No se detiene la
anormalidad: lluvia de dólares, ruta
del dinero K, Cristina danza y Macri
pifia.
Por Roberto García |
Más que una historia única, en la anormalidad patológica
argentina aparecen relatos que desde la ficción parecen salvajes. Como en el
cine.
Algunos ejemplos:
•
Si antes faltaban, ahora parece que van a sobrar, una creencia
oficialista. Para muchos, luego de la salida ayer del default, hay que
prevenirse por una posible invasión de dólares, como si fueran zombies o
trífidos, cuyo ingreso podría provocar una baja en el tipo de cambio.
Van a llegar,
creen, capitales y préstamos de todas partes, un movimiento financiero notable
que forzará al Banco Central para evitar un descenso de la cotización más que
preocuparse por una eventual suba. Fenómeno singular y optimista: hasta ayer se
rascaba la olla en busca de un dólar, en pocos meses se nadará en verde. Y no
en el Tirreno. Claro, es una versión
oficial, pero no inverosímil. Ya que a ese jolgorio posible se le adosan casi
dos meses de tasas de interés del 38%
paralizando la economía con el propósito de contener una inflación que este
abril entrará en lo más alto del Guinness. Una seducción irresistible para
pudientes, con rendimientos extraordinarios: apostar al plazo corto en pesos
frente a un activo externo casi congelado, bicicleta obvia, de circulación
garantizada para la codicia. Tanto que esa cobertura, además, puede contribuir
para que aterricen más capitales que los anticipados para participar de ese
pedaleo deliberado. La Argentina siempre es una oportunidad con el dólar alto o
con el dólar bajo, sobren o falten. Siempre hay otro que paga, déficit cuasi
fiscal mediante.
•
Jorge Chueco era considerado uno de los profesionales más aptos del
Derecho (por lo menos en Santa Cruz, que supo ser la universidad del mundo con
los Kirchner), quizás por esa razón lo había elegido Lázaro Báez como su
principal colaborador, sea para montar sociedades o para protagonizar en cuerpo
presente el frustrado golpe contra el fiscal Campagnoli. Para todo servicio
este personaje que recomendaban influyentes hombres de la Casa Rosada
kirchnerista, tema del cual todavía poco se habla. Sin embargo, el episodio
sospechoso de su pase al Paraguay y las chambonadas que lo envolvieron –para
muchos un intento deliberado de desaparición– malograron no sólo su reputacion,
sino también su libertad: debe ser el primer caso de un abogado que se hace
detener antes de que lo convoque la Justicia (que al parecer lo había
olvidado), casi un récord en su actividad.
•
Las interminables rutas del dinero K promueven discusiones sobre la
responsabilidad o desconocimiento de Cristina (y su hijo Máximo) sobre las
actividades non sanctas de su marido muerto. Abunda el anecdotario al respecto.
Desde que Lázaro Báez intentó mejicanearla luego del deceso de Néstor –no
precisamente con dinero declarado– a su ignorancia por el volumen ganancial que
heredó presuntamente de los desvíos de la concesión de obras públicas, la
mordida. Opiniones varias, pero Ella estuvo con su finado en vida con los
desaparecidos fondos de Santa Cruz, con la irregularidad de la actividad
pesquera, petrolera y bancaria en su provincia, con el armado y desarmado
montaje de YPF en el orden nacional, con las andanzas sobre Telecom –habrá que
recordar el fax de personeros propios anunciando la compra desde Italia que le
comunicó Julio de Vido en la Casa Rosada–, en el vínculo simpático con
empresarios ascendentes que ya no la merodean y otros que eligieron disolverse
hace tiempo, en la expansión de los casinos y hasta en el affaire Ciccone del
cual notificaron de su éxito cuando la pareja estaba en Nueva York. Queda para
otro día una ristra complementaria de episodios. Dicen que las esposas –como
hace poco reconoció la de Báez– saben todo lo que hacen sus maridos, se lo
confiesen o no, pero resulta un ultraje para ese matrimonio tan mimético como
el de los Kirchner sostener que Ella no sabía nada, que rayaba la estupidez en
su tránsito político o lo que eso significa con otra palabra más precisa y
vulgar en el lenguaje corriente de los argentinos.
•
Asombra la discreción, tanto del oficialismo como de la oposición, para
evitar la mención en las compras de dólar futuro de un hombre clave del
gobierno pasado (y que aún se mantiene con plazo fijo de despedida en el
actual): Miguel Galuccio, titular de YPF, uno de los preferidos de Cristina. Aunque Ella
denunció por esas compras a colaboradores de Macri como Lopetegui o Torello, a
quienes les imputó un grado de conspiración, evitó encuadrar a su favorito
energético en esas operaciones tan provechosas. Aunque Galuccio adquirió una
suma (14 millones y medio de dólares) superior en su conjunto a la de varios de
los ministeriales del Presidente. Si dilapidó Cristina y su línea económica la
plata de otros –ya que todos sabían que se iba a devaluar, aunque no todos
sabían quién iba a ganar la elección–, hubo más de uno en su cercanía que supo
forrarse con esa generosidad ajena. No en vano se ganó el apodo de Mago.
•
En su stand up y periplo porteño, Cristina se reunió con un paquete de
senadores dispuestos a escucharla, no todos a acompañarla. Un clásico del
peronismo. Y Ella, atenta a ese semblanteo, aparte de jibarizar
intelectualmente a Juan Manuel Abal Medina con un “estamos grandes” –el
legislador estaba ofendido por no haber recibido una invitación formal al
encuentro–, despachó su venganza contra los dos candidatos para la Corte
Suprema: Rosatti y Rosenkrantz. A uno, peronista, lo odia por haber insinuado
corrupción en el gobierno de su marido –un anticipo público de los procesos que
ahora se difunden cuando no validó una concesión y dejó el Ministerio de
Justicia– y, al otro, por haber sido abogado del Grupo Clarín. Los denuncia,
tarde, por haber aceptado la nominación a la Corte sin el acuerdo del Senado,
hecho ya remediado, y como no alcanza su flecha estimula a los senadores para
que cambien su voto favorable por más cargos en ese instituto. Sugiere la
ampliación a nueve miembros y dividir el cuerpo en dos salas. Tropieza, claro,
con una negativa de Ricardo Lorenzetti, quien ya le advirtió a Mauricio Macri
su oposición a esa expansión jurídica. Cada cual atiende su juego, menos mal
que Macri incorporó a su staff a un experto en “alegría”.
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