En un nuevo
aniversario del último golpe militar, Agensur.info
presenta el relato de tres periodistas de NA
y el pronunciamiento del
Grupo de
Curas en Opción por los Pobres
a las víctimas de su condición humana
Por Fernando
Aguinaga, Laura Yawien y Gabriel Profiti
La concepción totalitaria de disponer sobre la vida y los
bienes del conjunto de la sociedad, a partir de un proyecto político y
económico exclusivo, irrumpió con furia hace cuarenta años, allanado el camino
tras el fallido retorno a la democracia con el regreso del general Juan Perón.
La activa participación del por entonces secretario de
Estado norteamericano Henry Kissinger en el derrocamiento del gobierno de la
Unidad Popular en Chile, el 11 de septiembre de 1973, cuyo brazo ejecutor fue
la dictadura de Augusto Pinochet, marcó el precedente para los sucesivos golpes
de Estado que se producirían en los años posteriores en América Latina.
La implementación de la llamada Doctrina de la Seguridad
Nacional, en el marco de la Guerra Fría, con la que se formaban los militares
latinoamericanos en la Escuela de las Américas, homogeneizó la represión tras
los derrocamientos de los gobiernos progresistas, y la persecución sistemática
de opositores, políticos, obreros y religiosos.
Reciclados en West Point, en los Estados Unidos, y la
"escuela" de los instructores franceses provenientes de la guerra de
Argelia los militares; y en las corrientes de Chicago las nuevas generaciones
de economistas, es inobjetable afirmar hoy que el del 24 de marzo de 1976, fue
un golpe cívico- militar, encabezado por el jefe del Ejército, Jorge Rafael
Videla y el economista José Alfredo Martinez de Hoz, con el visto bueno de
Kissinger y el Pentágono. .
El golpe anunciado
En la madrugada de aquel 24 de marzo el país todo se
convirtió en "teatro de operaciones" de las Fuerzas Armadas,
interviniendo radios y canales de televisión, y acallando en general todo
aquello que no fuera lo que la Junta Militar permitiera decir.
La represión que un año antes, durante el debilitado
Gobierno de la viuda de Perón, se había desatado contra las organizaciones
guerrilleras, se extendió a los movimientos sociales de base, a políticos, a
las fábricas de donde desaparecieron comisiones internas enteras, y a sectores
de la iglesia que cumplían trabajo social, entre otros.
Con el transcurso de los días se fue conformando un esquema
represivo que, bajo la máscara de la denominación de Proceso de Reorganización
Nacional, se intentó ocultar ante el país y el mundo, desatando la más
sangrienta y feroz dictadura que haya conocido la Argentina, con un saldo que
los organismos de Derechos Humanos estiman en 30 mil personas desaparecidas o
asesinadas.
La insoportable carga religiosa de matar, y la condena que
habían recibido los fusilamientos en el estadio Nacional de Santiago puso a los
militares argentinos ante una disyuntiva sobre qué hacer con sus víctimas, a
las que torturaban en muchos casos hasta la muerte.
Fue así que llegaron a idear la figura del desaparecido, con
la que aludían al ya tristemente célebre limbo del que habló Videla: "-Son
eso, ni vivos ni muertos", dijo ante la prensa internacional.
En su reciente libro "Los Monstruos", los hermanos
Muleiro, hablan de "sociedades normativizadas, con esquemas jurídicos y de
aparente moral religiosa, que sienten, desde las alturas, la posibilidad de
quitarle al otro su condición humana para reducirlo y expoliarlo".
De las distintas formas en que se apoderaron del otro, de
las víctimas convertidas en enemigos, se puede tomar por caso los llamados
"vuelos de la muerte", en los que los secuestrados eran arrojados
vivos al mar, sin ninguna defensa, ya que les aplicaban dosis de Pentotal para
adormecerlos. Pero también existieron mutilaciones, violaciones o tormentos
extremos, como torturar a una víctima mediante el paso de corriente eléctrica
con su pequeño bebé sobre el pecho.
La paradoja de una sociedad injusta y valiente a su vez, se
vio reflejada de manera palpable en el rol que jugó la Iglesia argentina
durante la dictadura; mientras en la parroquia de la Santa Cruz, en Buenos
Aires, se albergaba a la incipiente Asociación de Madres de Plaza de Mayo, el
capellán Von Wernich bendecía las torturas en las catacumbas del horror y el
obispo Primatesta era cómplice de Menéndez en Córdoba. .
De soldados de Perón
a la clandestinidad
Jaqueados por el persistente accionar de las bandas
paramilitares y parapoliciales como la Triple A, la controvertida decisión de
la cúpula de la organización subversiva Montoneros de pasar a la clandestinidad
oficializó la misma represión, esta vez apuntando masivamente contra sus bases
expresada en la Tendencia Revolucionaria.
A su vez, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP),
expresión del PRT, planteó una lucha armada frontal que fue diezmando sus
cuadros, hasta llegar, entrada la dictadura, a perder, en una sola operación, a
toda su cúpula encabezada por su líder, Mario Roberto Santucho.
Secuestros y desapariciones de empresarios al sólo efecto de
apropiarse y transferir a su nombre los bienes, estaban a la orden del día y
salpican de complicidades a los mentores civiles del golpe militar. Estos
hechos están sembrados y son demostrables en cada expediente que haya
condensado el accionar de los centros clandestinos del régimen, como el caso de
las Chacras de Coria, en Mendoza.
Secuelas psicológicas del miedo convertido en terror
multiplicadas en cada familia de un desaparecido, de un detenido puesto a
disposición de las juntas; de un exiliado con rumbo incierto, en cada barrio de
donde se llevaban gente, en cada fábrica donde desaparecían delegados, en cada
colegio, en las aulas de las universidades, la domesticación cotidiana de ser
interrogado en cada esquina, en todos los bares, en todos los transportes, en
todo momento.
Por su legado y su compromiso, la dictadura se llevó a los
mejores y más representativos intelectuales de su época como Rodolfo Walsh,
Haroldo Conti, Raymundo Gleiser, Paco Urondo y Hector Oesterheld, entre otros.
Las denuncias ante los organismos internacionales y las
marchas promovidas en Europa por sobrevivientes y exiliados, la llegada de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la sorpresiva asignación del
Premio Nobel de Paz en 1980 al dirigente de Servicio de Paz y Justicia Adolfo
Pérez Esquivel, fueron minando el falso discurso de que los argentinos éramos
"derechos y humanos", ideado por el relator José María Muñoz para
contrarrestar los reclamos de los familiares de las víctimas cuando vino la
delegación internacional a la Argentina.
Al cumplirse un año de la instauración del régimen, Walsh
hizo pública su ya histórica carta a la junta militar denunciando las
atrocidades del régimen, antes de ser asesinado por una patota de la ESMA, y
Robert Cox hizo lo propio desde el Buenos Aires Herald.
En pleno régimen las madres de los desaparecidos que
reclamaban por sus hijos se pusieron por primera vez el pañuelo blanco y
comenzaron a rondar alrededor de la Pirámide de Mayo pidiendo "aparición
con vida", y se convirtieron para siempre en las "Madres de Plaza de
Mayo".
La derrota de Malvinas fue el golpe de gracia para la
dictadura, con una rendición deshonrosa y sus víctimas fueron las mismas. Las
Madres y Abuelas que reclamaban a sus nietos ya no marchaban solas. Las
consignas fueron mutando y con el retorno a la democracia las cúpulas militares
fueron juzgadas y condenadas.
La sociedad, en su inmensa mayoría, condenó las atrocidades
del régimen cuyos artífices y ejecutores pretendieron acallar con leyes de
perdón.
Con el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en la
Argentina, y sin el gobierno kirchnerista en el poder después de doce años,
este 24 de marzo se preanuncia diferente y los actos centrales se presagian
masivos.
El actual gobierno fue interpelado acerca de su política de
Derechos Humanos, convertida en razón de Estado para una sociedad que año tras
año, en un ritual colectivo, moviliza a miles de personas acompañando una
inmensa bandera con las fotos de los desaparecidos para reclamar "memoria,
verdad y Justicia" y "Nunca Más".
© NA
Pronunciamiento
El próximo 24 de marzo se conmemoran 40 años del golpe
cívico-eclesiastico-empresarial-militar.
Este sangriento golpe de estado enlutó nuestra patria y
nuestra historia. Y a pesar de los insistentes clamores por el ¡nunca más!,
hemos entrado en una etapa donde corre peligro el camino de memoria, verdad y
justicia re-emprendido en los últimos doce años.
• Hay voces -civiles y
eclesiásticas- que hablan de una malentendida necesidad de reconciliación o de
olvido;
• Hay voces que hablan de venganza
confundiéndola con justicia;
• Hay voces que insisten en la
necesidad de una supuesta justicia completa que reflota la perversa teoría de
los dos demonios;
• Hay voces que ignoran o
disimulan los crímenes de lesa humanidad expresadas en propuestas de
conmutación de penas, o proponiendo prisión domiciliaria, argumentando la edad
de los genocidas.
Hace 40 años la complicidad empresaria, eclesiástica,
periodística y militar puso en marcha el aparato de la muerte:
desapariciones forzadas, secuestros y torturas, personas arrojadas al río en
pleno vuelo, campos clandestinos de detención, apropiación de niños y bienes
personales de los secuestrados.
Y también muerte por la imposición de un modelo económico
que provocó la concentración de las riquezas en unas pocas manos, las manos de
los sectores más ricos que entonces aplaudían -igual que ahora-, muerte por la
entrega de nuestra soberanía, por la imposición de una deuda injusta y odiosa
que continua amenazando nuestro futuro.
Y finalmente muerte por una guerra absurda y sin sentido que
utilizó como pretexto nuestro justo reclamo por las Malvinas e Islas del
Atlántico Sur.
Aprovechando una fenomenal campaña en los medios de
comunicación y la complicidad económica, la dictadura
cívico-eclesiástica-empresarial-militar nos sumergió en una “noche oscura” de
genocidio y miedo. Por su propia impericia, crímenes e impunidad, y por la
lucha de, tantos entre los que queremos hacer memoria de las Madres y Abuelas,
o de Obispos como Jaime De Nevares, Miguel Esteban Hesayne y Jorge Novak y
también del obispo mártir Enrique Angelelli, la dictadura se resquebrajó hasta
finalmente ser derrotada. Derrota que nunca es definitiva, como basta ver en
muchas actitudes, nombres y políticas del gobierno actual que ya hemos
denunciado en las cartas al Pueblo de Dios Nº 1 y 2.
Como curas en opción por los pobres queremos asociarnos al
coro nacional e internacional que grita el ¡nunca más!, unirnos a los que hoy
estamos atentos ante todo intento de reflotar algunas o muchas políticas
pasadas, y comprometernos a contribuir a seguir poniendo cimientos en la
búsqueda de memoria, verdad y justicia.
Grupo de Curas en
Opción por los Pobres
Marzo 2016
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