Por Germán Gegenschatz |
En medio de la tarea de ordenar la economía e introducir los
cambios necesarios, más la pulseada por arrebatarle al narcotráfico el control
de buena parte de algunas policías provinciales y del sistema penitenciario,
hay otro tema relevante que está en pleno desarrollo: retomar el control por
parte del estado, nacional, provincial e incluso municipios, de sus funciones
de asistencia social, que abarca la definición de políticas sociales,
distribución y control de subsidios, entrega de alimentos, planes y demás
bienes a los sectores más vulnerables y las cuestiones vinculadas a la
construcción de viviendas e infraestructura en diversos lugares del país.
La recuperación del control que mencionamos tiene su
epicentro, por el momento, en la provincia de Jujuy, jaqueada por el intento de
la Tupac Amaru de seguir actuando como antes, ignorando que la sociedad en su
conjunto, en particular la jujeña, eligió otro camino en las últimas
elecciones.
Hay muchos ángulos de análisis en la materia, pero vamos a
destacar tres aspectos a tener presente, para superar la mera descripción de
los intereses contingentes de los grupos en pugna vinculados, fundamentalmente,
a mantenerse sentados sobre enormes cajas de recursos del estado, que les
proveen dinero y poder político. Los aspectos a destacar son:
1- Así como la inflación es el fracaso de la gestión
económica del estado como formulador de política económica y la inseguridad en
lo que le compete en esta materia, la presencia de organizaciones como la Tupac
Amaru, entre muchísimas otras, disputando el poder a las autoridades electivas,
como mínimo en materia de decisión, ejecución y control de los fondos para
políticas sociales, es la comprobación empírica del fracaso del estado en
políticas sociales.
2- En la pelea del Gobernador Morales se juega si las
políticas se definen por el voto popular o por la presión y acción de las
organizaciones sociales. Si los fondos públicos se disponen en el marco de
decisión de las instituciones creadas por la constitución y las leyes o si se
definen en una mesa de un café, hotel u oficina gubernamental, donde unos
amenazan romper la paz social y otros, en el mejor de los casos, tratan de
revelar lo menos posible su debilidad y negociar la política social y el
reparto de los recursos.
3- Desde el comienzo de la democracia, es evidente la merma
del poder del estado de su facultad de definir y ejecutar en forma directa y
eficiente políticas y presupuestos destinados a la ayuda social. En este
sentido, los diferentes gobiernos pasaron de utilizar las organizaciones
sociales para llegar donde el estado no lo hacía, a usarlas para equilibrar el
poder político que les faltaba, y ya al final, en nuestros días, a resistir la
toma del poder por parte de estas mismas organizaciones que, al saltar a la
política y al controlar sectores completos del estado, ya financian su accionar
con parte de los fondos que administran y otros que generan a partir de estos.
Lo importante a tener presente es que la necesidad y la
pobreza pasaron de ser ocasión a ser insumo necesario en la lucha por el poder
y los recursos económicos, entonces no es de extrañar que la pobreza aumente,
que la miseria se muestre en toda la geografía nacional y que de las políticas
liberadoras de la pobreza, donde el movimiento social ascendente era una
realidad porque devenía del trabajo y una educación pública de calidad, pasamos
a una falsa “inclusión”, que se refiere más bien a repartir planes y subsidios
más que trabajo decente y educación de calidad, para poder generar ciudadanos
capaces de vivir en democracia, respetando la ley y con la formación
indispensable para trabajar en el siglo XXI.
Es la oportunidad de poner sobre la mesa los hechos, todo lo
sucedido, organizaciones sociales, sus dirigentes, actores de la política y
demás miembros de la sociedad. Los actores que conocemos ya sabemos a dónde nos
han traído o mejor dicho, arrojado. La pobreza es tan generalizada como
indignante, la lectura ideologizada, la utilización política y económica que
hicieron quienes en teoría se ocupaban de ella, es inmoral. Esta dinámica,
ampliamente conocida, que genera el repudio de cuantos son esclarecidos
respecto de su funcionamiento y retroalimentación, debe ser superada.
Tuvimos muchos gobiernos elegidos por el voto popular que,
con mayor o menor convicción, de buena fe o no, omitieron plantearse la
efectividad de sus políticas o simplemente cedieron en la puja con estas
organizaciones y su forma de interacción con los distintos gobiernos.
Sabiéndolo o no, terminaron aumentando la pobreza y, en el mejor de los casos,
impusieron una batería de placebos y un discurso tan consolador y sensible como
lejano de ser una solución sustentable de la pobreza. Al tiempo que se autoproclamaron
campeones de los derechos humanos y la sensibilidad e inclusión social, se
negaban a informar de su fracaso total y absoluto, tapando toda medición de la
pobreza por considerarla, cínicamente, “estigmatizante”.
Nuestra sociedad produjo un cambio de actores en la
política, con miras a producir un cambio en la realidad. Está en cada uno de
nosotros, en la medida de nuestra responsabilidad, contribuir o no a la
solución, sabiendo que la tarea es para que quienes hoy vemos en situación de
pobreza dejen de estarlo, total y definitivamente, a partir de un trabajo
decente, con recursos suficientes para por lo menos vivir y decidir según lo
que deseen, con la misma libertad que hoy disfrutan los demás ciudadanos.
© C&P – Comunidad
y Política
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