EL PODER REPUBLICANO
NO ES PA’ PICONES
NI DÉSPOTAS
Por Martín Risso Patrón |
Siempre se aprende
algo, siempre
Con esto del relevo ejecutivo de la República, que debiera
complacer a todos por igual, pareciera que hay cosas que nos muestran cuánto de
ignorancia aún tenemos en la mochila. Empiezo por nosotros, el paisanaje que siempre
tiene la mirada puesta en un futuro, que trabaja, que vota incluso en
extenuantes jornadas anuales electorales, por los caprichos de la olla en la
que se cuecen la mentira junto a la verdad, la Libertad con el yugo, la sonrisa
oportunista y la mirada sincera.
Empachados terminamos este año. Sin quejarnos;
es preferible esto, a aquello de “las
urnas están bien guardadas”. Y los sencillos aprendemos muchas cosas.
Aprendemos a conocer, por ejemplo que el Poder político que emerge de nuestras
manos no es eterno; pero también aprendemos que aquellos a quienes ponemos en
ese mismo Poder de matriz republicana, en algunos casos enloquecen de una
locura casi mística que los lleva a considerarse ser el mismísimo Estado al que
deben servir. Entonces les sale de las vísceras la verdadera naturaleza de su
falta de conciencia democrática: Una especie de Eternidad que se crea de aquí
en adelante, algún tipo de confusión de que son creadores de la Libertad, de
las cosas cotidianas, del progreso y de la Historia.
Hasta que el Pueblo, al
que consideran o clientelizado o enemigo, les patea la olla, harto de tanta
prepotencia. Y es entonces que se deben mascar algunas pequeñas [grandes]
lecciones de esas que no se dan en las escuelas ni en las academias, ni en la
misma Salamanca, mire vea Doña Clota. Aprenden, pero nadie sabe si les servirá
de algo. Porque el gasto lo hace el paisanaje, y bien sabido es que, lo que
sale gratis no se valora. Aprendizaje que en el mejor de los casos, podrá
durarles a esos personajes, el mismo tiempo que permanece un cuesco en un
canasto.
En cambio, para el
Pueblo clientelizado o enemigo,
el aprendizaje es indeleble, y aunque parezca que puede volver a equivocarse,
el que lo embromó un día no volverá a hacerlo. Porque la paisanada, ese ser popular
que felizmente somos, no come vidrio.
De modo que...
Señora Cristina
Elisabet Fernández Wilhelm [63], acaba usted de recibir la más grande
lección que pueda haber imaginado. Se la propinó el Lic. Daniel Osvaldo Scioli [58], gobernador saliente de la provincia de
Buenos Aires, astilla de su propio palo, doña. La cosa fue así.
Recibió en la casa de Gobierno de la Plata, el gobernador
Scioli, a su reemplazante, por mandato
de la República, de sus instituciones y del voto popular, la Lic. en Cs.
Políticas María Eugenia Vidal [42].
En un acto de verdadera liturgia democrática, conversaron a solas, mientras sus
respectivos equipos políticos y técnicos lo hacían por separado; luego, la
gobernadora electa, utilizó la comunicación pública que puso a su disposición
el gobernador saliente. Las fotos y vídeos cantan por sí mismos.
Usted, señora Fernández, el martes 24-N mostró por penúltima
vez el peor rostro de su Régimen: La prepotencia, la desolada máscara de quien
no se ha dado cuenta que su turno republicano terminó por mandato del mismo paisanaje que alguna vez la votara para que
ocupe el Poder; sí, ese mismo Poder del que usted se apropió despóticamente
junto a esa Cáfila de oscuros personajes [que son los únicos que la rodean, lo que no significa que la acompañen]
para daño de la República.
Con esta lección, Usted aprendió simplemente, que, en el
asiento republicano del Poder, nadie es
eterno, y que como primera cuestión debe pensar que alguna vez tendrá que
entregarlo, a quién haya sido designado por el voto popular. Así como lo está
haciendo Scioli con Vidal.
A pelarse, doña: Usted sabrá qué hacer con su Cáfila de
corruptos de ahora en adelante, en que la
Justicia legítimamente republicana se prepara para ponerlos de rodillas ante Sí.
¿Sabe usted cómo llamamos por estos pagos del norte argentino a la lección que
recibió de Scioli; ese mismo norte que usted utilizara y ninguneara a gusto y
placer...? Aquí le decimos: "El
Poder republicano no es pa' picones" ni para déspotas ni para
corruptos... En el momento que deba salir, entregue como el buen dios manda,
los papeles al día; las oficinas limpias, los escritorios sin mancha alguna,
las instituciones republicanas, aunque malheridas, listas para ser restauradas.
Entregue toda la información necesaria para que la República encuentre la Paz.
Y le advierto: Si hubiera algún futuro verdugo para que usted expíe sus culpas,
esos serán sus propios militones de la Cáfila.
Una última cosita: Con su discurso del miércoles 25-N, no
hace más que corroborar que más le gusta el banderazo pagado, la puesta en
escena vacía, el cliente gourmet choripanero, que el sagrado ritual de la
República. Ay si hubiera visto el rostro de su claque, detrás mismo de su figura soberbia, sus gobernadores... Y
así habló: con la prepotencia que la caracteriza.
Mientras, el Ing. Mauricio
Macri, [presidente electo de los argentinos, que deberá legitimar a escala
nacional su valía republicana, la de él, por supuesto], al salir desolado de Olivos después de ese encuentro al que usted
lo invitara, por la puerta de los proveedores que da a la avenida Maipú, dijo
secamente: "No valió la pena".
Con eso, señora Fernández, queda sellada la lección que
recibió. Aunque es doloroso y grave que deberemos sintetizar para la Historia
nacional el bochornoso momento del encuentro de Olivos con su legítimo sucesor,
recordando este proverbio latino: “Quod natura non dat, Salmantica non
praestat”.
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