Por Gabriel Profiti |
Daniel Scioli espera que el reparto final de indecisos lo
corone presidente, Mauricio Macri aspira a que el voto útil aparezca para
depositarlo en un balotaje y Sergio Massa se ilusiona con que un malón de votos
de última hora lo convierta en el retador del candidato oficialista.
Así viven la última semana de campaña los tres candidatos
con posibilidades de ser sucesores de Cristina Kirchner, aunque el favorito es
Scioli que está, según la mayoría de las encuestas, cerca de ganar en primera
vuelta.
Para ser presidente sin reválida el gobernador bonaerense
necesita como mínimo el 40% de los votos con una diferencia de 10 puntos sobre
el segundo o ganar con 45%. Esta última posibilidad está prácticamente
descartada, por lo que apuesta a superar aquel umbral y que ni Macri ni Massa
superen el 30%.
Según Mariel Fornoni, directora de la consultora Management
& Fit, a una semana de las elecciones el 20% del electorado aún no decidió
su voto y otro 10% está entre dos candidatos. Scioli es el que tiene a los
electores más fieles y le sigue Macri; en cambio los votantes de Massa son más
volátiles.
Con ese panorama, el podio de aspirantes presidenciales
espera una empujón del último reordenamiento de votantes. Si no hay triunfo en
primera vuelta, el balotaje sumará un mes de campaña hasta el 22 de noviembre,
en medio de un fin de semana largo.
Estrategias
Scioli ya quiere cerrar la cuenta, pero corre con el riesgo
de una victoria muy ajustada, con antecedentes de denuncias por parte de la
oposición en las PASO y en Tucumán, que restarían legitimidad al inicio de su
eventual Presidencia.
En cuanto a los rivales, Massa sigue por debajo de Macri.
Esa diferencia según quien sea el encuestador oscila entre tres y diez puntos,
pero su sola permanencia en el escenario impidió hasta ahora una polarización
de la elección entre el candidato del FPV y el de Cambiemos como se preveía
luego de las Primarias.
El exintendente de Tigre fue hábil en presentar propuestas
concretas, consolidar el frente UNA con Roberto Lavagna y José Manuel de la
Sota y apuntar a que él debe ser el destinatario del voto útil porque es el
único capaz de vencer a Scioli en balotaje.
Todo indica que no le alcanza pero neutralizó a Macri. Por
estas horas aspiraba a un malón de votos o a un último conejo de la galera de
propuestas antes de la veda electoral que comenzará a regir el próximo jueves.
Scioli evitó definiciones polémicas en torno a lo que habría
que cambiar, pero envió señales de que modificará cuestiones sensibles de la
economía y la política exterior. Entre otras cosas en las últimas entrevistas
habló de desmantelar subsidios y establecer una "agenda positiva" con
Estados Unidos.
En los últimos días recibió apoyos explícitos de la
Presidenta, aunque con el voto kirchnerista asegurado, su negocio por estas
horas pasa por convencer a los indecisos no K.
Así, el gobernador salió a mostrar un gabinete más naranja
-color que lo identifica- que de continuidad nacional. Ya confirmó como
eventuales integrantes a Alberto Pérez (jefe de Gabinete), Silvina Batakis
(Economía), Ricardo Casal (Justicia) y Alejandro Collia (Salud), todos ellos
colaboradores en la provincia.
Además, encumbró a los gobernadores salientes como Sergio
Urribarri (Interior y Transporte) y Maurice Closs (Turismo y Deportes) y sumó
al elenco a Diego Bossio (Infraestructura) y Julián Domínguez (Industria).
El viernes se sacó una foto en su comando del piso 19 del
Banco Provincia con Daniel Filmus, ex ministro de Educación, ex senador y
actual secretario de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, quien sería su
ministro de Ciencia y Tecnología. Cuando integró el gabinete kirchnerista su
cartera incluía estas áreas que luego se convirtieron en otro ministerio.
En ese marco, Scioli buscó mostrarse como el más sólido para
"construir sobre lo construido", al tiempo que acusó a sus rivales de
presentar propuestas irresponsables, de preparar un ajuste y de carecer de
gobernabilidad en caso de llegar al poder.
Gobernabilidad es otra de las palabras que seguramente
acompañará el punto de partida del próximo presidente porque, tal como están las
cosas, el Congreso requerirá de acuerdos más amplios para avanzar con leyes
estructurales.
En el Senado, el PJ tendrá una holgada mayoría, pero en
Diputados esa bancada perdería el quórum propio (se logra con 129 y reuniría
115 con aliados) y estará dividida entre peronistas orgánicos y kirchneristas
puros, mientras que Cambiemos mantendría bloques separados entre PRO, la UCR y
la CC y apenas superaría los 80 legisladores.
Macri necesita un impulso en la provincia de Buenos Aires
para asegurar sus posibilidades de ir a segunda vuelta. Allí, sorpresivamente
María Eugenia Vidal sería la más votada si se votaría a gobernador por
separado. Pero el arrastre de Scioli en la boleta permitiría que Aníbal
Fernández sea gobernador.
El tercero en discordia, Felipe Solá de UNA, es buen
candidato y puede poner un freno a la candidata de Cambiemos. Más allá de eso y
a diferencia de lo que ocurría antes de las Primarias, cerca del jefe de
Gobierno porteño esperan a que Vidal traccione a Macri en el principal distrito
electoral del país.
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