Macri recibió el
previsible bautismo de fuego. El problema
de poner a la comunicación al comando
de la política.
Por Ignacio Fidanza |
Era previsible. El PRO se construyó como una fuerza
apalancada en los medios y con un desprecio más o menos explícito por la
política tradicional. En esta columna ya se había advertido que el arribo a la
Casa Rosada implicaba el final de la experiencia Festilindo. Guste o no. Está
más allá de su decisión.
Lo que ocurrió hoy fue una versión hardcore de esa novedad.
La idea de gobernar –reemplazar la política- a fuerza de golpes de
comunicación, buen manejo macroeconómico y obra pública, suena cautivante. Pero
parece más una proyección de lo que se desea o de aquello para lo que se está
más capacitado, que un análisis descarnado del estado de las cosas.
Exponer a toda la primera línea del actual bloque de poder
–Presidente, Vicepresidenta, Jefe de Gabinete y Gobernadora- a un papelón
mayúsculo y sobre todo innecesario, muestra que privó la pulsión por dar
“buenas noticias” sobre el manejo sensato del poder.
La falta de volumen político tanto en nación como en
provincia es evidente. La época de las sonrisas, las fotos “casuales” de
familia y las manifestaciones de buenas intenciones integran un combo que ya
suena a viejo. Hoy el presidente tuvo su primera incursión en Sinaloa.
Y acaso se haya dado cuenta que el equipo que lo rodeó en la
expedición no era el más curtido. No es un error, es un riesgo de vida. Es
decir, este bochorno le está ocurriendo en la luna de miel, que no puede estar
más cascoteada. ¿Cómo va a reaccionar el actual staff cuando la tolerancia de
los cien días haya pasado y deba enfrentar los costos de las medidas de ajuste
que viene esquivando?
¿Tiene las espaldas preparadas para los idus de marzo, con
su combo de paritarias, inflación alta y quita de subsidios?
La raíz del problema es simple: Poner a la comunicación al
comando de la política. Creer que concentrar, administrar, los comunicados,
declaraciones e intervenciones en la esfera mediática es la llave para
controlar la realidad o al menos la política. Que no hacen falta estructuras,
punteros, bisagras con el lado oscuro de las cosas. En definitiva que aquello
que se elige ignorar, no existe.
Inteligencia, seguridad, operación política profesional, no
son opciones para quien ejerce la Presidencia. Son apenas los requisitos
mínimos para sobrevivir. La economía es determinante en el éxito o el fracaso
electoral, pero el poder es una coalición volátil de tramas más densas que una
buena gestión de la macro.
Macri lo sabe, pero hasta aquí parece enamorado de su
creación, de esa extraordinaria construcción que pasteurizó su imagen y lo
llevó a la Presidencia.
Hoy la realpolitik le avisó al Presidente que no es una
opción que se puede tomar o dejar.
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