El Gobierno no logra
articular una estrategia política
y mediática para recuperar la iniciativa.
Por Ignacio Fidanza |
Se trata de una de las crisis más anunciadas y aun así el
Gobierno no logra articular una respuesta consistente. Mauricio Macri tuvo una
oportunidad soñada por otros presidentes, que se enteraban de sus escándalos
cuando llegaban a la home de los sitios de internet o con el diario de la
mañana.
Los periodistas argentinos que accedieron a los Panama
Papers se comunicaron con la Casa Rosada a principios de Marzo para pedirles su
descargo sobre la cuenta offshore del Presidente.
Macri y su equipo más cercano
tuvo así tres semanas para elaborar una respuesta política, mediática y
judicial. Una ventana enorme para evitar las penosas marchas y contramarchas
que se ven por estas horas.
¿Qué hubiera sido lo razonable? Si los papeles están bien
como dicen, lo más simple –que suele ser lo mejor en las crisis- era:
Conferencia de prensa del Presidente y dossier de acceso público con toda la
documentación, apenas se publicara la noticia. Para que le pelea se reduzca a
un round. Nada de combates interminables. O acaso, se podría asimilar la
situación a una corrida contra el dólar. De nada sirve vender reservas por
goteo y perder cada día la pulseada.
¿Qué se hizo? Todo lo contrario. Se buscó “proteger” al
Presidente detrás de un minúsculo comunicado de un párrafo. Cuando se sabe que
en estas crisis, ningunear el impacto, esperar a que pase, cambiar de tema, son
respuestas amateurs, imposibles para enfrentar un escándalo de nivel global. De
paso, por estas horas en importantísimos medios de Estados Unidos –por
ejemplo-, las referencias a Macri son demoledoras. Afuera la crisis no se
detuvo, sino que escaló.
La respuesta inicial fue entonces insuficiente. Pero
siguieron los errores. Al segundo día y con la crisis que no bajaba, hubo que
jugar al Presidente. Macri le dio una breve entrevista a un medio del interior,
enajenando a los periodistas que investigaron el tema y al resto de los medios
en general. Como si nadie se diera cuenta lo que estaban haciendo.
Y como eso tampoco fue suficiente, vino la conferencia de
prensa del Jefe de Gabinete y hoy finalmente Macri tuvo que dar la cara ante
toda la prensa, pero lo hizo de una manera muy desordenada. Acaso buscando
disfrazar lo que era: Una necesaria explicación. Mezcló su descargo, con un
anuncio de Gobierno –paradójicamente la ley de acceso a la información-, con
una suerte de spot publicitario donde se dirigió directamente a “vos”. Y se
retiró si permitir preguntas. De nuevo, como si hubiera algo que ocultar. ¿Qué
fue lo que vieron los ciudadanos? ¿Un anuncio? ¿Una explicación? ¿Un spot de
campaña?
Un cóctel Molotov
El mismo desmanejo se vio en el inexplicable rol que la
administración de Macri le otorgó a Lilita Carrió. Con más temor que cabeza, la
erigieron en el lugar de fiscal ética no ya del Gobierno sino del propio
Presidente. La locura de entregarle los papeles de la offshore que se le
negaban a la prensa y a la gente en general, fue el punto álgido de una
situación que bien mirada es preocupante: Importan más los personajes que las
instituciones. Lilita mide y es creíble en términos de lucha contra la
corrupción, entonces primero esperamos su veredicto y luego vemos temas menores
como la justicia y los organismos del Estado. Hoy el fiscal Delgado le explicó
al Gobierno que lo que Lilita no da, Comodoro Py no presta.
No es sensato enojarse con Lilita por ser Lilita. En todo
caso se puede tomar la decisión de no someterse a su madrinazgo ético. De
asumir el rol de líder del Gobierno y la coalición Cambiemos. Hoy es Angelici,
Grindetti, la offshore; mañana serán otros los “límites” que marque. Porque así
es como funciona Lilita.
Con un agravante, que ya empieza a ser marca de este
Gobierno, la falta de sensibilidad política. Apenas enterado de lo que venía,
Macri debió convocar a sus principales socios políticos, aquellos que también
pusieron el cuerpo para que llegue a la Presidencia, para ponerlos al tanto y
trabajar un discurso común. No, uno que muta en tiempo real, con voces
disonantes, que amplifican la previsible y adictiva fascinación que causa ver
una crisis política de envergadura desplegarse.
Recién ahora, tarde y corriendo de atrás, Macri anuncia que
enviará los papeles a la Oficina Anticorrupción, que pedirá a la justicia civil
una declaración de certeza sobre su comportamiento en este punto y que
constituirá un fideicomiso ciego que administre sus bienes. Tuvieron tres
semanas de ventaja para pensar todo eso y anunciarlo el mismo día que se
publicó la noticia.
Pero sigue faltando lo esencial: Que el Presidente se someta
a una rueda de prensa, como anunció que sería la norma si llegaba a Presidente.
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