López preso, 8,9
millones de dólares en imágenes, De Vido
en "zócalos" y un macrismo
que respira aliviado
Por Federico McDougall
Fajos y fajos de dólares apilados sobre más fajos y más
fajos de dólares.
Las fotos que ayer se multiplicaron al infinito por todos
los medios de comunicación tras la detención del ex secretario de Obras
Públicas del kirchnerismo, José López, impactaron de lleno en el escenario
político y volvieron a darle vigencia a aquel dicho popular que reza que
"una imagen vale más que mil palabras".
El primer plano de los millones de dólares, junto con euros,
yuanes -y monedas raramente vistas por los argentinos, como los riyales
qataríes-, que el ex funcionario pretendía esconder en un convento de General
Rodríguez, en medio de la noche, sacudió a toda la escena política
nacional.
El conteo final dio 8.982.000 dólares y 152.000 euros, un
billete arriba el otro.
La mayor parte del dinero estaba en fajos termosellados de
u$s30.000, u$s50.000 y u$s80.000, en billetes de 100. Pero se encontró dinero
en cuatro monedas: dólares, euros, yenes y billetes de Qatar
Esta cifra junto con el descubrimiento de armas de fuego y
el intento de soborno a los policías que intentaron detenerlo se convirtieron
en ingredientes de un cuadro grotesco y hasta tragicómico, de no ser porque,
por detrás de estos fajos, se oculta una trama de corrupción que amenaza con
hacer colapsar al kirchnerismo como fuerza política.
Para los analistas, el Gobierno gozará, a partir de ahora,
de una bocanada de aire fresco que le permitirá evadir las dudas que la
inflación, el tarifazo y el oscilante rumbo económico habían generado en un
electorado que, hace poco más de seis meses, llevó a Mauricio Macri a la
presidencia.
Los expertos entienden que la duración de esta pausa
dependerá de cómo el Gobierno administre el escenario y de cómo reaccione el
kirchnerismo, de ahora en más, ante la compleja y embarazosa situación de que
uno de los referentes de su gestión haya sido encontrado "con las manos en
la masa".
"Esto le da mucho aire a Mauricio Macri porque le
permite explicar, sin pronunciar ni una palabra, el por qué de la dureza del
ajuste", advierte el especialista en comunicación política Diego
Dillenberger.
El experto sostiene que el Gobierno cometió el error
originario de no denunciar la herencia que recibió del kirchnerismo a las pocas
horas de asumir.
Al ser consultado sobre el margen que le dará el tema a
Cambiemos, Dillenberger sostuvo que a pesar de la volatilidad de las noticias
en la Argentina, el "Caso López" servirá, en principio, para que el
kirchnerismo haga un "tiempo de llamado al silencio" que será, en
términos políticos, muy redituable para el oficialismo.
Desconcierto K
Mientras que algunos referentes y hasta La Cámpora misma
señalaron a López como un ex funcionario que le hizo un grave daño al proyecto
K, otra figura como Aníbal Fernández intentó que el escándalo no termine
explotando dentro del círculo kirchnerista.
"Qué asco lo de José López. Ojalá vayan todos presos
los que aprovecharon un gobierno nacional y popular para robar y hacer sus
negocios", sostuvo la dirigente de Nuevo Encuentro, Gabriela Cerruti.
"Tristeza y bronca porque le hacen daño a un proyecto
que fue lo mejor que le pasó a este país en muchas décadas. Vamos a volver,
mejores", agregó.
Desde La Cámpora, José Ottavis fue el más autocrítico, dado
que llegó a vincular la corrupción con la derrota electoral de octubre.
"¿Saben por qué perdimos las elecciones? Por los José
López", disparó.
Ottavis, además, le propuso a su espacio hacer un mea culpa:
"Tenemos que hacernos cargo, este tipo es de nuestro partido, este tipo
fue muchos años funcionario de nuestro gobierno".
Más tarde, La Cámpora emitió un comunicado formal en el que
aseguró "repudiar la conducta del señor López".
"Habiendo tenido la oportunidad de contribuir al
crecimiento de un proyecto político transformador eligió dañarlo, perjudicando
con su accionar no solo a sus simpatizantes sino al conjunto del pueblo
argentino", agrega el texto.
Mientras que que una parte del kirchnerismo se refugió en un
discurso por momentos bastante autocrítico, Aníbal Fernández trató de despegar
a esta fuerza política del escándalo.
"En esto no tiene valor ni la pertenencia ni el color
político, siendo hechos que constituyen delitos que no pueden ni deben ser
tolerados", afirmó el ex jefe de Gabinete.
Incluso, aprovechó su cuenta de Twitter para pasarle factura
a Macri: "Este hecho repudiable, Panamá Papers o cuentas en HSBC, son
delitos intolerables que agravian a la sociedad y deben ser investigados".
Bocanada de aire
fresco para el oficialismo
Lo que queda en claro es que, para el macrismo, el episodio
constituye la oportunidad perfecta para revalidar la lealtad con aquellos
votantes que, por sobre todas las cosas, le reclamaban ubicarse en las
antípodas del estilo K.
Cabe destacar que este escándalo que salpica al kirchnerismo
se da en momentos en que la imagen del Presidente dejó de caer.
La aprobación hacia la figura de Macri -que había arrancado
con un nivel positivo del 65%- llegó a caer hasta el 51% en abril, luego de la
serie de tarifazos. Sin embargo, tras las últimas medidas anunciadas
-especialmente aquellas en favor de los jubilados- se posicionó en un 54%.
Dillenberger señala que no hay ingenuidad en la estrategia
de comunicación del macrismo. Y da a entender que el Gobierno explotará este
escándalo a su favor.
Según el experto, "al igual que en los días posteriores
a la detención de Lázaro Báez, el oficialismo le imprimirá espectacularidad a un
caso que, por sí mismo, ya rompe con todas las reglas de la
verosimilitud".
Rápido de reflejos y en sus primeras declaraciones, el
Presidente calificó la detención del ex viceministro de Obras Públicas como un
"episodio bochornoso".
Además, aprovechó para diferenciarse de la anterior gestión
y reafirmar que para su Gobierno un "elemento central" a la hora de
hacer política es la "transparencia".
"Estamos cambiando claramente y está bueno que pongamos
a la luz todas las prácticas que queremos erradicar en Argentina", agregó.
Incluso, el oficialismo -a través del ministro de Seguridad
bonaerense, Cristian Ritondo-, se encargó de hacer públicas las felicitaciones
que Macri envió a los policías que actuaron en el operativo de detención y no
se dejaron coimear.
"Además de ser una bocanada de aire fresco para Macri,
es una bocanada de aire turbio para el kirchnerismo y para la población,
lastimada por la corrupción", analiza la encuestadora y socióloga Graciela
Römer.
Para el círculo K, este escándalo tiene un doble impacto
porque, a diferencia de lo que sucedió con Báez -un caso que cobró impulso a
través de los videos de La Rosadita-, aquí no hay indicios de ninguna supuesta
operación mediática o persecución política.
El impacto para la fuerza que se ubica bajo el paraguas de
Cristina Kirchner es innegable: el propio Julio de Vido reconoció públicamente,
en un acto en General Rodríguez realizado en julio de 2015, que José López era
su mano derecha.
Römer asegura que hay que analizar el "Caso López"
en el marco de un escenario local donde la corrupción figura entre las
principales preocupaciones de los electores.
"Las demandas por la inflación y el temor a perder el
empleo están presentes, pero la corrupción permanece y crece de manera
sostenida", afirma.
Además, la analista sostiene que la detención del ex
funcionario es apenas un capítulo dentro de una trama de negocios turbios y
cree que es importante interpretarlo a la luz de la "ola
anticorrupción" que se vislumbra en la región y, sobre todo, en Brasil.
Cambios en el
peronismo
A futuro, la analista vislumbra que el tema repercutirá en
los "movimientos tectónicos" de un peronismo fuera del poder.
"Si uno analiza la campaña, las referencias a los temas
de corrupción eran mínimas. A partir de ahora, el peronismo no va a poder hacer
más la vista gorda", asegura.
Entiende que la dimensión del caso, "que recuerda las
aventuras del narco Pablo Escobar", obligará a "los distintos
peronismos" a tomar posición rápidamente.
Sin embargo, no todo es alegría en el seno del macrismo. El
escándalo que destacó el Caso López también genera algo de inquietud entre los
estrategas de Cambiemos, especialmente de cara a las elecciones legislativas de
2017.
Saben que tienen más por ganar en los comicios con un
kirchnerismo en el centro de la escena, para continuar explotando el
sentimiento "anti K" de parte del electorado, que con una fuerza
diezmada.
Esto le dejaría más espacio a referentes con buena imagen y
más moderados, como Sergio Massa, Diego Bossio y Juan Manuel Urtubey, quien
este martes recibió a Macri en Salta para acompañarlo en un anuncio de gestión.
Un deja vu del caso
Báez
Por lo pronto, el Gobierno ya ganó la primera batalla, que
es la del impacto mediático.
La imagen de López con casco y chaleco antibalas, conducido
por el grupo de élite de la policía para su detención, resulta de una potencia
política demoledora, más allá de lo que finalmente ocurra en el plano judicial
con la acusación de enriquecimiento ilícito.
Fue inevitable el recuerdo de lo ocurrido en abril, cuando
Lázaro Báez era sorpresivamente detenido y todo el sistema político tembló por
la posibilidad de que se desentrañara un entramado de corrupción con eje en la
obra pública.
Los parecidos no se limitan al impacto mediático, sino que
alcanzan también a la investigación judicial. Si Báez representaba el caso del
empresario beneficiado con sobreprecios de la obra pública, López encarna el
otro lado del mostrador, el del funcionario con poder de decisión sobre las
contrataciones y los pagos.
Y está claro que, acaso más importante que López, el tema
salpica al ex superministro Julio De Vido.
Mientras el macrismo respira con alivio por el oxígeno
político recuperado, la saga de la corrupción kirchnerista le permitirá avanzar
con los retoques al plan económico, sin que los focos de la opinión pública se
localicen sobre el dinero de funcionarios macristas fuera del país o sobre las
contramarchas del tarifazo.
Por ahora, las imágenes de los millones de López tienen el
rating garantizado. Hasta que estalle el próximo escándalo.
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