Por Germán Gegenschatz |
La campaña desnuda las debilidades de cada finalista. El
F.P.V. tiene todo para ganar, pero hace una campaña contradictoria de doble
comando, Scioli y parte del peronismo por un lado y el Kirchnerismo y la
Cámpora por el otro, dejando expuesta la crisis que habitará su gobierno, si
gana. Macri también tiene todo para ganar, necesita no equivocarse y alejar los
fantasmas que despiertan buena parte de sus aliados.
El F.P.V. está sembrando muchas dudas en materia de
gobernabilidad, algo raro cuando aparentemente será el peronismo, como fuerza
política de ese espacio, quien conducirá con Scioli. De dónde vienen estas
dudas, pues sencillamente de la dinámica autodestructiva de un frente que sin
liderazgo claro por ahora, o lo que es peor, con una disputa que no se termina
de resolver a favor de ninguno y por lo tanto, hace prever que se va a extender
en el tiempo y durante un eventual gobierno.
Un F.P.V. en el gobierno hoy proyecta la imagen de un punto
de partida signado por luchas de protagonismos y de rumbo. Es la misma lucha
que vemos ahora, pero multiplicada por cada medida que Scioli quiera tomar, por
cada nombramiento, por cada paso y por cada escritorio del estado que quiera
ocupar. Una guerra interna en el gobierno de un país que toca fondo en sus finanzas,
que carece de crédito externo, que está amenazado por el narcotráfico y que
protagoniza el ranking global en materia de inflación. Hasta que no se defina
esta pelea, no sabremos, en definitiva, que rumbo tomará un eventual gobierno
de Scioli, más allá de lo que podamos escuchar. Además, con menos bancas,
gobernaciones e intendencias, hay muchísimo menos para repartir, lo cual
agudiza la pelea por lo que queda. Puede discutirse que tanto tardará Scioli en
dominar la situación, e incluso si esto sucederá o no, pero lo que sí debemos
decir es que el F.P.V., si gana, empezará dividido y con una batalla interna
para dar.
Es obvio y previsible que se dude de la capacidad de Cambiemos
para gobernar la nación. Hasta ahora el precedente de un gobierno controlado y
sin sobresaltos en C.A.B.A., más los resultados electorales recientes, son los
dos elementos que más aportaron en este sentido. Falta el aporte que viene de
plantear con claridad una batería de propuestas en los temas centrales, y
transmitir confianza con los futuros ministros. Ya sabemos que estos elementos
fueron valorados en la campaña, como lo demostró Massa, que siendo fuerte en
estos dos puntos pudo evitar la polarización y mantenerse, aún hoy, en la
conversación. Cambiemos también se enfrenta al dilema no menor de elegir el
contradictor, que hacer, se enreda en dar respuesta a la campaña del miedo
desatada por el Kirchnerismo o se dedica a difundir su agenda y, eventualmente,
debatir las propuestas que haga Scioli.
Haciendo un balance de la situación está claro que como
fuerza política, la que asume los mayores riesgos hacia el futuro es el F.P.V.,
y quizás lo más complicado de ese futuro sea precisamente que puede ganar, y
por primera vez heredarse a sí mismo, tras un gobierno que deja sectores
vitales en un estado por lo menos precario, una estructura de poder territorial
debilitada porque la provincia de Buenos Aires, Santa Fé, Mendoza y la C.A.B.A.
están en manos de otros espacios políticos, y encima con la propia fuerza
dividida y disputando cada centímetro.
Cambiemos también la tiene muy difícil, hereda el mismo
gobierno sin espacio ni tiempo para errores. Si gana, tendrá que administrar
con la principal fuerza política del país en la vereda opuesta y dividida, algo
que ya vivió Alfonsín, y exigiendo a sus equipos en una empresa mucho mayor, no
es lo mismo recibir una ciudad después de Ibarra y Telerman que un país después
del Kirchnerismo.
En la historia reciente en tres oportunidades las peleas
internas malograron gobiernos, les quitó la fuerza para solucionar los
problemas del momento en el cual les tocó ocupar el poder: los gobiernos
peronistas de Héctor Cámpora e Isabel Perón, y muy recientemente el de Fernando
de la Rúa.
Es muy interesante ver como esas divisiones perduran, por
ejemplo entre el frente Cambiemos y el F.P.V. saliente, se repartieron
referentes indudables del gobierno de la Alianza, lo cual explica, en parte,
las diferentes concepciones que abrigó la Alianza, y que sellaron su suerte
desde la partida de Chacho Álvarez.
Con lo poco que hemos dicho, esta elección es de las más
difíciles para quien más importa, cada uno de los votantes, pero tengo plena
confianza, ya tuvimos una muchísimo peor, con menos experiencia como votantes y
con menor conocimiento de los candidatos que se presentaban, con el agregado de
la amenaza de golpe militar a la vista. Sin embargo se eligió y se pudo
avanzar, sin ahorrar dificultades, pero con la unión propia de cuando tomamos
conciencia de las dificultades que enfrentamos, y si pudimos hacer ese paso, es
porque la sociedad dijo no al miedo y decidió su destino con determinación.
© C&P – Comunidad
y Política
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