Por Sebastián Alonso
El agente infeccioso
que tiene en alerta a Latinoamérica se transmite a partir del Aedes aegypti,
vector del dengue y la chikungunya.
Si se evita dejar al descubierto fuentes de
agua como botellas o tarros, se podría reducir un 50 por ciento la presencia
del mosquito, que sólo pica durante el día.
El incremento de los casos de microcefalia, a partir del
2014, en Brasil, puso en boca de todos a un nuevo agente infeccioso: el zika.
Argentina, Colombia y Estados Unidos se manifestaron oficialmente sobre la
gravedad de la situación aunque aún se investiga la relación entre el virus y
la enfermedad que provoca una malformación cerebral que condiciona el
desarrollo normal de los bebés.
“Se comprobó que uno de los niños que murió al nacer tenía
el virus y, a su vez, se lo registró en el líquido amniótico de la madre, pero
aún no encuentran una vinculación directa para afirmar que el zika sea el
responsable de las anomalías”, explica, en diálogo con Agencia CTyS, Juan José García, investigador del Centro de Estudios
Parasitológicos y de Vectores de la Universidad Nacional de La Plata.
Lo que sí se sabe es que el vector, el insecto que
transporta y, con su picadura, deposita al agente infeccioso en las personas,
es el Aedes aegypti. La expansión del
mosquito, conocido por también transmitir el dengue, se vio favorecida por las
lluvias, las altas temperaturas y la permanente migración de personas. Según el
especialista del CONICET, en Paraguay y Brasil “hay una enorme cantidad de
infectados” y los constantes intercambios de gente entre diferentes países
empeora la situación.
En Argentina, el mosquito se encuentra activo entre octubre
y mayo mientras que el resto del año permanece en forma de huevo, lo que
favorece su movilización al quedar pegado a distintos recipientes que son
transportados por la población de un lugar a otro; así se fomenta la
distribución del insecto por todo el país.
García resalta la importancia de utilizar repelentes durante
el día y destaca la necesidad del compromiso ciudadano. Desde la Organización
Mundial de la Salud se mencionó que, si la comunidad colabora en eliminar las
fuentes de agua, es decir, las palanganas, baldes, tarros, se lograría
controlar la expansión del Aedes aegypti
en un 50 por ciento. “Una botella descubierta que acumule agua es suficiente
para que el insecto deposite huevos y en una semana estén volando”, destaca el
investigador.
El Ministerio de Salud de Brasil asoció al virus del zika,
anteriormente solo presente en África y Asia, a las complicaciones en más de
tres mil bebés que nacieron con microcefalia. Fiebre, conjuntivitis y dolor
muscular son indicios de haber contraído la infección aunque, muchas veces, y
esto mantiene en vilo a gran parte de la población brasileña, no se presentan
síntomas.
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