domingo, 1 de mayo de 2016

No subestimemos a la gente

El éxito o fracaso de un gobierno no deviene de su habilidad para comunicar, sino de indicadores como la inflación, 
pobreza y desempleo.

Por Eugenia Mitchelstein (*)

Vivimos una transición entre dos modelos de comunicación: una estructura vertical, en la que un grupo pequeño de emisores les hablaba a millones de receptores, y una configuración horizontal, más abierta, en la que todos somos productores y emisores de contenido. 

El contrapunto entre el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y la página editorial de La Nación y las opiniones de Elisa Carrió y la periodista Silvia Mercado sobre la comunicación del gobierno de Mauricio Macri reproduce esa tensión tanto en los argumentos como en el formato. Las críticas aparecieron en medios en los que un grupo de profesionales decide los contenidos. Peña, en cambio, publicó su respuesta en la red social más popular de la Argentina, Facebook, en la que cada uno de nosotros es el editor de su propio muro.

Carrió dijo en el programa de Mirtha Legrand que el “Gobierno comunica muy mal”. El editorial de La Nación le pide a Macri “que comunique y explique sus políticas de manera simple y clara para el común de los ciudadanos”, además de cuestionar las aptitudes de Peña para la tarea. Mercado sostiene que el macrismo no cree “en los medios de comunicación ni en los periodistas”, e invita al Gobierno a “adaptarse al nuevo escenario donde el kirchnerismo está fuera del poder”. Estas tres sugerencias están unidas por una visión jerárquica de la comunicación gubernamental, en la que el Presidente y su equipo transmiten información de manera unidireccional a través de medios tradicionales.

Las recomendaciones de Carrió y los medios contrastan con lo que propone el jefe de Gabinete en su página de Facebook: “conversar, no gritar ni imponer”. Peña argumenta que el Gobierno recurre a redes sociales y “herramientas de comunicación directa como el teléfono y el email (…) para poder abrir otras instancias de vínculo directo con los ciudadanos (…)  escucharlos y así generar una verdadera conversación”. A la visión moderna, vertical y mediatizada, Peña contesta con una estrategia posmoderna, horizontal, en la que periodistas y medios ya no son el nexo privilegiado entre gobernantes y gobernados.

El éxito o fracaso de un gobierno no deviene de su habilidad para comunicar, sino de indicadores como la inflación, pobreza, desempleo y evolución del Producto Bruto Interno. Con cada decisión sobre estos temas y sus consecuencias, el Gobierno comunica. Los ciudadanos perciben estos mensajes en sus interacciones cotidianas como consumidores, productores y trabajadores. No necesitan leerlo en el diario ni en Facebook. No hay estrategia de comunicación, por buena que sea, que logre convertir en una noticia positiva el aumento de la pobreza o de la inflación –ni siquiera su ocultamiento, como se desprende de la derrota electoral del Frente para la Victoria–. El Gobierno tiene 18 meses antes de las elecciones de 2017. Si el país crece, si bajan el desempleo y la inflación, cualquier política de comunicación será imbatible.

Mientras tanto, la estrategia expresada por Peña de prescindir, aunque sea en parte, de intermediarios parece resonar con la ciudadanía: su post de Facebook tuvo 1.500 comentarios, comparado con 97 de la columna de Mercado y 85 del editorial de La Nación. Los argentinos leen, responden, trabajan, hacen las compras y pagan las cuentas. Tratarlos como chicos a los que hay que explicarles las cosas de manera “simple y clara” es, en palabras del jefe de Gabinete, subestimar a  la gente.

(*) Directora de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de San Andrés.

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