Lula con pedido de prisión, Evo cuestionado por un
hijo oculto y Cristina en Comodoro Py. Sudamérica sacudida.
Las
diferencias entre ellos.
Por Beatriz Sarlo |
Cristina Kirchner tendrá que declarar en Comodoro Py. Está la causa de los dólares a futuro, pero sobre
todo, el gran juicio que casi seguramente la espera bajo la carátula de
Hotesur y las mil y una noches que cobró por alquilar habitaciones
vacías. Una vez que se pisan esos tribunales de Retiro, salvo que se ejerza el
gobierno y se pueda manejar jueces, salvo que Gils Carbó se inmole en el altar
de una lealtad que le arruinaría la vida, muy probablemente la
pesadilla continúe.
El kirchnerismo heavy ya ha dicho que se trata de
una conspiración y dirá que siempre les toca a los dirigentes populares.
Días antes del
plebiscito en Bolivia, un periodista reveló que una mujer, que había tenido una relación con Evo Morales y un
hijo que Evo declaró muerto aunque parece que está vivo, había incurrido en tráfico
de influencias en favor de una empresa de capitales chinos. Evo, que se
mantenía intacto y libre de acusaciones que son copiosas en Argentina y Brasil,
perdió el plebiscito (perdió la escasa diferencia porcentual que le habría
permitido ganarlo). Frente al mundano debate, ciertamente siniestro, sobre si
el hijo del presidente está vivo o muerto, la conclusión es evidente: la
opinión pública, que hace cincuenta años podía pasar por alto detalles de
este tipo, hoy tiene una especie de presencia espasmódica, justiciera y
moral. Y cuantas más capas medias haya contribuido Evo a consolidar
durante su gobierno, más opinión crítica podrá esperar si no sabe contestar a
ciencia cierta si un hijo suyo vive o ha muerto.
Poco tiempo antes, su
vicepresidente Alvaro García Linera tuvo que dar explicaciones sobre un
título de posgrado que nunca obtuvo. El vicepresidente de Uruguay Raúl Sendic también tuvo que dar explicaciones sobre el mismo tema;
pero lo más grave es que algunos de sus compañeros del Frente Amplio se las
exigen ahora por manejos en una empresa del Estado. Sobre el socialismo
bolivariano de Venezuela las acusaciones de corrupción son innumerables, aunque,
en ese país, la Justicia sea más prudente que Oyarbide durante el kirchnerismo.
Hay jueces y jueces. Lula fue llevado por la fuerza pública a declarar en un
caso de financiación corrupta de la política y el jueves pasado un fiscal de
São Paulo pidió su prisión preventiva por otro delito que se le imputa. Sobre
Brasil, interesan las observaciones de Vicente Palermo en un libro reciente.
Allá también hay capitalismo de amigos (que es el invernadero de la corrupción
y de la financiación ilegal de los partidos). Pero hay instituciones
que, en niveles estratégicos, asignan recursos sin convertirse en feudos del gobierno. Eso,
en la visión de Palermo, diferencia a Argentina de Brasil: acá los amigos
obtienen lo que necesitan del Estado sin mediaciones institucionales. En Brasil
esto también sucede, pero no es la única manera en que el Estado interviene en
la esfera económica. Ahora, algunos fiscales creen que políticos que supieron
observar tales reglas de todos modos incurrieron en delitos.
Una columna de la
revista Piaui, firmada por Julia Dualibi (hasta hace poco periodista de O
Estado de São Paulo), atribuye a los siguientes motivos la humillación judicial
que vive: durante su gobierno, no creó una red de medios que le fuera adicta y
estuviera siempre presente para defenderlo; no le dio impulso a un grupo
capitalista amigo para que comprara un canal o un diario. Además en 2003,
cuando llegó a la presidencia, nombró a un fiscal general con facultades
especiales para presentar denuncias contra el presidente y los políticos. En
2007, el procurador fue quien comenzó la investigación sobre el Mensalão, que
ha dejado un tendal. O sea que Lula probó de su propia medicina
institucional. La política nos acostumbra a tales ironías.
Estas son las últimas
tempestades del informativo del Sur de América. Lula y Evo fueron
verdaderos transformadores. Incluso la oposición puede discutir sus
métodos o sus formas de intervención, pero le es más difícil cuestionar los
resultados objetivos de sus gobiernos en cuanto a mejora de las condiciones de
vida de los pobres, elevación o creación de capas medias e imagen de ambos
países en el mundo. Sin gestos desafiantes, ambos tienen historias que arrancan
en lo más profundo del campesinado o la clase obrera; fundaron sus instrumentos
políticos y consolidaron sus apoyos (en el caso de Lula, algunos de esos apoyos
se demostraron tóxicos).
Comparar sus historias
con la del kirchnerismo nos aporta mucho a los argentinos, porque también acá
se avecina una tempestad judicial y habrá que ver si los argumentos
usados en el caso de Lula valen en el de Cristina Kirchner.
Nota al pie. Marcelo Odebrecht, dueño de una compañía gigantesca
que se expandió desde la construcción a casi todos los rubros estratégicos, ha
sido condenado a veinte años de cárcel por sus relaciones delictivas (sobornos)
con Petrobras. El juez que dictaminó en su caso lo llamó “mandante de los
crímenes”. La Justicia brasileña se condujo con más diligencia que la
argentina. Es el mismo juez que ordenó el allanamiento de la casa de Lula y su
comparecencia como declarante.
© Perfil
0 comments :
Publicar un comentario