Por Guillermo Piro |
Estadísticamente hablando, los extraterrestres existen, pero
las distancias que nos separan de otros planetas son tan enormes que cualquier
encuentro cercano es dudoso, por no decir imposible. Considerando que una
galaxia contiene, promedio, cien mil millones de estrellas, y que en el
universo hay, como mínimo, cien mil millones de galaxias, sería extraño que
nuestro planeta fuese el único habitado.
Un par de simples multiplicaciones nos
ayudará a darnos cuenta. Mientras nos quedemos en nuestro sistema solar no hay
muchas esperanzas: los planetas más cercanos al Sol son verdaderas bolas de
fuego, y los más lejanos son desiertos con temperaturas que en la escala de
Kelvin alcanzan el cero absoluto. “La única esperanza de encontrar un
extraterrestre gozando de buena salud podría ser trasladándonos a otro sistema
solar y encontrar un planeta, más o menos tan grande como el nuestro, que
orbite a una distancia tal de su estrella que permita el nacimiento de alguna
forma de vida”, dice el astrónomo italiano Edoardo Perniola.
Veamos: el planeta más cercano más allá de nuestro sistema
solar se encuentra orbitando alrededor de la estrella Epsilon Eridani, a apenas
10,6 años luz de distancia de nosotros. ¿Pero qué quiere decir 10,6 años luz?
Quiere decir que la luz de esta estrella, para llegar a nosotros, emplea diez
años y medio. Comparemos ahora la distancia de Epsilon Eridani con la que nos
separa de la Luna y el Sol. La luz de la Luna, para llegar a la Tierra, emplea
poco más de un segundo, y la del Sol, ocho minutos y veinte segundos.
“Supongamos –dice Perniola– que un día se inventara un teléfono tan potente que
nos permitiera hablar con un habitante de Epsilon Eridani. La conversación
sería más o menos como sigue: yo marco el número de teléfono del habitante de Epsilon,
después de lo cual espero con paciencia una respuesta con el aparato pegado a
la oreja. Pasan 21 años (10,6 de ida y 10,6 de vuelta) y finalmente escucho una
vocecita que dice ‘Digaaa’. A lo que yo, emocionado, pregunto: ‘¡Hola! ¿Está
Pascual?’. Otros 21 años de espera y de nuevo la vocecita que dice: ‘No,
equivocado’. Todo esto para enviar un mensaje al planeta más cercano, y siempre
con la hipótesis de que las ondas telefónicas atraviesen el espacio a la
velocidad de la luz. Si en cambio hablamos de viajes interplanetarios, teniendo
en cuenta que la luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo, y que las naves
espaciales apenas alcanzan los 30 mil kilómetros por hora, para cubrir una
distancia como la que nos separa de Epsilon Eridani harían falta millones de
años. Se me objetará que no podemos conocer el nivel tecnológico alcanzado por
los extraterrestres, y que éstos hubiesen podido hacerse hibernar para después
despertar a su llegada a la Tierra. De acuerdo, todo es posible, pero lo cierto
es que si esto fuese así los alienígenas no se dejarían ver sólo a un par de
pastores analfabetos para después emprender el viaje de vuelta, sino que como
mínimo los veríamos todos los días en el noticiero de las 20”.
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