Por Gabriel Profiti |
Mauricio Macri abrió en el Foro de Davos otra etapa
argentina de cercanía con el corazón económico y financiero mundial, mientras
sigue buscando limitar sus debilidades políticas fronteras adentro con mano
dura y echando cospeles para la división del PJ.
El presidente encandiló a los asistentes al tradicional
encuentro de la capital suiza con su mensaje de establecer "relaciones
exteriores pragmáticas sin barreras ideológicas" para seducir a
potenciales inversores y reactivar la economía.
En un giro tan brusco que causa vértigo respecto a la larga
etapa kirchnerista, Macri mantuvo una treintena de reuniones con directivos de
multinacionales y líderes políticos.
En una entrevista con la agencia Bloomberg, dijo que espera
que en 2016 lleguen 20 mil millones de dólares de inversiones y definió a esa
cifra como "realista para empezar".
Las primeras consecuencias son positivas: logró que Estados
Unidos anunciara que dejará de vetar los créditos de organismos multilaterales
para la Argentina. Macri se encontrará en marzo con Barack Obama en Washington
y espera recibirlo en Buenos Aires.
El Gobierno también ansía gestos de la Casa Blanca en el
conflicto por la deuda, cuya complejidad ya obligó a recular a Macri. "No
vemos avances concretos", advirtió el jefe de Estado, que no se cruzó en
Davos con Paul Singer, titular del fondo más emblemático de los buitres que
litigan en Nueva York.
La bienvenida a un presidente argentino después de doce años
-el último fue Eduardo Duhalde en 2003- sería solo una gran noticia si el país
no hubiera gozado de aclamación internacional en el pasado cercano, en la
antesala de la tragedia de 2001.
El volantazo incluye un regreso pleno al Fondo Monetario
Internacional, cuyas recetas de ajuste fueron justificadamente demonizadas durante
los últimos años.
Lo cierto es que la economía argentina no pasa por su mejor
momento, con una inflación cercana al 30% anual y un déficit fiscal en niveles
récord.
Ante estos inconvenientes, el Gobierno anunciará una
reducción de subsidios y un aumento de tarifas eléctricas, pero sus principales
hombres saben que un ajuste ortodoxo podría generar el efecto contrario al
pregonado en Davos. El caso argentino de los noventa todavía supura y Brasil es
un mal ejemplo reciente. Macri anunció que planea achicar el rojo fiscal en 1%
por año.
Además, el problema para este giro aperturista es que
algunos sectores de la industria nacional pueden volver a sufrir una avalancha
importadora, como en la aventura menemista.
"Hay que trabajar con la administración del comercio de
manera inteligente. Somos un país en vías de desarrollo en términos
industriales y hay sectores que no están en condiciones de competir con países
desarrollados", advirtió José Urtubey, vicepresidente de la UIA.
Cuña en el PJ
Macri también se jugó una ficha en la interna del PJ al
postular a Sergio Massa, a su lado en Davos, como posible jefe del principal
partido de la oposición.
Para el mandatario que gobierna sin mayorías en ambas
cámaras, el mejor escenario es que el expartido de gobierno se divida en tres:
el PJ Federal, quizá alineado detrás del gobernador salteño, Juan Manuel
Urtubey, los renovadores de Massa y los incondicionales de Cristina Kirchner.
"En las negociaciones por el presupuesto bonaerense
aprendimos que La Cámpora no es un interlocutor válido, así que vamos a
trabajar con el PJ 'racional'", se sinceró un hombre del Gobierno. Se
refería a las tratativas que volteó el camporista José Ottavis y que finalmente
prosperaron por el peso de los intendentes del justicialismo provincial.
En esa línea, hubo varios hechos importantes esta semana. La
decisión del presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, de despojar a
Máximo Kirchner de un despacho del tercer piso del palacio y una negociación
que avanza con los gobernadores por el reparto de la coparticipación a cambio
de gobernabilidad. Billetera para unos rebenque para otros.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, les hizo saber a
los mandatarios justicialistas en reuniones individuales ladecisión de ceder
una parte de la coparticipación que tiene la Nación a las provincias a cambio
de obtener acuerdos en el Congreso para las leyes importantes.
Esta negociación, que incluyó una reunión de Miguel Pichetto
en la Casa de Gobierno con Frigerio y el jefe de Gabinete, Marcos Peña y otra
el viernes del ministro político y Monzó con Urtubey en el Palacio Duhau,
pareció empantanarse con el decreto que reasignó fondos nacionales a la ciudad
de Buenos Aires.
Según la administración macrista esos fondos -16 mil
millones de pesos- obedecen al traspaso de la Policía Federal a la Ciudad. El
problema es que Frigerio no sabía nada y lanzó maldiciones al igual que sus interlocutores
peronistas.
Mientras tanto, Macri sigue utilizando la vía del decreto
para sacar disposiciones clave. Una de ellas fue la declaración de la
emergencia en Seguridad, que como medida más polémica permite el derribo de
aviones, pero que incluye una ambigua definición sobre "delitos cometidos
por asociaciones ilícitas organizadas para cometer delitos por fines
políticos".
Para el kirchnerismo, este juego de palabras podría dar
mayores herramientas para reprimir la protesta social, en medio de la polémica
por la detención de Milagro Sala en Jujuy.
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