafrune con
sus billares amanecidos, humo de pucho negro, ginebras, poemas y canciones,
allá por los 60 Doña Clota, que era cuando usted lucía sus mocedades cuando
viajaba en el coche a motor Ganz Mavag
destino final Güemes, llevando gallinas y chancacas de regalo para mi tía
Negra, ahí cerca del hospital. Cómo no recordar el Hotel Trasandino y su bar
comedor, frente a la Estación; lo mismo que el Hotel Solá. Cómo no, Doña. Los poetas de Presencia creaban
madrugones en el Madrid desmadejando noches, esperando a que alguno vuelva del
hotel con una nueva poesía de carne y hueso y con hambre para comerse un pan
chanchito bien caliente con queso derretido y jamón. Recuerdo a Don Sencillo,
también con su vasito de vino Calchaquí, dorado como el sol, fresco como la uva
sacrificada en su nombre, en algún atardecer que nunca, nunca volverá...
Es el caso del Bar
Madrid, como dije, propiedad de don Ramci
Cafrune, tío del legendario cantor barbado, que mantiene abiertas sus
puertas desde hace 80 años, haciéndolo el bar más antiguo de Salta, lugar que
vio nacer a grandes cantores como el mismo Jorge
Cafrune, sobrino de Ramci, a los 16 años; Daniel Toro y su crística flacura
y bondad sin límites; nacieron también [es un decir] los Cantores del Alba, y
tantos otros artistas. Lo veo también a Antonio
Yutronich cubicando las paredes a ojo nomás con su cafecito adelante, como
pa’ poner un mural; el que ya estaba en su corazón, siempre, y lo puso en otro
lugar.
La sodería de los Pastore en su local original, ¿...y la
Bicicletería El Pibe? lo veo a Don
Sencillo inflando las gomas antes de irse al Barrio El Consuelo al oeste de las
vías en las lomas de Medeiros, y después de comprar algunos gramos de clavos o
alambre “pa’ la obra” en el Corralón
Gijón, ahicito nomás; esa bici que llevaba una bolsita atrás, de donde espiaban
la cuchara, el metro, algún cincel y la escuadra y el compás; espiaban, dije,
las andanzas del joven albañil que escuchaba en amoroso silencio los poemas de Toro, Alarcón, Adet, Perecito y tantos
más, incluso algunos periodistas de corbata, libretita y lápiz. En esa
Balcarce, estaba ya la Peña El Antigal. Ni hablar de las coladas que los
changos nos dábamos en el Cine Balcarce,
connotado, igual que el Florida, en
la Florida, por el sexo importado en celuloide que dispensaban en penumbras.
Corredor o qué
Despuntando el XXI en su mañosa posmodernidad, a alguno de
los nostálgicos ociosos como el que esto escribe, se le ocurrió dar los
manotazos de ahogado para que la calle Balcarce al pie de la Estación de
trenes, se emperifolle como en las viejas épocas, y sea lo que deba ser: La bella anciana de la noche salteña.
Ideas innovadoras para nuestra aldea amada, como los pubs, los almacenes retocados nomás, con sus entrañables
mostradores y estanterías; la onda
vintage como se dice ahora [que en su época era retro]; bodegones en patios añosos y caserones al pelo para
conversar apoyado en mesas, con objetos de cambalache como esas radios de broadcasting, faroles a kerosén y miles
de fotos de seres antiguos, conocidos y también de los otros. Peñas al mejor
estilo salteño. Alguien bautizó ese rincón el
corredor de la Balcarce con una secreta aspiración de niña bien, a la
europea. La changada del trocén y alrededores vivió una fugaz manera de hacerse
adultos escuchando jazz, rock, baladas oldies;
tangos, y esos blues de Pappo que ni
le cuento Doña. Fugaz, unos tres o cuatro años.
Hasta que el Corredor se fue convirtiendo en el corredor
directo al infierno de la procacidad aquella en que se mixtura la oferta de
boliches pedorros pero masivos, de esos que traen guita y hacen correr esa pasta
que no es guita, pero la trae a puñados; derruidores de locales añejos para
transformarlos en los módicos galpones
de amontonar chicos y chicas con bafles de chatarra y música ad-hoc,
ensordecedores literales que aplastan cualquier momento de trago o pucho bajo
el paraguas de un blues o de un
gotán. Galpones autorizados, Don
Sencillo. Autorizados, pero como construcción, ni como servicio, cumplen con
las normas de los otros, los originales, que son los pubs, los restoranes, los
locales de bailar sin estruendo, debidamente normados para funcionar en el
Corredor… Así se renovó La Balca; apocopada, fracturada,
amputada. Arrolladoramente una multitud mutante se hizo cargo de la noche
convirtiendo la diversión en diversionaje absolutamente pesado,
obsceno y vomitador cuyas calles aledañas son derivaciones del Corredor,
aptos para la meada y el excremento de chicas y chicos borrachos; también
rincones de hacer la cosa de parado nomás, y alguna vez una cuchillada y los
botellazos bolicheros.
“Pero usted, Profe,
dijo ‘autorizados’, no entiendo...” susurra como para sí misma Doña Clota
sabiendo que la escucho y sé que espía lo que escribo y encuentra el punto
exacto para chicanearme.
Mire vea, Doña, su pregunta me gusta y me permite decirle
que están autorizados ¿se entiende...? Por lo tanto existen, debido a que desde
el municipio y más arriba hay bendición papal a toda prueba: Trucheces de papeles
e interpretaciones sesgadas acerca de lo que es pub, local bailable, local con música, peña o restorán. Omisión
absoluta de otra cosa que no sea boliche,
aunque que en los pelpas oficiales figuren con los más finolis local bailable, pub, etcétera. Corrupción,
Doña, y la cana, que debiera estar para
meter en la ídem a tanto corrupto municipal y de los otros: inspectores que no
inspeccionan, debe exponer a su gente [hombres y mujeres] a cumplir con
recargos de servicio y los famosos adicionales
pagos por los otros corruptos, dueños de los boliches, cuando no por los mismos
municipales que son dueños de algún galpón [ver descripción arriba].
El ghetto
No me voy a cansar de denunciar la inoperancia mental de los
ediles aldeanos para imaginar una solución que sea la verdadera para las cosas
que los tupen y los dejan sin asunto. Vea Paisano local: Si hay sexo en las
calles, prostitutas, demandantes de servicios que no tienen dónde carajo
ejercer su legítima y necesaria conducta sexual, los legisladores se tupen. Momento en que aprovecha,
como siempre, el enano fascista que anda con la cuchara de sopar, siempre,
siempre que las instituciones de la República por alguna causa hacen agua.
Alguno alza la voz de persona sapiente y dice un par de palabras, que les
encanta a todos: “Zona de convivencia”, o “zona roja”. Simplemente: El ghetto. El rincón de la basura, esa
misma que son “los que no son como uno”.
El caso es que, por hoy, La Balca, entra en un rápido
proceso de destrucción cultural y concreta. Porque no faltó quien en el CD de
Salta diga la mágica palabra erradicar, ponerla fuera de nuestra
vista. Y así, practicar la vieja, querida y popular metida de la basura bajo la alfombra. Por supuesto, arrastrando a
lo que no es basura ¿se entiende? E la nave
va.
Maten esa gallina
En resumidas cuentas, nuestra calle que amasó historia desde
fines del siglo XIX, todo el XX y década y media del XXI; que emplumó como la
Gallina de los Huevos de Oro para poner a la Aldea en el mundo, y la puso.
Conocida en Europa, Japón, la América profunda y Rawalpindi. Empaquetada en
servicios turísticos para cenar con espectáculos peñeros, tragos y música
universal y popular. Chau, agarrada de
los huevos y degollada.
Sólo porque un par de corruptos oficiales y ciertos
oportunistas que ni minga de moral y ley reinan en esos reinos de galpón y
bafle con pasta de la sucia y jarras locas, se hicieron cargo prepotentemente,
de tanta historia y Cultura.
Aguante Don Cafrune del Bar Madrid, que hoy su rincón
subsiste para dar fe de lo que este maniático de la nostalgia denuncia como
inoperancia mental de quienes debieran poner orden, claro, en el Orden Público,
y no permitir que los corruptos se lleven puestos a muchachos y muchachas
emprendedores, músicos de vocación como un tal Facundo que acomete con su jazz
por las noches en La Balca, que lloran hoy porque los desalojan con los otros y
los mandan quién sabe dónde. Algún rincón allá por el Aeroclub parece ser, en
un campito del sucesorio de Pereyra Rozas que llegó a manos del gobierno y los
concejales sólo ven en él un hueco para meter galpones de contener gente. Y
dejar que corra, que corra nomás la pasta que no es guita y la jarra loca a la
que debieran ser condenados consumir hasta el final de sus días para que vean
de primera mano lo que es el pedorro y destructor servicio de tanto boliche sin
control.
© www.agensur.info
0 comments :
Publicar un comentario