Por Ignacio Fidanza |
Parece un trabalenguas, pero quien haya corrido una carrera
sabe que hay una enorme distancia entre parejo y empate. Daniel Scioli, como
dijo el filósofo Gabriel Mariotto, entró en la competencia por el ballotage,
“de atrás”.
Esta noche era su oportunidad dorada para recuperar la punta. Y el
debate fue parejo.
Se dieron y recibieron. Scioli, bien apegado al libreto de
la campaña del miedo: “Pareces un panelista de 678, ¿En qué te han
transformado?”, dramatizó Macri, que no desperdició ninguna oportunidad de
vincularlo a los peores horrores del kirchnerismo: Milagro Sala, Aníbal
Fernández y Máximo Kirchner, según su opinión.
Scioli se pasó toda la noche machacando que con Macri se
venía una mega devaluación, pérdida del poder adquisitivo, ajuste y destrucción
de bienes públicos como educación y salud gratuita. “Te hablo a vos compañero
trabajador”, exageró en su discurso de cierre.
Desde lo gestual, si es que vale para algo, la pelea la ganó
Macri. Más relajado, trató a su rival con un cálido “Daniel” y se mostró como
un padre frustrado cuando Scioli le recordó el escándalo por las escuchas en la
Ciudad: “Caíste en la denuncia trucha kirchnerista, seguiste todo el manual”,
le reprochó.
Scioli por su parte no lograba contener una serie de tics y
gestos bruscos, que se acentuaban en los cortes.
El debate fue mucho más interesante que el primero. La
posibilidad de repreguntas le dio intensidad y los moderadores tuvieron la
generosidad de evitarle al público sus reflexiones sobre el momento “histórico”
que se vivía. El cliché repetido: “Uno de estos dos será el próximo
presidente”, tuvo sin embargo la bondad, de marcar la diferencia central con
aquel debate que faltó Scioli. La tensión del poder en juego se podía palpar.
Scioli evitó responder prácticamente todo y Macri se limitó
a contestar que aquello que afirmaba su rival era parte de una campaña sucia y
mentirosa. Se dieron duro y contestaron poco.
Acaso Macri haya sacado una luz de ventaja. Es opinable.
Pero lo cierto es que Scioli no logró la demolición que auguraba su equipo. No
cayó derrotado, es verdad, pero este era el round para descontar puntos. Y no
lo logró.
Ahora sólo queda lo previsible. Debates sobre el debate,
alguno que otro spot final con pretensiones de ingenio y cierres de campaña
ultra pautados. Macri ya pasó el momento de riesgo y es probable que su campaña
regrese a la zona de confort que venía transitando.
Y el domingo, por fin, concluirá la campaña más larga del
mundo.
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