Por Gabriel Profiti |
A veces la temperatura coincide con la sensación térmica y a
veces no.
Hecha la salvedad, da la impresión de que Daniel Scioli vive
su primavera política a tres semanas de las elecciones que definirán si llega a
la Presidencia o si debe arriesgar esa virtual corona con un retador
fortalecido en segunda vuelta.
Dentro del margen de error, varios encuestadores mostraron
en los últimos días la posibilidad de que el candidato del Frente para la
Victoria defina el pleito el 25 de octubre.
El sciolismo asegura que el clima de confianza se sostiene
en que la diferencia con Mauricio Macri se amplió a entre 11 y 13 puntos.
En el derrotero final, a Scioli parecen no haberlo afectado
demasiado las inundaciones, su viaje a Italia, y la decisión de evitar el
debate frente a sus principales adversarios, entre otros contratiempos. Para mayor
tranquilidad, una causa abierta por enriquecimiento ilícito fue cerrada sin ser
investigada.
De todos modos, hay encuestas que siguen encendiendo alertas
en el FPV porque indican que alrededor de un 40% de la población quiere que el
kirchnerismo pierda las elecciones, un piso nada desdeñable para Macri o Sergio
Massa si hay balotaje.
En los campamentos oficialistas fue muy celebrada la
decisión de la ahora exmassista Mónica López de manifestar su apoyo a Scioli,
pese a haber llegado a denunciar penalmente al gobernador, y a que era
candidata al Parlasur por el Frente UNA.
No temen al efecto bumerán, pese a que algunos portales de
Internet lanzaron encuestas para medir la decisión de la rubia que hizo
recordar el caso Borocotó y el 90% la desaprobó.
Más allá del futuro político que pueda tener la también
exaliada de Francisco de Narváez, su salto implica un golpe para Massa, cuyo
mérito reciente fue haber consolidado UNA con las figuras de Roberto Lavagna y
José Manuel de la Sota.
El garrochazo de Mónica López no fue aislado.
El sciolismo trabaja sobre segundas líneas del peronismo
renovador y se aseguró solapadamente el pase de Marcelo Leguizamón, derrotado
en las PASO a intendente de La Plata.
Más sonoros aparecieron los elogios de Alejandra Vigo, la
esposa del gobernador electo de Córdoba, Juan Schiaretti, a Karina Rabolini y
la decisión de Olga Riutort, ex de De la Sota y exaliada de Massa, de apoyar a
Scioli. La provincia mediterránea fue en las primarias el punto más débil del
FPV.
Macri, por su parte, todavía está buscando recuperarse del
denominado Niembrogate.
Sin embargo, el líder del PRO se mantiene a tiro de forzar
un balotaje, según la mayoría de los sondeos, y comenzó la reconstrucción con
un relanzamiento del Frente Cambiemos y una serie de propuestas concretas, como
la elaboración de un plan de desarrollo integral para el Norte.
Fractura expuesta
"Este proyecto no tiene nombre ni apellido",
advirtió Cristina Kirchner este viernes durante un acto en Santa Cruz, con su
hijo Máximo y su cuñada Alicia, ambos candidatos por la provincia, que significó
la cadena nacional número 41 del año.
Ese mismo día, el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey,
se presentaba ante el Consejo de las Américas en Nueva York.
Sorprendió al afirmar que no haber acordado con los holdouts
"terminó generando más problemas al país" y habló de llegar a un
acuerdo para desarrollar un enorme potencial de inversiones.
Urtubey es un hombre clave en el armado político sciolista.
En el medio, Axel Kicillof fue orador en el acto del
"Círculo Celeste y Blanco" que armó Scioli en Costa Salguero para
mostrar al peronismo unido detrás de su candidatura.
Así, en apenas unas horas, el complejo escenario del
oficialismo quedó al desnudo.
La semana había arrancado el lunes con el discurso de
Cristina Kirchner en Naciones Unidas, donde acusó a Estados Unidos de proteger
al ex espía Antonio "Jaime" Stiuso.
Hasta esta nueva escaramuza, el momento se presentaba
propicio para el relanzamiento del vínculo con Washington debido al giro que
Estados Unidos dio desde hace unos meses hacia Cuba, suavizando tensiones con
buena parte de América latina.
Scioli participó hace menos de un mes de una actividad con
el embajador Noah Mamet en Bahía Blanca, donde hablaron de entablar una agenda
positiva bilateral en caso de que el gobernador se convierta en presidente.
Mamet también había comenzado a promover abiertamente la
sutura diplomática.
El fin de semana pasado, escribió una columna de opinión
para destacar la visita del papa Francisco a Estados Unidos y dijo que el tour
papal reafirmó sus "esperanzas de una relación aún más fuerte entre
Argentina y Estados Unidos".
Al escribir esa columna en Perfil, Mamet estaba obviamente al tanto de los reclamos del
gobierno argentino por Stiuso e incluso los había escuchado de primera mano en
reuniones con el canciller Héctor Timerman y el director de la Agencia Federal
de Inteligencia, Oscar Parrilli.
El caso del exespía, acusado por múltiples delitos,
involucra cuestiones muy sensibles como las derivaciones del atentado a la
AMIA, la denuncia de Alberto Nisman y la posterior muerte del fiscal, pero el
discurso de Cristina Kirchner en la ONU pareció destinado a dejar en ese atril
la impronta rebelde de su gobierno en las relaciones internacionales.
Sin haber dicho palabra sobre Stiuso, el gobernador prevé
capitalizar el liderazgo regional que ejerció el kirchnerismo, pero ya dio
múltiples muestras de que buscaría ejercer en el poder una diplomacia más
amplia que la de sus antecesores.
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