Por Gabriel Profiti |
La imagen de los millones de dólares, junto a euros, yuanes
y riyales qataríes, que José López pretendía esconder en un convento de General
Rodríguez se proyecta como otra demostración, demoledora, de la maquinaria de
corrupción puesta en funcionamiento durante el kirchnerismo en torno a la obra
pública.
No hay que ser erudito para atar cabos: el hombre encargado
de llevar adelante los planes de infraestructura durante doce años bajo la
tutela del entonces superministro Julio De Vido fue detenido arrojando, solo,
los bolsos con dinero.
La escena empalma en secuencia con la filmación del clan
Báez, favorecido justamente por la adjudicación de obras públicas, contando
dinero en la financiera SGI -La Rosadita- y realza la versión del
"arrepentido" Leonardo Fariña, quien habló ante la Justicia de un
"plan sistémico cuyo objeto fue el vaciamiento de las arcas públicas
mediante la obra pública".
López era uno de los hombres clave del Ministerio de
Planificación Federal; el otro era el segundo de De Vido, Roberto Baratta,
quien se ocupaba principalmente de cuestiones vinculadas a la energía; y el
tercero era Ricardo Jaime, cuya diferencia con sus pares era que reportaba
directamente a Néstor Kirchner.
Jaime, eyectado de la función pública en 2009, ya se encuentra
en prisión acusado de múltiples delitos de corrupción al frente de la
Secretaría de Transporte y ahora López le sigue los pasos. La línea de puntos
avanza sobre De Vido, con fueros como diputado.
Lo cierto es que el exsecretario de Obras Públicas habría
actuado en forma desesperada ante el avance de la Justicia en causas que lo
involucran como mano derecha de su exjefe. La semana pasada una comisión de la
Cámara de Diputados emitió un dictamen a favor de la autorización para allanar
el domicilio del exministro, quien previamente había frenado el procedimiento
por sus fueros.
Según los diputados de la Coalición Cívica, Elisa Carrió y
Fernando Sánchez, quienes denunciaron a López por los planes federales de
vivienda y por el programa Sueños Compartidos, el desvío del dinero destinado a
obra pública tenía varias etapas.
"Licitaban obra pública, direccionaban un ganador, que
podía ser Lázaro Báez o Electroingeniería, una vez que ganaba les daban un
porcentaje de anticipo financiero y acopio; con eso se dibujaban algunos gastos
como estudios de prefactibilidad que no se hacían; después se demoraban etapas
de obra para redeterminar precios, mejor si era en períodos de inflación, y
también solían ampliar las obras para asignar nuevos recursos sin concurso. Eso
sin contar los sobreprecios", detalló Sánchez.
En términos políticos, la chapucería con la que obró López
significa otro golpe político al corazón del kirchnerismo y da aire al
Gobierno, justo cuando su plan de ajuste impacta fuerte sobre buena parte de la
sociedad y surgen cuestionamientos por los millones depositados por varios
funcionarios en el exterior.
Algunos de los fieles seguidores de Néstor y Cristina
Kirchner suelen afirmar que la corrupción no empaña a todo un proyecto político
o que esas maniobras sirvieron para financiar a la política en un país en el
que cualquiera no puede hacerlo.
Sin embargo, las imágenes del "físico" son tan
brutales que derriban cualquier argumento, sobre todo en un país donde doce
años después la pobreza sigue en aumento y el camino al desarrollo continúa
entre las cuentas pendientes.
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