Por Gabriel Profiti |
"Hasta este momento sabemos que los trabajadores
perdieron un 10 por ciento de poder adquisitivo, pero eso se va a revertir
antes de fin de año". La definición, cruda, corresponde a un hombre clave
del gabinete de Mauricio Macri en medio del peor momento político y económico
del Gobierno.
El optimismo, según coinciden los principales colaboradores
presidenciales, obedece a que este es el trimestre más duro de la economía, en
el que comenzaron a pegar fuerte los ajustes tarifarios que agitaron la
inflación.
Las planillas que pasan de oficina en oficina del gabinete
indican que el índice de precios este mes trepará hasta entre el6,8 y el 7,1%,
pero que de ese incendio la mayor parte -más de un 5%- corresponde a los
ajustes tarifarios.
"Sin aumentos de tarifas la inflación está en 1,8% lo
cual nos muestra que estamos cerca de lo que esperamos para el segundo
semestre", sostiene otro hombre fuerte del Gabinete.
Mientras las tapas de los diarios reflejan que bajó el
consumo y subió la pobreza, en el Gobierno insisten en que las variables
económicas comenzarán a acomodarse cuando se cierren las paritarias, en un
promedio que estiman del 32%.
Ley antidespidos
El Gobierno también niega que haya destrucción del empleo.
Se basa en datos sobre las dotaciones de empleados declaradas en la AFIP y en
los pedidos de Repro por parte de empresas en crisis para que el Estado
subsidie parte de los sueldos de sus empleados.
Lo cierto es que esta coyuntura de ajuste reagrupó a los
sindicatos, al peronismo y a la oposición y desembocó en un golpe político para
la administración macrista con la aprobación del proyecto de Ley de Emergencia
Ocupacional en el Senado.
La denominada Ley antidespidos, que fue rechazada por
Cristina Kirchner cuando era presidenta, ahora es debatida en Diputados, donde
se registraron en la última semana negociaciones frenéticas y cambiantes,
marcadas más por el pulso político que por el impacto real de esa iniciativa
coyuntural.
Las tratativas fueron encaradas por el presidente de la
Cámara de Diputados, Emilio Monzó y el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana,
ante referentes opositores y sindicales. También en las últimas horas hubo
gestiones ante los principales empresarios para pedirles que firmen una tregua
con los despidos.
Es posible que finalmente el proyecto sea modificado y
enviado al Senado, como quiere el oficialismo, pero la oposición se resiste a
morigerar la prohibición de los despidos por 180 días, el corazón del proyecto.
En ese caso, el Presidente ya anunció que va a vetar ese apartado de la Ley
porque, según su visión, envía señales negativas a inversores.
De todos modos, el Gobierno tiene previsto anunciar esta
semana una serie de resoluciones y proyectos de ley para favorecer a las pymes
y promover la generación de empleo. Los anuncios estarán a cargo del ministro
de la Producción, Francisco Cabrera.
Entre las iniciativas que ajustó la Casa Rosada en los
últimos días se encuentran la Ley de Primer Empleo para eximir de cargas a
empresas que tomen a jóvenes de 18 a 24 años; el reordenamiento del régimen de
pasantías y capacitación; y que las empresas puedan deducir sus inversiones del
impuesto a las ganancias.
Por cuerda separada, se anunciará próximamente el
mantenimiento de subsidios para industrias muy dependientes de la energía,
cuyos costos se dispararon con el salto tarifario.
Proa a 2017
Así como el acuerdo con los holdouts aprobado por amplia
mayoría en el Congreso significó un triunfo político para Macri, el proyecto
antidespidos volvió a mostrar que su matriz de gobernabilidad es volátil. La
ambigüedad del Frente Renovador de Sergio Massa es un gran contribuyente a
estos vaivenes.
Esas limitaciones seguramente se acrecenterán si la economía
no repunta y sobre todo en el tránsito hacia las elecciones de 2017, que serán
clave para el futuro de este proyecto político.
En ese contexto, el peronismo buscó afanosamente un esquema
de homogeneidad que había perdido desde la derrota electoral. Aun sin
liderazgo, encumbró a José Luis Gioja como jefe partidario y espera acomodar
las piezas para el año próximo.
"Con esta elección logramos tanto como que Macri deje
de manejar los temas internos del partido y hay una organización para las
próximas elecciones", exaltó un armador peronista, quien reconoció que
todavía hay sectores excluidos del paraguas orgánico del PJ como los
gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti y Chubut, Mario Das Neves y el
ultrakirchnerismo.
Macri sabe que sus fichas se juegan el año próximo,
especialmente en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde la oposición
seguramente jugará cartas fuertes en distintas boletas como las de Cristina
Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Florencio
Randazzo.
Ante eso, el presidente activó una tregua en una antigua
disputa entre el armador nacional, Monzó y la gobernadora bonaerense, María
Eugenia Vidal, enemistados desde que el hoy presidente de la Cámara de
Diputados la propuso como candidata en Buenos Aires, tierra hostil en aquel
momento.
Pese a que esas diferencias no terminaron de zanjarse, Monzó
trabaja con un esquema kirchnerista de cooptación de intendentes de otras
fuerzas y espera empezar a medir candidatos propios, mientras que la
administración Vidal busca apurar el inicio de obras públicas estructurales. A
ese esquema, el Gobierno busca sumarle una suma importante de ingresos a la
provincia con modificaciones al Fondo del Conurbano.
"Hoy el 70 por ciento de la población dice que está
peor que antes de la llegada de Macri, pero prácticamente la misma proporción
cree que el año próximo va a estar mejor", reflexionaron cerca del
Presidente. Sobre esa esperanza todavía pivotea todavía el Gobierno, sin margen
para tropiezos.
0 comments :
Publicar un comentario