Por Rodrigo Figueroa
Reyes
Estamos ante algo tan
sencillo como necesario en un momento donde se baraja un nuevo país: comunicar
las buenas noticias de manera contundente.
Si lográs reabrir las puertas de Cresta Roja, reincorporar a
1300 operarios tras su quiebra en Diciembre pasado y eso tiene menos
repercusión que un tweet de Brancatelli, no estás comunicando distinto, estás
comunicando mal.
Si logras salir del default luego de 15 años con muñeca
política y la gente no alcanza a entender que eso implica volver al mundo, no
estás comunicando distinto, estás comunicando mal.
Si hacés un ajuste de tarifas necesario para recuperar las
inversiones energéticas y el encargado de transmitirlo es Aranguren, que tiene
menos sensibilidad que una lija, no estás comunicando distinto, estás
comunicando mal.
Si tenés a una ex Presidenta procesada haciendo un stand up
comedy en Comodoro Py y tu forma de contrarrestar es exponerlo a Mauricio Macri
en cadena para que los canales lo saquen del aire y prefieran seguir con la
escena dantesca, no estás comunicando distinto, estás comunicando mal.
Si te vas a oponer a frenar los despidos porque eso atraería
menos inversores que los que van a Uganda y te hace frente un necesitado de
cámara como Sergio Massa, está claro que no estás comunicando distinto, lo
estás haciendo mal.
No estamos ante la disyuntiva de seguir con las cadenas
nacionales o prender un sahumerio y dar mensajes de amor. Estamos ante algo tan
sencillo como necesario en un momento donde se baraja un nuevo país: comunicar
las buenas noticias de manera contundente.
Eso es innegociable frente a un peronismo eternamente
agazapado. Así que a bancarse las críticas muchachos. Si algo no se está
haciendo bien, hay que mejorarlo. Punto. No es el fin del mundo. Eso es lo que
nos hace distintos.
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