lunes, 7 de diciembre de 2015

La obsesión de Cristina

Por Román Lejtman
Cristina Fernández de Kirchner no quiere abandonar la Casa Rosada como ex presidente y por eso se niega a entregar la banda y el bastón a Mauricio Macri en el Salón Blanco. CFK intentó convencer a los enviados del presidente electo para que toda la ceremonia de asunción se hiciera en el Congreso, pero fracasó ante la cerrada negativa de Macri, que pretende regresar a los tiempos del comienzo de la democracia. 

El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín recibió los atributos presidenciales de Reynaldo Bignone, que fue el último dictador de la Argentina.

Cuando Cristina asumió que ya no tenía poder para imponer su voluntad personal, extrañas maniobras se ejecutaron desde Balcarce 50. Un supuesto enviado de Macri se presentó en una dependencia del Ejército para solicitar la banda presidencial que debe usarse en la ceremonia del 10 de diciembre. El oficial a cargo llamó al gobierno de la Ciudad para comprobar la identidad del presunto correo y entregar la banda que debe portar el futuro presidente. En ese instante, comprobó que se trataba de una maniobra para evitar que la ceremonia se llevara a cabo en la Casa Rosada. Era un farsante, que intentaba con el robo de la banda, lograr que Macri recibiera los atributos del poder en el Congreso.

Casi a la misma hora, un funcionario que llamaba desde Balcarce 50 ordenó a Juan Carlos Pallarolls que entregara el bastón presidencial que había realizado para el presidente electo. Pallarolls se negó y denunció el abuso de poder a los medios. Así evitó que Macri debiera buscar un bastón alternativo para recibir los atributos en el Salón Blanco. No es la primera vez que el bastón desata bajos instintos: cuando Carlos Menen echó de la quinta de Olivos a Zulema Yoma, su ex mujer se lo llevó y nunca lo devolvió.

Ante el fracaso de los intentos de apropiarse de la banda y el bastón presidencial, CFK ratificó a su ya escaso entorno que no iría a la Rosada y le ordenó a su vicepresidente procesado que emitiera un comunicado asegurando que todo se haría en el Congreso. A la misma hora, un secretario de Estado le aseguró a un enviado del presidente electo que, para Cristina, "Macri está haciendo un golpe de estado de doce horas" con su intención de recibir los atributos en Balcarce 50, pese a que ella todavía estará formalmente en funciones hasta el mediodía del 10.

Ante semejante apreciación política, Macri decidió hablar con la presidente saliente. El diálogo fue corto y protocolar. Sería interesante que CFK o Macri, cuando asuma como Presidente, entreguen a los periodistas una desgrabación oficial de esta última conversación entre ambos jefes de Estado. Allí se comprobará que la mentira tiene escasa vida útil, pese a su propalación en las redes sociales en los medios paraoficiales.

La Constitución Nacional es contundente. No se necesita a Cristina para hacer la transmisión del mando. Y será una pena para ella, y para toda la Argentina, si no concurre a la Casa Rosada: fue elegida por la gente, y se merece un aplauso cerrado en el Salón Blanco, porque es un nuevo triunfo institucional que un presidente democrático le entregue la banda y el bastón a otro presidente democrático. Si CFK se aferra a su obsesión la historia hará justicia con ella. Y ya no habrá argumentos políticos para cambiar un veredicto justo e inapelable.

© El Cronista

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