Por Gabriel Profiti |
La reunión entre Mauricio Macri y el Papa no activó como se
esperaba el deshielo en la llamativamente distante relación entre ambos jefes
de Estado argentinos, aunque el Presidente dijo haberse llevado del Vaticano el
apoyo de Francisco para avanzar en su agenda de cambios en el país.
En un pontífice que asigna un valor especial a los gestos,
esta primera reunión con Macri en la Presidencia, breve, formal y con sonrisas
desganadas para las fotos, contrastó con algunas cálidas recepciones que
ofreció a Cristina Kirchner.
Las razones no están claras pero la frialdad del Papa
argentino opera como espina de talón en un mandatario que encaró reformas
estructurales, cuyas consecuencias negativas comenzarán a verse antes que las
positivas, y que seguramente esperaba otra bendición del jefe de la Iglesia
Católica.
El martes, Macri brindará su primer discurso de apertura de
sesiones ordinarias del Congreso, donde planteará el punto de partida de su
Gobierno y defenderá el giro que dio en materia de política exterior,
comercial, cambiaria, tarifaria, impositiva y hasta los cambios culturales que
pretende.
En su entorno hubo discusiones sobre cuánto peso asignar en
ese mensaje a la "herencia" dejada por su antecesora, pero lo cierto
es que servirá de base para justificar algunas novedades avinagradas que
llegarán en formato de tarifas y recibos de sueldo a partir de marzo, junto con
un sostenido alza de precios.
La modificación del impuesto a las ganancias alivió a muchos
de los que estaban alcanzados, pero quedó a mitad de camino y paralemante
atrapó a otros que estaban exceptuados.
El anuncio, pensado como un gesto para tranquilizar a los
gremios antes de las paritarias, operó en sentido contrario y terminó de
unificar un reclamo de las tres CGT, la de Antonio Caló, la de Hugo Moyano y la
de Luis Barrionuevo, quienes se sacaron una foto después de mucho tiempo en la
sede de Azopardo.
Las centrales peronistas tocaron tangencialmente los
despidos en el sector público, pero los estatales agrupados en ATE y su matriz,
la CTA, realizaron el miércoles el primer paro contra el nuevo gobierno. Gran
parte de los cesanteados habían sido incorporados a la administración
irresponsablemente en el último tramo de la era kirchnerista.
En esa movilización confluyeron dos cambios de raíz que
quiere instrumentar Macri: lo que definió como la "cultura del
trabajo", sin ñoquis en el Estado, y el punto final de la era de los
piquetes, con la implementación de un protocolo que termine con los cortes de
calles y rutas. Lo cierto es que el reglamento no se aplicó y el centro porteño
volvió a ser un caos.
En ese marco, la nueva administración logró un trabajoso
acuerdo con los docentes nacionales, por encima de la pauta de 25% de aumento
salarial que había tratado de fijar como referencia para futuras paritarias, y
aun así varias provincias buscaban que las clases empiecen en tiempo y forma.
Imagen y acuerdos
Macri llega a este punto de inflexión con números
favorables, pero ya debajo de su pico de popularidad de los últimos meses.
Según una encuesta de Analogías la percepción de la herencia
negativa está presente tanto en lo que refiere a la inflación como en las
razones de despidos del Estado.
De acuerdo con ese relevamiento realizado en febrero, la
imagen del mandatario se mantiene alta, en un 66%, pero descendió la aprobación
de su gestión y de la política económica (59 y 50%), así como el nivel de
optimismo respecto de la economía.
El momento es crucial porque en el Congreso deberán
exponerse los acuerdos que el oficialismo tejió en los últimos meses con
fuerzas opositoras -el Frente Renovador y un sector del PJ- para avanzar en
cuestiones estructurales.
El nombramiento de dos jueces para la Corte y un
entendimiento con los fondos buitre que estaría en su fase final, entre otras
decisiones, requerirán de respaldo opositor.
Ese acuerdo con los holdouts hizo aflorar diferencias en el
PJ entre el sector más duro que no quiere saber nada con prestar su aval y el
ala dialoguista encarnada por los gobernadores. Ambos sectores se disputan la
conducción del partido, tal como quedó expuesto en el Congreso realizado en
Obras Sanitarias.
Macri quiere cerrar definitivamente el capítulo del default
para volver a obtener financiamiento internacional con dos destinos: obras de
infraestructura y aliviar con endeudamiento el peso del ajuste que lleva
adelante en el país.
Para eso cuenta con amplios apoyos internacionales. De hecho
esta semana volvió a verse con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, se
encontró con el presidente de ese país, Sergio Mattarella, y recibió al
mandatario francés, Francois Hollande.
Pero ese auspicioso giro internacional enfrenta dos riesgos:
volver al sobreendeudamiento externo, justo ahora que esa mochila está más
liviana, y eventuales padecimientos de la industria ante la decisión de
entablar un comercio más fluido con el mundo.
La Justicia se ajusta
Dos novedades resonantes hubo esta semana desde tribunales:
el fiscal de Cámara, Ricardo Sáenz, por primera vez dictaminó sobre la
posibilidad de que Alberto Nisman fue asesinado y Cristina Kirchner fue llamada
a declaración indagatoria por el juez Claudio Bonadio en una causa por la venta
del dólar futuro.
Sáenz es uno de los fiscales más activos en la
reinvidicación de la figura de su excolega. En su dictamen recopiló datos que
estaban en el expediente. Así como la hipótesis del suicidio no cierra, la del
homicidio no sumó elementos esclarecedores y será la Cámara del Crimen la que
defina sobre la suerte de la causa.
El primer llamado a indagatoria a la expresidenta queda
relativizado por el hecho y el autor. Bonadio parece llevar la lanza judicial
contra el kirchnerismo -este mes procesó a Guillermo Moreno y Aníbal Fernández-
pero la operatoria del dólar futuro parece más una responsabilidad de los
entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco
Central, Alejandro Vanoli, quienes también fueron citados.
Con todo, ese será el inicio de un Vía Crucis judicial para
la exmandataria que, ante una Justicia que se mueve con sentido de oportunidad,
deberá rendir cuentas en distintos juzgados por asociación ilícita y lavado de
dinero por la causa Hotesur y por el crecimiento de su patrimonio durante su estadía
en el poder.
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