La inspiración
continuará en el futuro captando toda la ciencia y la belleza que está todavía
en el aire
Por Manuel Vicent |
Desde el inicio de la historia, mucho antes de que Homero
los hubiera concebido, ya estaban en el aire todos los versos de la Ilíada; también estaban en el aire las voces
de los coros de la tragedia griega antes de que Esquilo las hubiera imaginado.
La geometría y todos los teoremas, los tres dioses
monoteístas, la serenidad de Buda, los cuentos de Las mil y una noches, la doctrina de El Príncipe de Maquiavelo, las figuras de El Juicio Final de la Capilla Sixtina, la teoría del buen salvaje de Rousseau, el escarabajo
de Kafka, la magdalena de Proust y todas las manzanas de Newton mordidas por la
serpiente del paraíso estaban previamente en el aire a merced de la inspiración
de unos seres privilegiados que llegarían a crearlos.
Inspiración es la acción de introducir aire en los pulmones,
pero también significa el estímulo repentino que siente el artista, el
científico o el filósofo ante una obra de arte, proyecto o idea.
Entre la acción mecánica de respirar y el impulso creativo
que baja como un don desde las esferas llegó a este planeta la electricidad, el
teléfono, el aeroplano, el Ford T, la división del átomo y la bomba de
hidrógeno.
También se produjo el milagro de la aceituna que navega en
el Martini más allá del bien y del mal. La inspiración continuará en el futuro
captando toda la ciencia y la belleza que está todavía en el aire. Quedan
innumerables batallas de la mente por ganar, insondables misterios por desvelar.
Sin duda en el futuro algún genio descubrirá la forma de
aniquilar el tiempo y el espacio y entonces el ser humano, libre ya de la
estupidez de la materia, podrá ser invisible, atravesar las paredes, estar en
dos lugares a la vez y alcanzar la inmortalidad.
Pero tal vez la conquista final, sin la cual nada tendrá
sentido, la logrará el poeta capaz de captar en el aire el verso más excelso
que se le escapó a Homero.
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