Por Gabriel Profiti |
Las tribunas, la calle y la confrontación como atizador de
agenda fueron obsesiones del kirchnerismo en los doce años y siete meses de
gobierno.
Con ese espíritu, Cristina se despide del poder ejerciéndolo hasta el
último día y contribuyendo a que el inicio del mandato de Mauricio Macri sea un
parto.
Toda esa simbología está detrás de la pulseada por la
ceremonia de transmisión del mando entre presidentes, una de las tantas
rencillas que enfrenta a entrantes y salientes a pocos días de que el Poder
Ejecutivo pase a manos del líder del PRO.
Cristina quería entregar el bastón y la banda presidencial a
Macri en el Congreso, con tribunas repartidas, y su sucesor pretende todas las
gradas de su lado y recibir los atributos de mando en la Casa Rosada como era tradición
hasta que los Kirchner eligieron, en su derecho, hacerlo en el parlamento.
Entre esos caminos estrechos buscaban negociar los
secretarios generales vigente y nombrado, Eduardo "Wado" De Pedro y
Fernando De Andreis, junto a otros interlocutores como Emilio Monzó y Marcos
Peña por el macrismo y Julián Domínguez por el FPV. El domingo Macri llamó a
Cristina para informarle que recibirá los atributos en la Casa Rosada y la
Presidenta le concedió que distribuya las invitaciones para el Congreso pero mantiene
su postura.
En la misma línea se preparan festejos de despedida a la
mandataria saliente para el 9 y quizá el mismo 10 en la plaza de Mayo y del
Congreso, el último cuando Macri ya entrará en funciones.
A excepción del núcleo de dirigentes más cercano a la
Presidenta, en el Frente para la Victoria verían más apropiado que Cristina
Kirchner resigne protagonismo y permita que Macri celebre su llegada al poder a
su criterio.
El sinsentido solo pudo ser equiparado por la insólita
elección en la AFA, donde también hay varios actores de la política grande
involucrados.
Decretos y
funcionarios
Con todo, el entrevero por la transmisión de mando pasará a
ser un lamentable recuerdo en pocos días, pero hay otras cuestiones que
preocupan más al próximo gobierno.
El primero fue la decisión de Cristina Kirchner de decretar
abarcativo a todas las provincias un fallo de la Corte Suprema para restituir
deducciones de coparticipación a San Luis, Santa Fe y Córdoba. Son unos 90 mil
millones de pesos en juego.
Ese fallo había sido objetado el lunes por el designado
ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en un encuentro privado ante el
presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti.
La generalización que hizo Cristina complicó más el
panorama, aunque el nuevo gobierno se habría llevado el aval de los supremos de
que se puede anular esa decisión vía otro DNU o bien que llegue a la Justicia y
sea declarado inconstitucional.
En lo inmediato, Macri espera forzar la salida de
funcionarios a quienes la ley les garantiza su continuidad como el presidente
del Banco Central, Alejandro Vanoli, los titulares de entes vinculados a
servicios de comunicación AFSCA, AFTIC y Radio y Televisión Pública, Martín
Sabbatella, Norberto Berner y Tristán Bauer y la procuradora general, Alejandra
Gils Carbó.
Vanoli anticipó que podría renunciar antes del inicio del
próximo gobierno, lo cual sería apropiado para que Macri pueda desplegar sin
ataduras su política económica. Es curioso porque el argumento del PRO es el
contrario: dice que el Banco Central debe volver a ser independiente del
Ejecutivo.
Miguel de Godoy, designado por Macri en la AFSCA intentó
convencer a Sabbatella -tiene mandato hasta 2017- de que renuncie, mientras
amenaza con la aplicación de un DNU que fusione a ese organismo con el
encargado de supervisar la aplicación de la ley de Telecomunicaciones AFTIC y
de ese modo borrar de un plumazo a los jefes de ambas reparticiones.
El caso más delicado es el de Gils Carbó. Líder de la
agrupación Justicia Legítima, condescendiente con la ofensiva kirchnerista en
ese poder, la jefa de los fiscales es dueña de un cargo vitalicio y debería ser
removida por juicio político.
Ese podría ser un caso testigo del funcionamiento del nuevo
Congreso. En los últimos días juraron los nuevos diputados y senadores y por
primera vez pudo verse el reparto en los dos hemiciclos que tendrá esta primera
etapa de Macri en el Ejecutivo.
El Frente para la Victoria tiene amplia mayoría en el Senado
donde mostró gestos de institucionalidad, como promover al macrista Federico
Pinedo en la presidencia provisional, mientras que en Diputados se mantuvo como
primera minoría frente a un oficialismo naciente que necesita más de 40 votos
para conseguir la aprobación de leyes propias.
Esa necesidad otorga relevancia a la formación que presidirá
Sergio Massa como jefe de un interbloque de más de 35 miembros entre el Frente
UNA y peronistas "residuales". Graciela Camaño, jefa del bloque
massista puro, anticipó hace pocos días que no dará un apoyo directo a un
juicio político contra Gils Carbó.
Inflación y salarios
Como toda nueva etapa se abren expectativas en distintos
ámbitos. Pero entre los economistas y analistas políticos hay incertidumbre
común respecto al impacto de las primeras medidas económicas del gobierno de
Cambiemos.
Mientras miraban de cerca la elección en la AFA, Hugo Moyano
le pidió a Macri que se mantengan "el poder adquisitivo" y los
"puestos de trabajo".
Moyano encabezará el próximo 17 un plenario para
"reunificar" la CGT con "gordos" e
"independientes", quienes estuvieron cerca de la administración K. Se
mantienen fuera de ese esquema los industriales Antonio Caló, Ricardo
Pignanelli y el taxista Omar Viviani: no quieren que el camionero monopolice el
diálogo con el nuevo gobierno y temen por la apertura económica.
En ese sentido, el nombrado ministro de Trabajo, Jorge
Triaca, anticipó que se trabaja en eximir del impuesto a las Ganancias a los
aguinaldos, pero al mismo tiempo pidió a los gremios pensar en discusiones
paritarias que tomen como base "la inflación futura", una categoría
fácil de sinonimizar con ajuste teniendo en cuenta la perspectiva de una
devaluación a corto plazo.
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