Por Román Lejtman |
Cristina Fernández de Kirchner no quiere abandonar la Casa
Rosada como ex presidente y por eso se niega a entregar la banda y el bastón a
Mauricio Macri en el Salón Blanco. CFK intentó convencer a los enviados del
presidente electo para que toda la ceremonia de asunción se hiciera en el
Congreso, pero fracasó ante la cerrada negativa de Macri, que pretende regresar
a los tiempos del comienzo de la democracia.
El 10 de diciembre de 1983, Raúl
Alfonsín recibió los atributos presidenciales de Reynaldo Bignone, que fue el
último dictador de la Argentina.
Cuando Cristina asumió que ya no tenía poder para imponer su
voluntad personal, extrañas maniobras se ejecutaron desde Balcarce 50. Un
supuesto enviado de Macri se presentó en una dependencia del Ejército para
solicitar la banda presidencial que debe usarse en la ceremonia del 10 de
diciembre. El oficial a cargo llamó al gobierno de la Ciudad para comprobar la
identidad del presunto correo y entregar la banda que debe portar el futuro
presidente. En ese instante, comprobó que se trataba de una maniobra para
evitar que la ceremonia se llevara a cabo en la Casa Rosada. Era un farsante,
que intentaba con el robo de la banda, lograr que Macri recibiera los atributos
del poder en el Congreso.
Casi a la misma hora, un funcionario que llamaba desde
Balcarce 50 ordenó a Juan Carlos Pallarolls que entregara el bastón
presidencial que había realizado para el presidente electo. Pallarolls se negó
y denunció el abuso de poder a los medios. Así evitó que Macri debiera buscar un
bastón alternativo para recibir los atributos en el Salón Blanco. No es la
primera vez que el bastón desata bajos instintos: cuando Carlos Menen echó de
la quinta de Olivos a Zulema Yoma, su ex mujer se lo llevó y nunca lo devolvió.
Ante el fracaso de los intentos de apropiarse de la banda y
el bastón presidencial, CFK ratificó a su ya escaso entorno que no iría a la
Rosada y le ordenó a su vicepresidente procesado que emitiera un comunicado
asegurando que todo se haría en el Congreso. A la misma hora, un secretario de
Estado le aseguró a un enviado del presidente electo que, para Cristina,
"Macri está haciendo un golpe de estado de doce horas" con su
intención de recibir los atributos en Balcarce 50, pese a que ella todavía
estará formalmente en funciones hasta el mediodía del 10.
Ante semejante apreciación política, Macri decidió hablar
con la presidente saliente. El diálogo fue corto y protocolar. Sería
interesante que CFK o Macri, cuando asuma como Presidente, entreguen a los
periodistas una desgrabación oficial de esta última conversación entre ambos
jefes de Estado. Allí se comprobará que la mentira tiene escasa vida útil, pese
a su propalación en las redes sociales en los medios paraoficiales.
La Constitución Nacional es contundente. No se necesita a
Cristina para hacer la transmisión del mando. Y será una pena para ella, y para
toda la Argentina, si no concurre a la Casa Rosada: fue elegida por la gente, y
se merece un aplauso cerrado en el Salón Blanco, porque es un nuevo triunfo
institucional que un presidente democrático le entregue la banda y el bastón a
otro presidente democrático. Si CFK se aferra a su obsesión la historia hará
justicia con ella. Y ya no habrá argumentos políticos para cambiar un veredicto
justo e inapelable.
0 comments :
Publicar un comentario