La macro puede
aguantar un segundo semestre de
transición, pero baja la capacidad de consumo y
transición, pero baja la capacidad de consumo y
no crece la inversión.
Por Cristian Folgar
El gobierno se enfrenta, como era previsible, al contraste
entre las promesas de campaña y la realidad. A ello se suma el desafío político
que implica administrar las expectativas cuando en lugar del "shock"
se elige el "gradualismo".
De la promesa del "todos vamos a vivir mejor" de
la campaña pasamos a "el nivel de vida de cierto segmento de la sociedad
no era sostenible". De la lluvia de inversiones inmediata que se esperaba
sólo por la asunción de un nuevo gobierno, pasamos a la masiva llegada de
dólares financieros que todavía no se reflejan en un aumento significativo de
la inversión privada. De la reactivación para el "segundo semestre"
pasamos a la "luz al final del túnel", pero sin poder definir aún
cuán largo es el túnel.
La inversión pública está arrancando, el campo y el complejo
agroindustrial están empezando a mostrar buenas señales y los incrementos de
los beneficios sociales sumados al cierre de las paritarias mejorarán la
capacidad de consumo real de buena parte de la sociedad en lo que resta del
año. Estos serán los tres pilares sobre los que se asentará la economía hasta,
por lo menos, fin de año. Eso suponiendo que el Brexit tenga un impacto acotado,
si la situación internacional se desmadra, el túnel nos parecerá infinito.
Entre los dólares financieros que vía créditos puedan tomar
la Nación y las Provincias, sumado al blanqueo de capitales, no pareciera que
la restricción externa o la financiación del déficit fiscal vayan a limitar al
gobierno a corto plazo.
El punto es que el blanqueo se hace una sola vez y los
préstamos hay que devolverlos. La reforma previsional pondrá el nivel del gasto
público "inflexible" en un nivel más alto a futuro. ¿Quién puede
discutir la justicia de pagarle más y mejor a los jubilados? El problema es que
tenemos que juntar la plata todos los meses. Los préstamos que hoy tomamos,
mañana tenemos que devolverlos. La macroeconomía puede tolerar todo un segundo
semestre de transición. El tema es que si en el 2017 no empezamos a crecer en
serio sobre bases sólidas, fuera del empuje que puede aportar el Estado, las
cosas se van a complicar.
Inversión y deuda
Una discusión que debería empezar a darse es sobre la
calidad de las erogaciones que hace el Estado con la deuda que estamos tomando.
¿Estamos seguros que la productividad de esas erogaciones permitirán repagar
los préstamos que estamos tomando?. Si hay un país que sabe sobre la
inconveniencia de endeudar al Estado para erogaciones improductivas somos
nosotros, otra vez no deberíamos tropezar con la misma piedra.
Una cosa es endeudarse para financiar el Plan Belgrano y
desarrollar infraestructura social y productiva en buena parte del país y otra
muy distinta es, por ejemplo, aumentar los precios internos de la energía,
manteniendo subsidios para no agravar la cuestión social y no impactar en los
índices de precios, mientras que en el mismo momento YPF baja sus inversiones
un 25%. Los mayores precios de la energía los pagan los usuarios o los
contribuyentes (vía subsidios). Como el Estado tiene déficit parte de esas
erogaciones se están financiando hoy con deuda, pero si esos fondos que
transferimos de los consumidores o contribuyentes a las empresas energéticas no
se reflejan en mantener o aumentar las inversiones, el esfuerzo no tiene sentido.
Basta ver lo que está pasando en las provincias productoras
de hidrocarburos para darnos cuenta que las inversiones en ese segmento de la
industria están bajando, ni siquiera se mantienen constantes. En un momento en
el cual el Estado debe aumentar la demanda agregada se transfiere renta de los
consumidores o contribuyentes a empresas que no invierten en la misma magnitud.
Bajamos capacidad de consumo pero no la compensamos con inversiones. Asi, hoy
la demanda agregada baja, cuando necesitamos que aumente. De eso debe tomar
nota el gobierno. Si las inversiones en este sector las esperamos recién para
el 2017, ¿Por qué en lugar de dar el aumento al gas natural de una única vez no
se prorrateó en el tiempo en la medida que aumentan las inversiones?.
Está visto que nuestro Estado por sí mismo puede fomentar la
demanda agregada por un tiempo, pero mucho más corto que el deseable. Si las
inversiones privadas no empiezan a llegar en serio nos vamos a encontrar con el
problema de cubrir las cuentas del Estado con un nivel más alto de erogaciones
inflexibles y con la obligación de devolver la deuda (más sus intereses) que
hoy tomamos.
¿Cuánto tardará la economía en atraer inversiones privadas
productivas? Todo depende del escenario futuro que pueda diseñar el gobierno u
ofrezca el mundo. Alguien invierte si supone que tendrá demanda para sus bienes
y los podrá vender de manera rentable. La demanda por bienes locales puede
venir del mercado externo o interno. Los empresarios usualmente no tienen mucho
apuro por invertir, la ansiedad es de la sociedad o del gobierno, pero nunca de
los inversores.
¿Podrá el gobierno administrar las ansiedades de la
población, dar las señales y tomar las medidas necesarias para que la tan
esperada lluvia de inversiones llegue? Para que esto ocurra no bastará sólo con
“desactivar las bombas” heredadas y esta es justamente la pregunta que
empezaremos a respondernos en el segundo semestre.
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