“Esto que pasó nos
entierra, pero nos hemos enterrado solos”
Por Elsa Drucaroff
(*)
Tristeza. Tristeza enorme. Nosotros no podemos ser como
ellos. Pero lo fueron (no voy a decir "lo fuimos", no me voy a dejar
poner ahí adentro). Lo son en una importante proporción. Sé que no todos de
nuestro lado son eso, pero los corruptos no son seres aislados particularmente
ambiciosos que toman cocaína o les falta honestidad: marcan una mecánica de
FUNCIONAMIENTO SISTÉMICO.
Y Cristina tuvo la posibilidad de cambiarlo (tuvo una
legitimidad inmensa, tuvo el poder y el apoyo masivo para hacerlo). Pero no
sólo no lo hizo, ni siquiera lo intentó, participó activamente de lo mismo.
Nadie le pedía siquiera que limpiara "hacia
atrás", que reconociera las corrupciones anteriores. Hubiera bastado con trazar
una raya firme, decir "de ahora en más, la política se hace de otro
modo" e incluso ella hacerla, de ahora en más, de otro modo. Impedir desde
ese punto en adelante.
No hizo nada de esto. Al contrario.
Por supuesto que eso no quita que fue el único gobierno que
atendió a los intereses populares en muchísimas décadas, no invalida lo bueno
que hizo. Pero había logrado empezar a convencer a muchos de que hacer política
era luchar por causas sociales, había empezado a llenar de sentido la palabra,
incluso si sabíamos que no era todo precisamente puro, incluso si conocíamos
las insuficiencias del proyecto y sus graves contradicciones.
Hace mucho que sabemos que la corrupción es sistémica y está
alentada y constituida por y desde el poder. Es su condición de funcionamiento,
te lo confiesa cualquier político "práctico" en voz baja, cuando
hablás con él. Y lo digo porque me lo han confesado a mí.
Y si bien podemos decir que Menem hizo volar Río Tercero y
mató a 7 personas (con 300 heridos) para tapar un negociado (en consonancia con
un grado de corrupción e impunidad peor que el que hemos visto en el
kirchnerismo), también tenemos que admitir que el kirchnerismo protegió a
Menem, impidió que fuera preso, y lo tuvo públicamente de aliado... Y esto FUE
JUSTIFICADO por la mayoría de la militancia kirchnerista (no por mí, no por
algunos) con el destructivo argumento "realista" de que se precisaba
su voto.
Argumento inexacto -porque lo que se precisaba, sobre todo,
es que el sistema corrupto se protegiera a sí mismo, tal como se vio y se ve
tantas veces en los fallos de los jueces-, y argumento peligroso y destructivo,
porque sostener la complicidad sistémica con la corrupción termina desvirtuando
los mejores objetivos políticos.
No es realismo necesitar a Menem. Es liquidar a largo plazo
los objetivos del proyecto. Como se ve ahora.
El movimiento dinámico y amplio que despertó el
kirchnerismo, el que llenó en pleno verano aciago del 2016 plazas y calles, el
que salió desesperado a ganar votos para Scioli mientras la dirigencia -con
Cristina a la cabeza- trabajaba para que Scioli perdiera, el que le reclamaba a
Macri (yo estaba entre ellos) "abrí el Congreso la puta que te parió"
en febrero, creyendo ingenuamente que si venían NUESTROS diputados y senadores
lo íbamos a parar, esa gente llena de fuerza y ganas de defender lo que
obtuvimos, que no es necesariamente orgánica del kirchnerismo, que simpatiza,
que entiende, que elige... Esa gente que hacía nuestra fuerza... ahora sabe que
llegó la derrota.
Es TERRIBLE que cuando sale a la luz este episodio
repugnante del descompuesto de López, la respuesta de Cristina sea así de
insuficiente.
"Que nadie se haga el distraído", dice ella, en
renegación profunda, haciéndose la distraída antes que nadie. Tomándonos por
tontos.
Puede ser que a quienes buscan siempre un jefe o jefa para
seguir ciegamente los tranquilice que Cristina haya dicho esta vez algo; puede
ser que los fanáticos ahora agredan a quienes (desde ESTE lado y no del otro)
intentamos pensar en medio de la debacle. Puede ser que haya voluntaristas
bobos que escriban cosas como "a militar, compañera, a no bajar los
brazos", como si con la voluntad bastara para tapar el cielo con las
manos. También saldrán los que enumerarán la corrupción del gobierno de Macri,
y será cierta, probablemente, cada cosa que digan. Y también están los que
mostrarán que detrás de esta historia entre patética, bizarra y psicótica están
la mano de Stiuso y el armado maquiavélico para que la prensa tenga con qué
tapar lo que se decidió en estos dos días últimos, en el Congreso.
Es probablemente así, fue probablemente un armado
maquiavélico... ¿Y qué?
¿Eso niega que López tenía el dinero de hospitales para
argentinos humildes, en una valija? ¿Eso niega que era el segundo de De Vido?
¿Eso niega que Cristina los tuvo todo el tiempo en su gobierno?
Ninguno de esos argumentos va a cambiar el desastre en el
que estamos.
Es TERRIBLE que el FPV no le quiera quitar fueros a De Vido.
Nosotros, los que estamos activos reclamando contra el ajuste de Macri,
tendríamos que estar exigiendo a nuestros dirigentes que lo hagan.
Cada ladrón, no importa de qué bando, debe ser juzgado.
Terminar con la corrupción sistémica es el modo de defender la legitimidad de
un gobierno popular que no puede dejar servidos contra él motivos
espantosamente válidos.
Esto que pasó nos entierra, pero nos hemos enterrado solos.
Este es el final de lo que hubo, de lo que hubiera podido haber: el final de
que la política vuelva a ser realmente política popular. Y no la carrera que
promete relojes de marca, piletas climatizadas, avionetas privadas, pisos en
Puerto Madero y cocaína de pureza suprema para sentir que la tienen muy grande,
enorme, y mueven el mundo con un dedo.
Es desolador. Podemos tener perfectamente macrismo durante
ocho años... final de todo. O un desastre que, con un país deshecho, nos ponga
en manos de Masa.
Deshacer lo que se hizo ha terminado siendo tan fácil...
Pero dejémonos de joder, desde hace bastante que la responsabilidad de que esto
esté ocurriendo no es solamente (ni siquiera principalmente) de Mauricio
Macri...
(*) Escritora, crítica, profesora de Letras, periodista y militante
kirchnerista.
© Elsa Drucaroff
(Facebook)
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