Deben intensificarse
los planes y la asistencia para
los más necesitados.
Por J. Valeriano Colque (*) |
Los argentinos se aprestan a sufrir otro duro golpe para sus
bolsillos con los anunciados aumentos en las naftas, en el gas natural y en el
transporte metropolitano, según las parciales informaciones que difundió el
Gobierno nacional.
El fundamento es la necesidad de sincerar los precios para
evitar un déficit fiscal millonario, con el que se solventaron tarifas y
precios baratos para toda la sociedad, en forma independiente al poder de
compra de cada consumidor.
El desfase entre los precios de exploración, refinación y
distribución de los combustibles determinó que un país con ricas reservas en
materia de petróleo y gas natural debiera importar esos productos a precios
exorbitantes, en maniobras sospechadas de corrupción.
Luego de años de autoabastecimiento, Argentina debió comprar
petróleo crudo y adquirir numerosos envíos de gas. Varias facturas de esas
costosas operaciones aún se adeudan.
El transporte en la Ciudad de Buenos Aires y en el conurbano
bonaerense cuesta–en promedio– entre un tercio y la mitad de lo que se paga en
otras ciudades.
El sinceramiento del precio de las tarifas, de los
combustibles y de los alimentos, por el impacto de la devaluación y de la
eliminación de las retenciones, es una medida necesaria para sacar a la
economía del estancamiento que se produjo entre 2011 y 2015.
Pero esa puesta al día debió aplicarse en forma coordinada
con las negociaciones paritarias, pues muchos trabajadores del sector privado
aún no renovaron el acuerdo salarial para este año.
El dilema es afrontar precios nuevos con salarios viejos, al
igual que los beneficiarios del sector pasivo, ya que el aumento de unos 400
pesos en el haber mínimo es apenas un paliativo ante la inflación.
Este esquema implica un ajuste para bajar los precios en
función de un menor consumo y a la espera de mayores inversiones. Aunque esto
es cierto, el Gobierno nacional no lo enunció así en su plataforma electoral ni
cuando difundió las primeras medidas.
Resulta imperioso atender la cuestión social, pues los
institutos de economía privados están advirtiendo sobre un incremento de la
pobreza, fruto del aumento de precios.
Los dirigentes del kirchnerismo que enarbolan la bandera de
la pobreza como un escándalo de la gestión de Mauricio Macri deberán recordar
que durante los 12 años de la administración anterior se eludió hablar del tema
en los actos oficiales y de tratar sus causas más profundas.
Los errores del pasado no deberían ser una excusa para que
las actuales autoridades intensifiquen los planes y la asistencia para los más
necesitados.
El Estado debe acudir en forma urgente a mitigar las
necesidades de los sectores más vulnerables al mismo ritmo que afronta las
impopulares medidas para sincerar los precios de la economía.
(*) Economista
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