Por Julio César Negro |
Durante los primeros tiempos del gobierno de Néstor
Kirchner, hubo un intento, por parte de la Corte de Justicia (adicta al
menemismo) de obstruir su gobierno; con gran tino, el entonces presidente, se
sentó frente a las cámaras de televisión, y comunicó al pueblo lo que estaba
pasando. El pueblo le dio el apoyo que necesitaba y el hombre pudo ejercer su
gobierno dignamente.
No voy a explicar aquí cómo, con el correr de los años,
los seguidores del mismo Néstor Kirchner intentaron coaccionar al máximo
organismo judicial, borrando con el codo lo que habían escrito con la mano unos
años antes. En aquel 2003 todo era esperanza, veníamos de la noche del 2001 en
que el sistema financiero había colapsado y, si bien el gobierno de Duhalde
había logrado morigerar la crisis, el fuego no terminaba de apagarse; y las
organizaciones piqueteras surgidas durante las protestas, cacerolazos y
piquetes, condicionaban todas las medidas que tomaba un gobierno que, por otro
lado, no había sido elegido popularmente sino que había surgido de un acuerdo
parlamentario y tenía los días contados. En ese contexto y, habiendo abandonado
don Carlos Saúl la posibilidad de competir en la segunda vuelta electoral,
llegaba don Néstor a la primera magistratura. Durante su mandato se dedicó a
legitimar su gobierno que había tenido muy pocos votos en las elecciones. Esto
hizo que busque acuerdos y consensos en la sociedad, cuando logro mayor base de
sustentación sacó las uñas, pero esto fue mucho más evidente una vez terminado
su mandato y se convirtió en algo casi enfermizo entre sus adeptos después de
su muerte.
"Escoba nueva barre bien" decían las abuelas y
tenían razón y en eso nuestra gente es sabia, sabe que quien llega al poder, lo
hace con "buena onda" y trata de hacer las cosas bien y por eso,
cuando el Sr. Presidente habla de "barrer" con la corrupción le cree,
por eso cuando habla de "acuerdos" le creen, cuando habla de
"respeto" le creen, por supuesto, si no hace lo que dice, más tarde o
más temprano, ese puñado de renegados que hoy son minoría comenzará a nutrirse
más y más y con el tiempo llegarán a ser mayoría.
Hizo bien Macri hablándole a todo el pueblo porque la
confianza se la depositan muchos que incluso no lo votaron y hasta le hicieron
campaña en contra; los bienintencionados apostarán con él por un tiempo,
esperando que su gloria sea la gloria de todos, algunos esperan libertades
económicas y otros soñamos con el cambio político, el respeto republicano. Hoy
nos juntamos en el reclamo de cambiar, hoy coincidimos en el disconformismo y
la necesidad de nuevos aires. La fórmula hoy es esta especie de neo-frondizismo
o neo-mitrismo que propone un porteño que administró aceptablemente la Ciudad
de Buenos Aires y llevó a Boca a la Primera Plana Mundial. Solo espero y deseo
que esta tendencia absurda a caer en el fascismo maniqueo que tenemos los
argentinos se haya ido para siempre y logremos buscar soluciones de consenso
cada vez que la historia así lo imponga, concuerdo con el presidente en que si
logramos ponernos de acuerdo podemos lograr grandes cosas.
No es cierto que el pueblo no se equivoca, es un principio
bíblico consagrado en el evangelio que cuenta como el pueblo mandó a crucificar
al hijo de dios, o cuando lapidaban (muchos aún lo hacen) a las adúlteras,
etc., como pueblo nos equivocamos todos los días y es imposible que no lo
hagamos. Así que, si hicimos mal eligiendo a quien nos gobierna, la democracia
nos da la oportunidad, en unos años, de hacer otra cosa, elegir otro proyecto u
otra persona, hoy el pueblo apuesta al ingeniero.
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