Por Gabriel Profiti |
Mauricio Macri es el nuevo Fernando de la Rúa y se puede ir
en helicóptero de la Casa Rosada, redondeó palabras más palabras menos Cristina
Kirchner, al reaparecer en escena el viernes, en la estocada más directa de la
"campaña del miedo" que adoptó el oficialismo como estrategia para el
balotaje.
La ofensiva contra el candidato de Cambiemos arreció luego
de que el posible ministro de Economía de Macri, Alfonso Prat Gay,
transparentara una medida que a juicio de esa propuesta política es inexorable:
si llegan al Gobierno, se libera el cepo, habrá devaluación y un solo precio
del dólar. Así, de una, en shock.
Según el ex presidente del Banco Central la economía ya se
acomodó al precio del dólar "blue" por lo que la corrección ubicará
al oficial por debajo del paralelo y no conllevaría consecuencias graves, una
definición al menos cuestionable.
Con todo, los economistas de Daniel Scioli también hablan de
una actualización del tipo de cambio, pero bajo la administración del Estado,
con cepo y de manera gradual. Sus adversarios replican que es más grave para la
economía la "expectativa de devaluación", porque mantiene la
especulación sobre ese valor futuro, que la pérdida de valor del peso
propiamente dicha.
El dilema
El oficialismo le habla a un sector del electorado que quizá
pretende un cambio, pero que puede tener reparos respecto de la política
económica macrista. En ese contexto, fue claro el jefe de Gabinete de Scioli el
viernes al afirmar que "gane quien gane, el 10 de diciembre cambia el
Gobierno".
Para Mariel Fornoni, directora de Management & Fit,
todavía "el nivel de indecisos es alto" y agregó: "No nos
animamos a dar una definición contundente sobre lo que puede pasar. En los
números no hubo mucho cambio, pero las expectativas cambiaron 180 grados desde
el resultado de las elecciones".
La consultora y analista consideró también que "la
campaña 'sucia' influye pero es difícil medir cuánto y resaltó que "a veces
no asusta pero enoja y eso es contraproducente".
De hecho, la estrategia de atribuirle a Macri las siete
plagas de Egipto levantó cuestionamientos dentro del propio oficialismo y tensó
al máximo la convivencia interna a principios de semana.
Frente a ello, el macrismo eligió victimizarse pero no puede
presumir de inocencia en cuanto a campañas negativas, ya que es uno de los
estandartes proselitistas del asesor estrella del jefe de Gobierno, Jaime Durán
Barba.
Luego, la agenda fue ganada por dos hechos relevantes en
materia institucional: la designación -en medio de un escándalo en el Congreso-
de dos camporistas en la Auditoría General de la Nación (AGN) y la decisión de
la Corte Suprema de Justicia de declarar inconstitucional la ley de
subrogancias que permitía al Gobierno completar tribunales con jueces de su
agrado.
Julián Álvarez y Juan Ignacio Forlón renunciaron a los
cargos de secretario de Justicia y presidente del Banco Nación para asumir en
el único órgano de control que mantuvo su función supervisora del Ejecutivo en
los últimos años y pasaron a engrosar una tropa de ultrakirchneristas que se
mantendrán agazapados en distintos roles en el próximo turno presidencial.
Massismo sin Massa
A dos semanas de las elecciones, tanto Macri como Scioli
buscan seducir a los votantes de Massa, ya sea asumiendo la agenda de campaña
del excandidato de UNA o visitando aquellas regiones donde el líder del Frente
Renovador dejó votos "huérfanos" como en el Norte o en el Conurbano
bonaerense.
Macri dijo que las propuestas de Massa coinciden casi
completamente con las de Cambiemos y por si faltaba alguna, anunció él también
que pagará el 82% móvil a los jubilados de la mínima en caso de ser presidente.
Scioli ya lo había hecho.
El postulante oficialista, por su parte, no solo recita
completo el Padrenuestro massista sino que llamó por teléfono al exintendente
de Tigre para disculparse por haber puesto en duda la denuncia que hizo cuando
un exintegrante de Prefectura Nacional entró a su casa en 2013 con fines poco
claros.
Massa, ungido en árbitro, asegura que un 14 del 21% que lo
eligió el 25 de octubre ya decidió su nuevo voto en una proporción de 65% a 35%
en favor del candidato de Cambiemos, mientras que el 7% restante aún duda cómo
votará el próximo 22.
Especulando con su rol futuro y siendo blanco de propuestas
de todo tipo de uno y otro lado, evitó por el momento dar un respaldo
contundente a sus ex adversarios.
"Macri lleva ventaja pero no está nada definido ni
mucho menos", sostiene en privado el excandidato presidencial de UNA,
quien advierte que la campaña del miedo puede ser eficaz.
El diputado nacional observa una pulseada de mayorías por
ver si pesa más entre los indecisos el deseo a un cambio o el temor a que ese
cambio signifique pérdida de conquistas.
En el comando electoral del PRO, allí donde el armador y
ministro de Gobierno macrista, Emilio Monzó, se mueve entre mapas de escenarios
y electores, estiman que la relación post 25 de octubre es de 57% a favor de
Macri y 43% para Scioli.
Sostienen que la primera presidencia para el partido
amarillo está más cerca que nunca pero esperan un repunte de Scioli y advierten
que la elección no está definida. "Cada punto que descuente Scioli cuenta
doble porque lo baja Mauricio", asumen.
También en las oficinas porteñas del Banco Provincia, búnker
sciolista, las proyecciones son por el momento adversas pero se esperanzan con
que la energía del gobernador bonaerense y la campaña anti-Macri terminen por
dar resultados favorables.
En ese contexto, tanto Massa como el candidato del FPV
consideran crucial el debate público del domingo 15 para definir la contienda
que será una semana después.
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