Por Gabriel Profiti |
El paquete de paliativos sociales anunciado por Mauricio
Macri busca cubrir el flanco más débil de sus cuatro meses de gobierno, luego
de haber implementado dolorosos ajustes destinados a recomponer la economía del
país a mediano plazo.
La salida del cepo sin paranoia pero seguida de una fuerte
devaluación, más el aumento de tarifas y la escalada inflacionaria provocaron
una caída de la imagen presidencial.
Paralelamente y gracias a un esperado fallo de la Cámara de
Apelaciones de Nueva York, el Gobierno logró cerrar el pleito con los fondos
buitre para concretar la anunciada "vuelta a los mercados" a la
espera de que impulse la recuperación económica.
La deuda social y el alimento para buitres dieron pie al
regreso de Cristina Kirchner, acompañada por miles de seguidores, justo cuando
debió comenzar a rendir cuentas ante la Justicia de su estadía en el poder, en
este caso por un quebranto de miles de millones de dólares por la venta de
dólares a futuro.
Es difícil medir ahora si la expresidenta podrá pararse
nuevamente como una referencia política. Por lo pronto, logró una convocatoria
masiva y al día siguiente reunió a 71 de los 79 diputados del Frente para la
Victoria en su nuevo búnker. Por ahora no hizo pie en los territorios.
Este lunes se reunirá con intendentes bonaerenses del FPV,
pero la mayoría de los gobernadores abreva en una renovación peronista corrida
hacia el centro, con Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey y José Luis Gioja
-diputado y posible jefe del PJ- como referencias.
Habrá que ver si Cristina Kirchner logra permear en el
peronismo o se decide a construir lo que definió como un Gran Frente Ciudadano,
que en principio enraizaría en una nueva izquierda, más poblada que las
actuales expresiones trotskistas.
"Cristina es el Maradona de Newell’s", parangonó
el dirigente sciolista Gustavo Marangoni, expresidente del Banco Provincia,
para quien la expresidenta está "de vuelta" como cuando el
"Diez" hizo sus últimas gambetas en el club rosarino antes del
retiro. Sin embargo, logró ocupar la escena luego de cuatro meses de ausencia y
antagonizar con Macri.
En términos políticos, el Gobierno celebra la irrupción de
la jefa del kirchnerismo, acosada por denuncias de corrupción, porque estira la
posibilidad de una unificación plena del peronismo.
Macri depende de
Macri
Macri sigue vendiendo futuro. "Somos muy optimistas.
Creanmé, vamos por el camino correcto", prometió al hacer los anuncios de
corte social en el barrio porteño de Liniers. Y más allá de quien se pare
enfrente, da la sensación, como siempre ocurre, de que la suerte del Presidente
depende de sí.
El paquete de medidas sociales incluye una ampliación a
monotributistas de la Asignación Universal por Hijo (AUH), la devolución del
IVA para jubilados y beneficiarios de planes sociales y un aumento del seguro
de desempleo, entre otras.
Hasta ahora las medidas de Macri se caracterizaban por el
recorte. En esta última semana el Gobierno dio de baja el Plan Qunita que
consistía en la entrega de kits para madres y bebés recién nacidos. Ese
programa está sospechado de corrupción y estaría compuesto por elementos
peligrosos, pero en lugar de mejorarlo y transparentarlo, lo dieron de baja.
En ese contexto, el Gobierno comenzó a negociar con la
empresa estadounidense Turner los derechos de televisación del fútbol, lo cual
daría punto final al Fútbol para Todos. En principio, el principal
entretenimiento de los argentinos sería gratuito hasta 2019, pero después
habría que pagar o volver a los bares.
Macri y sus colaboradores se cansaron de repetir que el país
atraviesa una "transición" y se encamina a volver a crecer. El
gobierno argentino no para de recibir elogios de parte del mundo desarrollado y
del establishment financiero.
El FMI celebró el acuerdo con los holdouts, lo mismo que el
Grupo de los 20 (G20) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), mientras que la calificadora de riesgo Moody’s subió la nota
del país y lo mismo harán Standard & Poor’s y Fitch Ratings.
El acuerdo demandará una monumental emisión de deuda, pero
implicará otro punto de partida. Los esfuerzos del kirchnerismo por acorraralar
a los fondos buitre tuvieron eco internacional, pero cero impacto económico
positivo.
El país hace varios años que venía sosteniéndose solo
gracias al consumo. Pero el cepo no contuvo la pérdida del superávit comercial
y engangrenó la economía, mientras que el déficit fiscal trepó por las nubes
hasta un estimado de 7% del PBI.
En ese plano, los desafíos son dos: 1- Si efectivamente esa
expansión prometida por el Presidente se concretará en medio de un contexto
complicado, especialmente por la contracción de Brasil, principal socio comercial
y; 2- Cuándo se producirá.
El FMI pronosticó que la economía argentina se contraerá 1%
este año, pero que los ajustes de Macri mejoraron las perspectivas de
crecimiento a mediano plazo en el país, comenzando con un proyectado 2,8% de
expansión en 2017. ¿Acertará esta vez?
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