Por Ernesto Tenembaum
- Usted cree que vuelve?
- ¿Quién?
- Ella. ¿Quién va a ser?
- ¿Qué me está preguntando? ¿Si vuelve al poder o si vuelve
a Buenos Aires a prestar declaración ante el juez?
- Lo primero, maestro, lo primero. Lo otro es irrelevante.
Le estoy preguntando si en cuatro años la veremos de nuevo en cadena nacional,
día por medio, y a Moreno, Axel, Aníbal y todos los muchachos.
- Uy. Lo veo muy impresionado por el ruido de estos días.
Usted debe ser muy kirchnerista o muy antikirchnerista.
- No entiendo.
- Sí, hay gente que la ama tanto o la
odia tanto que le adjudica un poder sobrenatural. Yo los llamo los emocionales. Tiemblan
de emociones negativas o positivas apenas ella aparece. Vibran, se estremecen,
duermen mal. - - Entonces, como viene a Buenos Aires y los suyos le arman la
fiesta de siempre, empiezan a albergar esperanzas o miedos irracionales. Se
creen que es el 17 de octubre o el regreso de Perón en el 73. Ella además, es
tan histriónica que parece invencible. Pero ha perdido muchas veces.
- No me subestime.
- Jamás. Pero esa pregunta lo desmerece. Tiene una respuesta
muy obvia. ¿Usted sabe sumar y restar?
- Hace mucho que no practico, pero creo que puedo
intentarlo.
- Bueno, haga un esfuerzo. ¿Vio lo que ocurrió en Diputados
y Senadores con los fondos buitres?
- Sí, claro. La pisaron.
- Eso mismo. Y no fue el macrismo, ¿eh? Fueron sus propios
compañeros. Hubo deserción en masa. Los gobernadores, los intendentes. No le
atienden el teléfono. El peronismo la rechaza. No le perdona el maltrato de
doce años. La detestan, por eso está tan sola.
- ¿Y entonces?
- Entonces, no es lo que era. Antes hacía un chasquido, y
todos se tiraban cuerpo a tierra. Ahora ni la saludan. ¿Se da cuenta? El
peronismo la enterró. ¿Usted vio quiénes se solidarizan con ella?
- No.
- No los vio porque no existen. El tal Sabbatella, que dijo
que pondría su cuerpo en el fuego por ella. O Luisito D'Elía, que llamó a una
caminata nocturna mientras convocaba a linchar a Lanata. Son todos derrotados. ¿A usted le parece que con esa gente se puede ganar una
elección? ¿Con Kicillof, con Moreno vociferando en los canales de televisión?
- Y no, la verdad que no. Lo que pasa que tengo unos amigos
que dudan.
- Dudan porque no entienden. Le repito, es cuestión de sumar
y restar. Ella es muy dramática, muy teatral. El kirchnerismo todo es así.
Parece que tienen siete vidas. No se rinden nunca. Pero están terminados.
¿Usted se acuerda el país que recibió en 2007? Crecía a todo vapor. No había
oposición. Las reservas batían récords. De allí en más perdió tres de las
cuatro elecciones que enfrentó. El país dejó de crecer. En 2011 recibió un
apoyo histórico y lo dilapidó en tiempo récord. Cuarenta por ciento de
diferencia tenía con el segundo. No dejó de hacer macanas. Si le fue tan mal
con todo el poder, ¿por qué le iría mejor ahora? ¿de donde sacaría la virtud
que no tuvo cuando era poderosa?
- Es cierto. Si uno lo ve así,
parece terminada.
- Espere. No se apure. Siga sumando y restando. Le va a
hacer bien practicar. Todos los referentes que la rodean recibieron palizas en
sus distritos en las últimas elecciones. Los jueces se despertaron todos de
golpe. El pueblo asiste al increíble espectáculo de su gente contando billetes.
Lázaro, el socio de su familia, el que construyó la bóveda, está en cana.
Jaime, el culpable de la tragedia de Once, también. Hoy la citan a declarar por
el dólar futuro y se arma un flor de lío. Pero, ¿qué pasará cuando la citen por
segunda vez y por tercera?
¿Quién la va a acompañar? ¿Cómo se levanta alguien de todo
eso?
- Sí, claro. Viéndolo así, mi pregunta parece tonta.
- Y encima está sentada en un polvorín que se llama Santa
Cruz, y que en cualquier momento le estalla en las manos. Lo que debe ser eso.
Yo creo que Alicia le debe rogar que la deje negociar con Macri y ella la debe
sacar carpiendo. Entonces, cada día es un día menos en la cuenta regresiva
hacia el estallido de la provincia. No. No vuelve más. Olvídese.
- Me olvido entonces.
- ¿Sumó? ¿Restó? ¿Entiende ahora?
- Entiendo, entiendo. Pero, con todo respeto, ¿usted cree
que esto es matemáticas? ¿Se suma, se resta y ya está? ¿No le falta Macri en la
ecuación?
- ¿Qué tiene que ver Macri?
- Bueno, es el Presidente. Algo tendrá que ver. Somos un
sistema presidencialista. ¿O no?
- No entiendo.
- ¿Vio que algunos, cuando explican
por qué ganó Macri cuentan que fue obra de Cristina, porque Macri era la
contraimagen de ella, o algo así, y entonces, como ella gobernaba mal y agredía
a los independientes, él crecía?
- Sí.
- O sea que, si uno sumaba y restaba, a Macri no le daba,
pero si le agregaba los dislates de la Presidenta, tal vez, podía llegar.
Bueno, ahora puede ser al revés. ¿O no es ella la contraimagen de Macri?
- Y, sí. Ella es la que confronta, aunque no hable.
- ¿Y que pasaría si las cosas van mal?
- ¿Que quiere decir?
- Quiero decir: si eso del segundo
semestre es un verso, si la economía no
rebota, si la inflación no para, si pasa todo eso que
dicen que no va a pasar pero puede pasar. ¿O
usted cree que estamos en manos, realmente, del dream team?
- No sé adónde
va.
- No sabe pero lo imagina. ¿Qué pasaría? A mi me parece que en esa suma
y resta falta Macri. ¿No vio que Macri se parece cada
vez más a lo que Scioli decía que iba a ser? Suben los precios, despiden gente, aumentan
las tarifas, bajan las retenciones, los ricos celebran, los pobres se inquietan
y encima el futuro no está tan claro. ¿No puede ser que, al final, Macri
termine haciendo la campaña por Cristina, como Cristina la hizo antes por
Macri? ¿No puede ocurrir esa especie de involuntaria devolución de favores? El
gobierno de Cristina fue tan malo que ganó Macri. ¿Y si ahora el de Macri fuera
tan malo? ¿Que pasaría con Cristina?. ¿Y si ella empieza a caminar y la gente
la ve como la única salvadora? El año que viene hay elecciones para senador en
la provincia de Buenos Aires. Le pregunto en serio: ¿usted cree que ella no
puede ganar si las cosas van como hasta ahora?
- ¿Usted no será kirchnerista?
- La boca se le haga a un lao. Pero, por momentos, me parece
que Macri está demasiado acostumbrado a ganar la pulseada contra ella. Le ganó
siempre en la Capital, le ganó en la nacional, como que siente que la tiene
medida. La provoca. Los kirchneristas reaccionan. Lo putean. Y él gana.
Ultimamente, me empecé a preguntar si no estará abusando del método. Ahora, el
que está bajo examen es él. Y las cosas se pueden dar vuelta.
- Eso no va a pasar.
-¿Por qué
está tan seguro?
-Por dos razones: una es que la gente entiende que la culpa
de todo es de Cristina.
-¿Si?
-Bueno, y si eso no le basta, le digo que esto ya lo
vivimos. Cuando se fue Menem, lo siguieron cuatro años de caos y desastre. Si
lo de Macri anda mal, y eso no está escrito, en el peor de los casos no va a
ser tan tremendo como aquello. Y, sin embargo, con todo eso a favor, Menem se
presentó para ser Presidente y no pudo volver. Por eso llegó Kirchner. Porque
el que se va, no vuelve. ¿Entiende? Alfonsín quiso volver y no pudo. Menem lo
intentó y fue derrotado. Todo el mundo se va a acordar de lo que pasó. Los
kirchneristas son muy intensos y convencen a cualquiera de cualquier cosa.
Muchos van a marchar en estos días creyendo que es un nuevo 17 de octubre y
viven el regreso de ella como si fuera Perón bajo el paraguas de Rucci. Son
delirios. Perón hubo uno solo y tardó 17 años en volver. Si a Macri le va mal,
vendrán otros peronistas. Los caminos del futuro son siempre impredecibles. Lo
único cierto es que el que se va, no vuelve.
- Parece José Narosky.
- No me joda.
- Bueno, me convenció. Me deja más tranquilo.
-¿Sí?
Qué suerte. ¿Vio que solo era cuestión de sumar y restar?
-Ajá.
-¿Y?
-No, nada.
-¿Qué le
pasa?
-Nada le dije. No vuelve. ¿Qué me va a pasar?
-Yo lo conozco. Dígame que le pasa.
-Que le agradezco. Ya tengo todo más
claro. Todo es cuestión de sumar y restar. Dos más dos es siempre cuatro y no vuelve.
-Obvio. Así fue
siempre en la Argentina.
-Claro. Así fue siempre.
-Dos más dos es cuatro.
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