SU VISIÓN AMERICANA, PENDIENTE
DE RECONOCIMIENTO
Por Martín Risso
Patrón
Desde Bartolomé Mitre, y por decisión de él, transcurrieron
casi 200 años de ignorancia sobre la verdadera historia nacional de la Guerra
del norte liderada por el General Martín Miguel de Güemes, llevándonos esto a
la tragedia del silencio, la aculturación del Pueblo argentino, y la negación
de la unión latinoamericana.
Aunque leal resulta aquí destacar que Mitre,
cuando ya retirado de la política y las guerras, a fines del s. XIX, y en el
seno de la corporación numismática histórica que fundó académicamente, origen
de la actual Academia Nacional de la Historia, hizo acuñar una medalla en cuyo
anverso se observa una carga de la caballería gaucha y en el reverso una loa al
General, de su pluma. Esta medalla le fue entregada como testimonio a los
nietos de Güemes.
Sí, pues, el silencio sobre la Verdad de la ausencia de una
América Libre y Unida. [Preguntar por Artigas, por Bolívar y por ese denostado
líder Don Felipe Varela, que en su bandera insignia llevaba estampado el grito:
"Por la Unión Americana"]. Preguntar por Güemes.
Mientras el General Gaucho daba su vida borrando fronteras
[con la negación del Directorio] aquí por lo pagos del norte, los otros
dividían el sagrado suelo americano, San Martín entre ellos, y Belgrano con
algunos otros perdían terreno en sus batallas.
Hoy hay quienes discuten sobre el "feriado" [que
nadie plantea en el contexto del reconocimiento nacional a Güemes como Héroe de
la Independencia], sin tener ni idea de su importancia en esas épocas de sangre
y fuego, para bien de la Patria. Son múltiples y variados los documentos que
testimonian la vocación americanista del General.
A despecho del centralismo portuario del Directorio, y
cosquilleándoles las verijas al caballo en retirada de los Godos y sus quintas
columnas traidoras autóctonas del criollaje local bien avenido con Buenos
Aires, nuestro Gaucho General hilvanó el perfil patrio en el trópico de
Capricornio.
Carecía por culpa de la burocracia porteña de la más
importante condición militar para la guerra: la logística de la munición de
boca y de las armas; pero lo resolvió con la sabiduría del montaraz,
desarrollada en largas siestas de niño observador y adaptado a las labores en
la hacienda de su padre, que lo llevara a conocer la topografía del terreno
tanto como al peón y su familia, en su riqueza cultural y adaptación al
terreno. Güemes logró abastecerse de carne, pan y lo elemental para el alimento
de su tropa, en las mismas familias de los criollos y originarios que veían en
él al Líder insustituible y que seguro venían de estirpes de Pueblo como los
Chocobar, los Guaymás, los Villca, los Quipildor, los Puca y Tacataca [perdón
paisanos, pero son muchos más los apellidos ilustres de la Guerra de Güemes que
sin estar en el olvido, hoy escapan a la memoria, pero subsisten en su sangre
americana y son nuestros vecinos]. Sus mujeres amasaban generosos panes,
espiaban e informaban, carneaban y charqueaban y cultivaban la tierra para las
verduras. La propia hermana del Héroe, Magdalena Güemes de Tejada, popularmente
conocida como La Macacha, elaboró toda esa estrategia de poner a la mujer en
papel de guerrera, lográndolo con creces pues multiplicó las huestes patrias
con las gauchas hembras cuya historia todavía está por contarse.
Esa suerte de aislamiento al que Buenos Aires con sus
doctrinas de la Guerra estática sometieron a Güemes, no hizo mella ni siquiera
en los dineros con que les pagaba los duros esfuerzos a sus gauchos soldados:
El General se permitió acuñar moneda de plata, y eso, en el contexto político
nacional, fue un acto de valientes.
Su doctrina militar [era formado como soldado de carrera],
estuvo por sobre el concepto europeo de la tropa inmóvil y la carga de
caballería con el batir del cañón, y se innovó, viene muy bien esta metáfora, a
caballo de la realidad del terreno y de sus gentes. Inventó, Güemes, la guerra
ligera, el combate móvil en base a la Caballería, la sorpresa y el coraje de la
lanza y el sable degollador. El sigilo y la astucia de sus cuadros, sumados al
conocimiento íntimo del terreno, hicieron lo suyo en la Guerra Gaucha. Los
resultados están a la vista.
Pero su visión fue más allá, mucho más allá, profundizando
en la cuestión social de sus combatientes, para quienes logró el Fuero de
Soldado [estatus laboral y profesional del que lo excluía Buenos Aires,
precisamente por quitarle valor a la estrategia no convencional que
cultivaban], al que Güemes bien llamó el Fuero Gaucho, que se tiene también
como origen o matriz de las futuras cuestiones sindicales que necesitaría el
país en su soberanía. Y lo más importante: Su perspectiva nunca, nunca, dejó de
encontrar la razón para tener una América Unida. Esta América mestiza.
Porque Güemes, Paisanos queridos, es el más americanista de
nuestros héroes nacionales. El testimonio fundamental, su propia vida.
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