viernes, 8 de julio de 2016

La continuidad de la confrontación en derechos humanos

"Estamos frente a un momento histórico que requiere gestos de generosidad”

Por María Luján Bertella
(Magister en Ciencias de la Educación)
(Ex detenida desaparecida / Testigo Causa Esma Unificada)

En el Congreso Eucarístico Nacional realizado en San Miguel de Tucumán entre el 16 y el 19 de junio, Monseñor Arancedo en su homilía central expresó: "Queridos hermanos, especialmente queridos jóvenes, sintámonos protagonistas de una Argentina dispuesta a superar odios y divisiones que nos enfrentan y aíslan, no temamos reconocer errores, vivamos nuestro presente, nuestras relaciones y nuestra historia con espíritu de reconciliación que no es debilidad, sino expresión de fortaleza moral y madurez espiritual."

En la celebración oficial del Congreso por el Bicentenario de la Independencia en Tucumán, Gabriela Michetti leyó un documento consensuado: "Tenemos frente a nosotros el desafío y a la vez la firme convicción de que este nuevo siglo que comienza será el de la equidad, el de la inclusión y el de la convivencia, respetando la diversidad y el pluralismo".

Paradojas del Bicentenario. En el mismo día se informa que fue aceptada la renuncia al Ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido y si bien considero que debe existir más de una razón subyacente en esta decisión, vuelve a trascender públicamente el debate en torno a sus declaraciones sobre el número de desaparecidos en la última dictadura militar.

No quisiera caer nuevamente en la discusión acerca de si los desaparecidos fueron 30.000 o fueron 8.000. La variación en los números no hace menos grave los hechos sucedidos durante la represión del Estado.

Sólo decir que, evidentemente entre 8.000 y 30.000 hay una proyección estimativa de personas desaparecidas que nunca fueron denunciadas por sus familiares. ¿Podemos hablar de ello? Se argumentó que las declaraciones del (ex) Ministro de Cultura porteño atentaban contra una bandera histórica, pero ¿La bandera histórica de los 30.000 desaparecidos es una bandera histórica inapelable?

Ya en el 2009 Graciela Fernandez Meijide (ex integrante de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos y de la Conadep) y Estela Carlotto (Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo) habían hecho declaraciones en torno al mismo debate (Perfil, 3/8/09). Significa esto que lo que Lopérfido refiere es una discusión que ya está instalada en buena parte de la sociedad, pero ¿es que de eso seguimos sin hablar?


Estamos frente a un momento histórico que requiere gestos de generosidad por parte de toda la ciudadanía, por parte de todas las instituciones, los grupos, las personas. La generosidad es en torno al debate de la verdad histórica de los hechos sucedidos en los años 70, generosidad para escuchar al otro, al que piensa diferente, a la construcción conjunta de la memoria que transmitimos a las nuevas generaciones.

En este contexto sigue sin interesar a la sociedad cual es la cifra de las víctimas del accionar violento de las organizaciones armadas, durante el período democrático anterior al golpe y posterior al 24 de marzo de 1976. Y no es para abonar la teoría de los dos demonios, es pura responsabilidad frente a los jóvenes de que se conozca y debata la historia completa.

Si las consideraciones de Darío Lopérfido fueron expresadas de manera terminante, la respuesta, en lugar de ser demostrativa del camino que proclamamos como sociedad querer recorrer, es aún más contundente y extrema. Una vez más, quien piensa diferente debe ser excluido. Aunque internamente seamos muchos los que reconozcamos que sus dichos tienen parte de verdad. Intuyo. Creo reconocer en esta decisión fuertes presiones que quizás deberíamos repensar como sociedad. De lo contrario, ¿cómo saldremos de la confrontación de las verdades que creemos absolutas y de la consideración que el que opina diferente debe desaparecer?

Si el desafío del Bicentenario es el respeto a la diversidad y al pluralismo, construyamos la verdad entre todos, es nuestro compromiso frente a las nuevas generaciones, no abortemos el debate, dialoguemos con madurez, no censuremos.

Carta al diario La Nación

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