En el Cementerio
Argentino de Darwin, en las Islas Malvinas, aún quedan 123 tumbas de
combatientes argentinos
sin identificar.
Nacionales - “Soldado
Argentino Sólo Conocido por Dios”, sentencian 123 placas que marcan la
sepultura de ex combatientes, que también fueron hijos, hermanos, primos,
amigos, novios, y que hoy yacen en el Cementerio Argentino de Darwin, en las
Islas Malvinas.
En el acto homenaje de este 2 de abril, en conmemoración del
día de los caídos y de los ex combatientes de Malvinas se hará especial
hincapié en la necesidad de reconocer la identidad de esos cuerpos.
“Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios”, dicen de esos
adolescentes que un día recibieron la noticia de que los mandarían a una guerra
a pelear por algo que acaso no terminaban de entender de qué se trataba.
En Malvinas quedaron 234 tumbas de combatientes argentinos,
de las cuales 123 están sin identificar
“Los jóvenes de ahora saben mucho más de Malvinas de lo que
sabíamos nosotros en ese momento”, comenta Hugo Robert, ex combatiente y actual
vicepresidente del Cecim (Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas).
Ya pasaron 34 años del conflicto bélico que decidió desatar
el entonces gobierno de facto. Militares de alto rango, acaso con un vaso de
whisky en la mano, dispusieron que tropas argentinas enfrentarían al ejército
británico.
“Eduardo nos había visitado en febrero. Cuando llegó plantó
una parra en el patio de casa. Estaba contento porque en marzo terminaba el
servicio militar”, recuerda Norma Gómez, su hermana.
Antes de Malvinas y antes del servicio militar, Eduardo era
un chico de 19 años, fanático de River, que vivía en el Chaco, con su mamá y
hermanos. “Lo último que supimos de él fue a través de una carta que le mandó a
mi tío. Ahí le contaba que se iba a Malvinas y le pedía que nos cuidara”, sigue
su hermana.
Corrientes, Chaco y Buenos Aires fueron las provincias que
más cantidad de soldados mandaron a la guerra. El Regimiento 7, de La Plata,
figura entre las unidades militares con mayor número de caídos: 36 jóvenes
entregaron su vida a una causa que no les pertenecía.
“Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios”, afirman sobre
los restos de 30 de esos cuerpos, que antes de necesitar una lápida fueron
enviados al campo de batalla sin la chapita identificatoria que deberían haber
portado. La improvisación de los militares a cargo determinó la frase que, una
vez caídos, los asumiría sin identidad.
“Yo pensaba que no nos iban a mandar a la guerra. Creía que
nos quedaríamos en el Sur, que no nos harían cruzar. Cuando llegamos a
Malvinas, supuse que no nos enviarían a la zona de combate”, recuerda Hugo, y
continúa: “Tomé consciencia de lo que estaba pasando el primero de mayo. Yo
estaba de guardia y empezaron a sonar estruendos. Se veían fogonazos que se
encendían alrededor. Todos empezamos a gritar y a correr. No sabíamos qué hacer.
Recién ahí entendí que estábamos en una guerra y que nos habían mandado a la
zona de combate”.
“En ese momento pensamos que nos estaban atacando. Después
nos enteramos que las explosiones sucedían a 20 kilómetros, pero como nunca
habíamos estado en un bombardeo, no sabíamos cómo era”, sigue Hugo. No hubo que
esperar mucho tiempo más para que él y sus compañeros conozcan cómo suenan los
misiles cuando impactan cerca.
En Malvinas quedaron 234 tumbas de combatientes argentinos,
de las cuales 123 están sin identificar. “Es hora de hacernos cargo como
sociedad y realizar los mayores esfuerzos para generar un compromiso social con
la causa, con los desaparecidos de Malvinas, con los que perdieron su
identidad. Para que sus familias, amigos, hijos, compañeros sepan cuál fue el
destino de todos esos héroes”, plantea Robert.
“Queremos que participen todos los sectores con sus
identidades a la vista, porque ellos no la tienen. Asumamos entre todos
‘Identidad a los 123 NN de Malvinas’”
En señal de apoyo al reclamo de devolver el nombre y
apellido a los NN de Malvinas, desde el Cecim invitan a todas las
organizaciones sociales, deportivas, gremiales y políticas a participar del
acto homenaje con sus banderas y camisetas distintivas.
“Queremos que participen todos los sectores con sus
identidades a la vista, porque ellos no la tienen. Asumamos entre todos
‘Identidad a los 123 NN de Malvinas’. Reconozcamos que detrás de cada uno hay
una madre, un padre, una historia truncada por la guerra. Reclamar identidad
también es un ejercicio de soberanía”, manifiestan desde el Cecim.
“Mi mamá no sabe leer y me decía: ‘buscá, buscá que tiene
que estar’, cuando recorríamos las tumbas. Pero no estaba...”, recuerda Norma
el momento en el que después de la guerra la llevaron junto a su mamá y hermano
al cementerio de Darwin, en Malvinas.
“El nombre Eduardo Gómez no aparecía entre las lápidas.
Entonces pensamos que podía estar vivo y empezamos a buscarlo en todos los
hospitales de capital”, relata.
Norma y su hermano se encomendaron la tarea de encontrar a
Eduardo. Desde el Chaco, se turnaban para viajar a Capital en busca de alguna
pista. “Una de esas veces, un militar le dijo a mi hermano que se vuelva y se
olvide del asunto porque si no lo hacía mi mamá tendría que llorar a otro hijo
más”, cuenta, y sigue: “Yo me rendí en el ‘91, después de lo que nos pasó en el
Hospital Naval”.
Después de mirar unas planillas, una enfermera les dijo que
sí, que Eduardo Gómez estaba internado ahí, en el octavo piso. “Me acuerdo de
la emoción, que subimos por escalera... del cansancio... yo no podía más. Pero
abrimos la puerta y no era mi hermano”. El chico de la habitación también era
Gómez, pero se llamaba Enrique.
“Yo quiero que por favor el gobierno haga algo, porque las
madres ya están en edad avanzada y muchas siguen pensado que su hijo está
vivo”, lamenta Norma.
“Soldado Argentino Sólo Conocido por Dios”, dice la placa
bajo la que se encuentran los restos de muchos de esos chicos, a los que una
vez les hablaron de Malvinas y así activaron la cuenta regresiva para el fin de
sus vidas.
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