miércoles, 28 de octubre de 2015

La gobernabilidad de Macri está en la provincia

Por Ignacio Fidanza
María Eugenia Vidal hizo mucho más que ganar la provincia. Le dio a Mauricio Macri la llave para ganar el ballotage y asegurar la gobernabilidad de una eventual presidencia a su cargo.

El triunfo de la candidata de Cambiemos en la inmensa Buenos Aires fue un golpe demoledor a la autoestima del peronismo y del propio Daniel Scioli, del que todavía no se han recuperado.

La magnitud del cambio que significa que después de casi treinta años de hegemonía peronista, la provincia cambie de manos, desbordó a los propios macristas que ven abrirse ante ellos un continente inesperado.

Es también la piedra de bóveda para un acuerdo con Sergio Massa, que le garantice a Macri el triunfo en la segunda vuelta. El líder del PRO ya dio el visto bueno para que avancen las negociaciones con el diputado, a quien ofrecerá –o ya ofreció- lugares en el gabinete de Vidal.

Es una jugada win win, porque Massa sumaría así plataforma para su exhausta estructura política, que con nada alcanzó cinco millones de votos, pero llegó con la lengua afuera. Y para Macri y Vidal sería el socio ideal para estabilizar la gestión bonaerense y articular la relación con los intendentes peronistas.

Estabilizar la gestión de Vidal le permitiría a Macri estabilizar su propio Gobierno. Todas las crisis que derrumbaron presidentes, se originaron en la inmensa Buenos Aires.
El acuerdo de Massa le permitiría además a Vidal alcanzar la mayoría en la Cámara de Diputados bonaerense –el Senado seguirá en control de los kirchneristas- y poner al próximo presidente de esa casa, que maneja miles de millones de presupuesto y es una de las cajas más robustas del financiamiento de la política bonaerense. Si Macri gana, va a necesitar muchos lugares como esos para articular los consensos que le demanda la falta de un partido consolidado.

Pero todavía más importante, si Macri estabiliza la gestión de la provincia, estabilizaría su propio Gobierno. No es un secreto que todas las crisis que derrumbaron presidentes se originaron en la inmensa Buenos Aires. De la Rúa no cayó por los muertos de la represión de Corrientes. Su suerte quedó echada cuando los saqueos azolaron el Conurbano y los intendentes marcharon a la Plaza de Mayo. Duhalde también cayó por el descontrol o la conspiración de la policía provincial, cuando asesinaron a Kosteky y Santillán.

Por eso el triunfo de Vidal es estratégico y excede la geografía bonaerense.

Macri tiene además la convicción que levantar a la provincia, que explica el 37% del PBI del país, es dar vuelta a la Argentina. Por eso está obsesionado con un faraónico plan de infraestructura que modernice toda el área metropolitana. Rutas, puertos, puentes, energía, servicios, transporte. Le prometió a Vidal un fondo especial de 13 mil millones por año. Pero se trata en rigor de un número en el aire, sujeto a la realidad que encuentren si llegan al poder.

Más concreto, ya envió a técnicos a indagar a cuanto se podrían escalar los créditos con los organismos multilaterales como el Banco Mundial y el BID, para financiar en el arranque obras claves, como hizo en la Ciudad con el entubamiento del arroyo Maldonado.

Macri sabe que si alinea Buenos Aires, el resto del país se acopla. Y tiene una oportunidad histórica. Si gana la presidencial, la fuerza que lidera gobernará Nación, Provincia y Ciudad. Y él, que hasta ahora estuvo de este lado de la General Paz, sabe que los problemas donde se concentra la mitad de la población del país, sólo se resuelven articulando una estrategia común entre ambos distritos.

En términos políticos, el triunfo de Vidal le sacó a los intendentes peronistas un incentivo para pelear con el cuchillo entre los dientes el ballotage. Salvo contadas excepciones, por estas horas están más interesados en establecer contacto con la gobernadora electa, que en visitar las oficinas del Bapro del candidato oficialista. No es menor el problema para Scioli, la provincia concentra el 37% del electorado nacional y si no mejora sus números en ese territorio, no tiene chances de ganar.

Además, mandó a un pozo depresivo a La Cámpora y el kirchnerismo duro, que soñaba con refugiarse en ese enorme presupuesto. Ahora, lo que prevalece es frustración y reproches cruzados, un muy mal clima para encarar la segunda vuelta. Así de importante fue el triunfo de Vidal para Macri.

© LPO

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