"Las antinomias no
sirven, retrasan y
al final pagamos todos"
Litto Nebbia: "Yo soy un militante de la independencia musical". |
Por María Gabriela Ensinck
Una casona del barrio porteño de Villa Urquiza, de esas con
techos altos y patio al fondo es la sede de "Melopea", su sello
discográfico y búnker musical. Allí, entre CDs, discos, instrumentos y consolas
de grabación, Litto Nebbia está en su hábitat. Frente a un lustroso piano de
cola, tarareando viejas canciones, el fundador de "Los Gatos" recibió
a 3Días para charlar acerca del
Bicentenario de la Independencia y lo que esta palabra, tan solemne y
mencionada hoy, significó a lo largo de su vida como músico, artista exitoso y
perseguido, emprendedor y militante de la cultura popular.
Nacido en Rosario, en un hogar humilde pero profundamente
musical (su madre era concertista de piano y su padre cantante melódico), Félix
Francisco "Litto" Nebbia, empezó su carrera artística muy temprano. A
los 15 años, grabó su primer disco, y a los 17, junto con su banda "Los
Gatos Salvajes", se vino a Buenos Aires a probar suerte y, sin quererlo ni
saberlo, fundar un nuevo género: el rock nacional.
Cuenta la leyenda, y Litto no la desmiente, que una
madrugada de 1967, junto a su amigo "Tanguito", en el baño del bar
"La Perla" de Once, ambos compusieron "La Balsa", su primer
hit y piedra fundacional del rock cantado en español.
Años más tarde, durante la dictadura, esa canción sería
prohibida y Litto enfrentaría persecuciones y amenazas, lo que lo llevó al
exilio en México. Peor suerte había corrido Tanguito, muerto en circunstancias
dudosas en 1972, tras varias temporadas en la cárcel y el neuropsiquiátrico
Borda.
Momentos tristes, angustiantes, pero también episodios de
alegría y esperanza tamizan la vida de este artista popular, reflejándose en
sus canciones, y en parte en esta charla distendida que mantuvo con 3Días.
- ¿Cómo te preparás para los festejos del 9 de julio siendo que en el
reciente aniversario de la Revolución de mayo no hubo espectáculos musicales en
la Plaza?
-Me dio pena que no hubo números artísticos ni gente en
Plaza de Mayo. No sólo porque uno se había acostumbrado en los últimos años a
esas fiestazas impresionantes, sino por la ausencia de la música. Y no se trata
de armar un espectáculo que sale un millón de dólares, sino de organizarlo y
convocarlo. Pero bueno... no se dio, y espero que esto sea algo transitorio.
Entiendo que la preocupación hoy pasa por lo económico. Pero hubiese estado
bueno que la gente pudiera salir a encontrarse y darse un abrazo. Me acuerdo lo
que fueron los festejos del Bicentenario de la Revolución... No sólo porque
toqué, sino porque después anduve caminando por ahí y era emocionante, había un
millón de personas y no se veían discusiones, violencia ni ola de robos... La
verdad es que había otro clima.
-Si se hace un festejo en Tucumán, ¿vas a participar?
-Sí, me contactaron de Tucumán y seguramente voy a estar,
porque me encanta ir al Norte, allá hay un movimiento musical extraordinario
que desgraciadamente no se conoce en Capital... Y también voy a filmar un
saludo por la Independencia para la tele junto con otros actores y artistas,
filósofos, escritores.
-¿Qué significa para vos la Independencia?
-Mi primer conocimiento de la Independencia fue, como la
mayoría de nosotros, en la escuela. Se festejaba y uno no tenía la menor idea
de lo que significaba. Después esa palabra va corriendo en tu vida y le vas
encontrando otra cantidad de significados en la profesión, la política y tu
forma de vida, hasta llegar a la independencia de los pueblos...
-¿Y cómo es ser un músico independiente?
-Yo soy un militante de la independencia musical. Decidí muy
temprano apartarme del sistema discográfico formal, y hace 25 años fundé esto
que es Melopea discos, en la casa de mi madre, donde estamos.
-¿Cómo fue crear tu propia discográfica?
-Cuando se me ocurrió esto de fundar un sello independiente,
algunos lo entendieron como una empresa privada, o como si me hubiera comprado
una lancha... Yo no lo hice pensando en el negocio, porque no tengo mentalidad
empresaria. Tengo mentalidad artística y necesito la independencia porque es lo
más importante para el arte. Tenés que tocar, escribir y publicar lo que a vos
te surge y te nace, lo que hacés de corazón. Después te puede ir bien o mal
económicamente, esa es otra historia.
-¿Cuándo decidiste ser músico?
-Tuve la suerte de comenzar muy pequeño. Grabé mi primer
disco a los 15 años. O sea que desde los 15 tuve la posibilidad de pelear con
los sellos, porque siempre quise grabar mis temas y lo que a mí me gusta. Nunca
transé en cuanto a que tenés que grabar esto o aquello. Hasta los 30, trabajé
para los sellos comerciales. Y mal no me fue porque vendimos seis o siete
millones de discos.
-¿Cómo te adaptás a la digitalización?
-Nosotros tomamos lo que vemos más positivo de las técnicas
de audio digitales, y también seguimos usando instrumentos en forma analógica.
Tenemos una mesa Neve, con la que Los Beatles grabaron sus primeros dos discos.
Hacemos solos de violín, y después enchufamos teclados.
-¿Estás produciendo a artistas nuevos?
-Hicimos muchísimos discos en estos 25 años. Melopea tiene
un catálogo que parece el de una multinacional. Pero no es más que el empeño,
el ingenio y las ganas de hacer cosas. Tenemos 600 álbumes, la mayoría de
artistas argentinos, y también uruguayos. Tenemos mucha música instrumental:
tango y folklore del bueno. Algo de bandas sonoras, mis discos personales y
también algunas reliquias. Grabé los primeros discos de Adriana Varela y al
polaco Goyeneche; dos discos de Virgilio Espósito, Héctor Stamponi, autor del
tango "El último café", que este año cumpliría 100 años, y a quien
vamos a hacer un homenaje.
-¿Seguís componiendo?
-Yo grabo 5 o 6 discos por año, con composiciones nuevas.
Hago un poco de temas míos y otro poco que produzco. En julio va a aparecer un
disco de Leo García, en agosto uno de Silvina Garré conmigo a dúo, que es un
homenaje a Antonio Carlos Jobim, Tom Jobin, creador de la bossa nova, una de
las mejores músicas que se hayan oído.
-¿Hasta qué punto la Bossa Nova influyó en la trova rosarina?
-Yo soy anterior a la trova rosarina. Vengo de Los Gatos
Salvajes y los Gatos. Después vinieron Juan Carlos Baglietto, Fito Páez,
Silvina Garré... nos conocemos y tocamos juntos, claro. Pero cada uno compone y
toca lo que le viene a la cabeza, dictado por el corazón. Yo tuve la suerte,
como mis viejos eran músicos, de escuchar mucha música desde chico. Cuando
nació la bossa nova yo tenía 10 años, y llegó a casa el disco. Y a los 19, fui
a Brasil y toqué con Jobim. Fui muy privilegiado, porque mis padres me acompañaron
en esta pasión.
-En los 70, durante la dictadura, tuviste que exiliarte... ¿Qué te dejó
esa experiencia?
-Me fui a México en la época brava de la dictadura. Salí
cuando terminó el mundial 78, ya hacía más de un año y
medio que estaba prohibido, no se podían pasar mis canciones ni podía tocar. Y
llega un momento en que vivís en un estado de nervios tal que te volvés loco.
Además, no tocás, no tenés trabajo, no existís... Aguanté hasta el mundial,
justo el día en que cumplí 30, un 21 de julio, vendí un par de sintetizadores y
saqué un pasaje a México. Me fui con un par de instrumentos y 60 dólares en el
bolsillo.
-¿Por qué a México? ¿Tenías contactos allá?
-No, aterricé en México como podría haber aterrizado en
Júpiter... Yo quería ir a un lugar hispanoparlante para poder seguir
componiendo y cantando canciones en castellano. Y los mexicanos me ayudaron
mucho. Son un pueblo con una solidaridad enorme. Empecé a pedir trabajo en las
universidades que organizaban conciertos. Al principio fue difícil, porque no
me conocían ni conocían ningún músico de Argentina, así como nosotros no
conocíamos a los músicos mexicanos.
-¿Qué Argentina encontraste al volver?
-Volví en 1982, después de Malvinas, cuando el gobierno
militar ya estaba débil y se había llamado a elecciones.
-¿Creés que la guerra de Malvinas y la prohibición de pasar música en
inglés le dio un impulso al rock nacional?
-No, eso es un disparate. No estoy nada de acuerdo por la
cantidad de muertos que dejó la guerra. Lo que hubo fue una reacción, de esas
que hay a veces en el fútbol, en la música o en la política, cuando pasamos de
un extremo al otro. De pronto éramos tan patriotas que no podíamos escuchar un
disco en inglés, cuando toda la vida se escuchó música en inglés y nadie pasaba
nuestros discos, porque además los habían tirado o quemado. Eso fue un acting,
no una política cultural.
-¿Supiste por qué prohibieron tus canciones?
-Jamás. De la misma manera que mucha gente que fue
secuestrada y torturada nunca supo por qué. Como el criterio de ellos era hacer
desaparecer a la gente sin juicio y sin explicación, menos me la iban a dar a
mí... Una vez, en el año 89, tuve la oportunidad de tocar en la Fragata
Libertad. Resulta que yo estaba en Río de Janeiro y me invitó la tripulación.
No tenía nada que hacer y acepté. En un momento uno de ellos me preguntó: ¿cómo
nos ven a los militares? Yo no tenía nada para responder y le hice otra
pregunta: ustedes me invitaron acá, siento que me aprecian. Entonces, ¿por qué
no les preguntás a tus jefes por qué yo me tuve que ir del país?
-¿Les guardás rencor?
-No, gracias a Dios se me iluminó la cabeza y me di cuenta
de que era una locura enfermarme por haber tenido que irme. Caí en una lista. Pasó lo que a veces pasa,
persecuciones y enfrentamientos violentos por ideas políticas.
-¿Notás hoy un clima de intolerancia, la famosa grieta?
-La hay, pero la han creado. El argentino tiene en el fondo
de su corazón esa cosa contra: Boca contra River, el tango contra el rock...
Pero esas antinomias no sirven. Retrasan y al final pagamos todos...
-¿Seguís siendo peronista?
-Sí, soy peronista por mi madre, que adoraba a Eva, y cuando
fue pasando la vida siempre tuve un reconocimiento por Perón y por Eva porque
creo que la doctrina justicialista tiene un fuerte acento y preocupación por
las clases populares. Más allá de que después surgieron nuevas interpretaciones
del peronismo con las que en su mayoría no estoy de acuerdo. Tuve discusiones
con peronistas y hasta estuve prohibido por peronistas. Pero estas divisiones
son una chotada, no sirven.
-¿Cómo ves la gestión de este gobierno, en lo que te atañe, que es la
Cultura?
-Creo que la gestión cultural no empezó todavía, porque hay
muchos problemas económicos. Pero debería empezar, porque si uno asume un
gobierno tiene que desarrollar todas las áreas. Y acá se va más el tiempo en
hablar de cuántos fueron al final los desaparecidos o dónde guardó la plata
Lázaro Baéz, y nadie está programando nuevas bandas de rock, de tango, de nada.
-¿Cómo enfrentás la situación económica en tu productora?
-Me sigo moviendo, pero no soy mister Músculo... Aumentó la
luz pero no podemos cortarla porque la necesitamos para grabar y aumentan los
materiales, muchos de ellos importados. Pero no podemos trasladarlo al precio
de los discos o de las entradas... Parece que los artistas, los que hacemos
esto con pasión, tenemos que vivir del aire. Me pasó de subirme a un taxi, y el
tipo me pregunta a qué me dedico. Si le digo que soy músico, me dice "sí,
pero de qué laburas"? (se ríe...)
-¿Qué lugar deberían ocupar la cultura y el arte popular, mirando hacia
el futuro?
-Hay que revalorizarlas. La cultura y el arte son
considerados bienes de lujo cuando hay otras necesidades. Pero no debería ser
así. Entiendo que si una persona no tiene para comer no va a venir a verme o a
comprarme un disco. Pero el cuadro de una persona que vive bien se completa no
sólo con poder comer, comprarse una camisa o pagar la educación de sus hijos,
sino también que pueda escuchar música o ir al cine. Si falta algo de eso, es
que algo anda mal en el país.
© 3Días
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