Los problemas de hoy revelan cómo se manejó el Estado
con poder de
subsidios. El juego de Macri.
Por Roberto García |
Si los titulares de los diarios indican ciertas
formas de perversión política, esta semana se acumuló una lista copiosa: el desenlace
judicial de la tragedia de Once, las derivaciones del conflicto de
Cresta Roja y la escandalosa fuga de un
penal de tres condenados por un triple crimen vinculado al
narcotráfico. Los episodios se encadenan con una misma guía: los
subsidios y sus devoluciones consecuentes, anomalías y delitos. Y promueven
una multitud de preguntas sin respuesta, todas en un origen común: el
empoderamiento interesado del Estado.
Primer interrogante: el fallo que castigó a ex
funcionarios del gobierno Kirchner por el trágico choque ferroviario ¿se
detendrá en nombres resonantes como el de Ricardo Jaime? O, tal vez,
por el reconocimiento de un vergonzoso sistema de dádivas –por utilizar una
jerga pudorosa que oculta el concepto de “retorno”–, derivará hacia figuras de
nivel superior. Finalmente, la administración anterior siempre presumió del
control directo, personalizado, único, considerando títeres a sus ministros y
secretarios. En este caso, arrecian otras dudas: el mismo Jaime, en su época de
esplendor, aseguraba que él procedía de acuerdo con las instrucciones de su
amigo Néstor, hoy tan diseminado su nombre y apellido en avenidas, calles,
monumentos y edificios. Se vanagloriaba, incluso, de visitarlo sin falta antes
de partir al interior, cada fin de semana, para dejarle –habrá que continuar
con los eufemismos– toda “la información recogida” en su área de Transporte (no
se remitía sólo al manejo ferroviario) gracias a los generosos subsidios que
instruía la Casa Rosada. Hoy, un sector de la administración Macri supone que
un hilo de Ariadna para llegar al corazón de la venalidad se descubriría con la
extensión de la figura jurídica del “arrepentido” para los funcionarios
públicos, de modo que a Jaime podrían tentarlo con una morigeración de
la pena si confiesa a quién le derivaba ciertas devoluciones negras. ¿O
acaso alguien cree que este atrevido cordobés se llevaba la parte del león?
Algo así, para simplificarlo, como lo que ocurre en el caso de la FIFA con el
argentino Burzaco, cuya voz delatora hace temblar a reconocidos dirigentes del
fútbol, la televisión y otros medios. Se conmueve, ante esta eventualidad, el
mundo empresarial que en estos últimos años ha negociado con el Estado, sea
nacional, provincial o de la misma ciudad, ya que familias prebendarias del ferrocarril
operaban también con otros jefes políticos, de sectores diversos. No en vano Mauricio Macri dijo
hace poco: “Yo los conozco”.
Al nuevo presidente se le añaden conflictos y sólo
produjo respuestas frágiles institucionalmente, algunas atribuidas a un abogado
de su confianza y de algún medio (Rodríguez Simón) que no es precisamente el
ministro (Garavano). Al margen del abuso de DNUs o instrumentos semejantes,
retrocediendo incluso con decisiones tomadas, se producen situaciones
insólitas: por ejemplo, le atribuyen al titular de la Corte, Ricardo
Lorenzetti, sugerirle a más de un juez la conveniencia de su renuncia, casi
como un emisario de Macri, mientras éste –es público– se sonrojó al extremo de
la rabia cuando la breve mayoría del instituto produjo el
fallo Sancor, que benefició con una cuantiosa recompensa a tres provincias
apenas cuatro días antes de su asunción y en una elaboración
fulminante, casi inexplicable, si se cuentan los días hábiles que tuvieron para
definir el caso luego de nueve años de demora. Por si fuera poco, en esa
materia de foros, en el círculo de la Casa de Gobierno se percibe más de una
desavenencia, sobre todo entre el más conspicuo amigo del mandatario, Nicolás
Caputo, y el influyente titular de Boca Juniors, Daniel Angelici.
Por ahora, el boquense ha ganado más puntos en el tablero y, al decir de
cercanos, “Nicky” quizás estaría más feliz navegando en la zona de Bahamas,
donde dice que se encuentra uno de los paraísos más maravillosos del mundo. Se
evita el nombre de la isla por razones ecológicas.
Desinteligencias por la inteligencia y otras
yerbas, menores si se observa la crisis
económica de Cresta Roja, empresa que en su momento se alimentó de
subsidios estatales y préstamos privilegiados que generan más de una reserva
por su dilapidación. Como en los ferrocarriles. Aunque en materia de subsidios
también se advierten los de otro tipo, como el que a la inversa se negó a
recibir o desconocer la gobernadora María Eugenia Vidal, al rechazar –aseguran–
una voluminosa recaudación mensual que aportaban los organismos de seguridad de
la Provincia al propio gobierno. Hay literatura y testimonios sobre este tema,
denuncias, el “cajón” (los fondos) que se coleccionaba por el control y la
organización de delitos como la prostitución o el juego ilegal. Sorprende, al
conocerse la cifra –metódicamente elevada–, que ese volumen pecuniario
proviniese de actividades costumbristas como el juego y la prostitución.
Demasiada plata para cubrir necesidades básicas de unidades policiales,
comisarías, las mismas que ahora la gobernadora promete cubrir sin apelar a ese
fondo reparador y no escrito. Para más de uno, las dimensiones de ese aporte
pueden inducir al entendimiento de la escandalosa fuga de los
hermanos Lanatta y al vínculo obvio que en su momento generaron
sus acusaciones contra Aníbal Fernández, ya que –como se informó– ese
episodio comprometió al gobierno de Scioli, sea por dos de sus
ministros, un intendente de su afecto y hasta un empresario del juego que alguna
vez le presentó la novia a otro intendente conocido.
Como diría Cristina, casi sabia, “todo es parte de
todo”. Tanto que el episodio la alcanzó a Ella, ya que en su momento hizo
campaña proselitista gracias al dinero originado en laboratorios menores con la
importación de efedrina, cuyos dueños fueron fulminados en el triple crimen. Se
habla poco del caso, y mucho menos, de los laboratorios mayores que vendieron
la efedrina desde el exterior, gente conocida como “de bien” y cercana
siempre al poder. Legalmente, claro, y conociendo el daño que permitían
cometer.
Bajo ese clima y otras amenazas culmina sus
vacaciones Macri, descanso
en Villa La Angostura que algunos íntimos dijeron
“imprescindible“ para salir de la bruma psicológica, casi de un estado de shock
que le provocó la multitud de problemas heredados del cristinismo.
Casi una zozobra absurda: él ya había alquilado
para estar con la cercanía de su suegra antes de que la bomba argentina le
cayera encima.
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