DONDE NO SE SABE MUY BIEN QUIENES SON LOS ACTORES,
Y QUIENES
LOS COMPARSAS
Por Martín Risso Patrón |
«El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no
habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de
la vida, el precio de los porotos, del pan, de la harina, del vestido, del
zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto
político [...] ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de
su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de
todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las
empresas nacionales y multinacionales.»
BERTOLT BRECHT [1898-1956], dramaturgo y poeta alemán.
La República y el
Teatro
En el Teatro, como arte clásica, hay formas arcaicas de
representar todo lo que la imaginación, la experiencia, la memoria y la misma
Historia no pueden representar en un breve tiempo y en un lugar adecuado para
que todo parezca real. En media hora, pasan siglos; formas arcaicas que
persisten, vestidas de modernas. En ellas encontramos maneras concretas de
mentir un desmayo, una muerte y el amor; también el odio. El Teatro no ha
muerto por esto: La mentira sublime, el libreto, el escenario y los actores.
“Lo dijo Picasso: La única misión del artista es convencer al mundo de la
verdad de su mentira...”, citado alguna vez por René Lavand, el manco argentino
sublime cultivador del arte [paradojalmente] prestidigitador. Sólo que frente a
la mentira sublime del Teatro, en la realidad se antepone la mentira procaz de
los políticos.
Todo, en Platón, era revelación de una Verdad inmutable,
pero lejana, a la que sólo se podía percibir por reflejo. Por lo tanto, la
realidad, era una especie de escena [el escenario]. En La República, Platón
describe unos hombres que desde que nacen viven en una caverna, mirando a una
pared sin poder dar vuelta sus cabezas para mirar hacia atrás, donde hay una
luz que ilumina objetos y seres vivos, cuyas sombras se proyectan sobre la
pared donde tienen fija la mirada. Si alguno de ellos se da vuelta, caerá en
cuenta de las cosas que de verdad son y de las cosas que aparentan ser, y los
que todavía permanecen atados en la caverna, creyendo algunos que esta es la
sabiduría, no harían más que ver sombras, imágenes superficiales, cambiantes e
imperfectas que no permitirían otra cosa que aquellos tomen la mentira como
verdad. Mientras lo que la vieron en directo, vieron la Verdad.
Como forma de vida concreta en la sociedad moderna, la
República es una construcción colectiva, acordada por la ciudadanía de un
Pueblo, que se muestra no como tal cual es, sino en imágenes. No se desnuda,
porque no lo considera necesario. La ciudadanía del Pueblo ya tuvo su Verdad en
el voto, que es el momento sublime en el que puede mirarla de frente. Y dadas
las circunstancias históricas que estén transcurriendo, dinámicas por cierto,
los actores [que son aquellos que la vieron por un momento, los paisanos de a
pie], pasan a ser comparsas, pues como por manipulación de un truco de
suplantación, sus mandatarios [los gobernantes], asumen su mentira por verdad.
Porque ellos no son más actores que lo que es el Pueblo, y en definitiva serán
comparsas calificados, que no es poco.
Entonces, como los actores clásicos
griegos de un drama o una tragedia, actuarán con sus máscaras agigantadoras de
la voz y sus zapatones imponentes, los coturnos, que les darán una falsa gran
estatura.
Mientras el pueblo griego era consciente de que el actor
sólo mimetizaba a un personaje, hoy, en la Democracia actual republicana, en
esta metáfora teatral que planteo, el Pueblo se queda mirando la pared de la
caverna, como en el mito platónico, satisfecho de la verdad de la mentira.
La escena está vacía
Situándome ya en la realidad de nuestra amada comarca, y
siguiendo aquella comparación entre el Mito y el Arte escénico, advierto que no
existen indicios de que la República se exprese en un libreto, el esperado, ese
del progreso, de la ley discutida y consensuada, del carpe diem satisfecho de
sí mismo, que es el cada día en las calles y las casas. Y sí advierto que se
muestren los actores populares de cara al fondo de la caverna, con la única
Verdad, que no es la realidad.
Vaciada de contenido, nuestra enorme República pequeña, la de
este amado Valle de Salta y sus entornos, se manifiesta mediante la actuación
de los que ocupan accidentalmente los estrados del Poder político que,
lealmente aclaro aquí, son: El ejecutivo y el Legislativo. Excluyo al de los
Jueces, debido a que sus funciones son esencialmente jurídicas y judiciales, y
si hubiera una función de contenido Político, esa está reservada a la Corte de
Justicia, destinada a releer la Constitución y las leyes, cuando así lo
requiera algún litigio. Vaciada dije, porque no hay libreto que siga una línea
lógica con el mandato popular periódico. El Gobierno administrador, hace lo que
le viene en gana, porque sus legisladores, mayoritarios en el recinto
legislativo, aprueban las leyes a su medida; entre ellas, la de cesión de facultades
presupuestarias, como ser la libre disposición de las partidas destinadas para
algo, que son derivadas a cualquier cosa coyuntural o innecesaria, alimentadora
de la corrupción.
Entonces, el Gobierno se convierte en generador de pan, paz
y trabajo; de aniquilación de la violencia. También de dispensador de la
seguridad pública y la paz social. Todo fuera de libreto; toda una mentira.
Porque no sé si lo sabe usted, mi querido Paisano: Usted, doña Clota y yo,
cualquier ciudadano de este Valle, somos los que pagamos lo que inventan los
administradores del presupuesto, y también los estropicios que cometen y encima
nos echan la culpa cuando algo no funca. El libreto, la Constitución, no
existe. Entonces, el escenario está vacío, aunque en él gesticulen aquellos que
no se sabe muy bien si son actores o comparsas. Una última cosita: Como no hay
libreto, estos gesticuladores se apoyan en el Relato, que es ese adminículo
populista construido para decir de verdad tanta mentira, pero fuera de libreto
y de dirección de escena.
Así es como llega el tiempo electoral, aquel que le
señalaba, Paisano querido, que es cuando vemos cara a cara la República en el
espejo de un voto en nuestras manos, y podemos imaginar cosas y fantasear con
un futuro. Ahí es donde los comparsas devenidos actores se cambian la careta y
bajan, literalmente bajan, para caminar junto a nosotros, los pedestres. Con un
relato nuevo en el que ellos, todos son dios; dispensadores de todo lo
imaginable. Con el agravante de que se les suman los que sacan sus disfraces
teatrales para ver si les toca sopar esta vez, algo del Poder; los que son tan
como usted y yo, pero tienen muy asumido un personaje, que, cuando llega la
hora de convocar a elecciones, se creen, también dios. Solucionadores de todo.
Veamos.
El recién ascendido a vicegobernador aún sin mandato Miguel
Ángel Isa, publicita, poniendo en las pantallas a tres paisanitos de barrio,
simples, empobrecidos y la voz en off declama: “...ahora tienen donde dormir,
tienen DNI, pueden estudiar, comen y tienen frazadas...” y un amarguísimo
etcétera, sólo porque a Isa alguien le sopló que haga un Refugio para Gente en
Situación de Calle, que no es más que un eufemismo para designar a un lugar
donde amontonar a esos crotos, picheros, linyeras, prostitutas y toda la
vagancia que el mismo sistema creado sin libreto arroja, vomita a la calle día
a día en esta espantosa exclusión a la cual los mandamases utilizan para
encaballarse y ser obscenos semidioses que por un acto de voluntad les dan a
los paisanos cosas que los excluyen más, por el simple hecho de convertirlos en
clientes. Esa impúdica propaganda finaliza: “Ciudad que crece, ciudad que
avanza, Gestión Miguel Ángel Isa”, etcétera. Se la puede escuchar por la radio,
y ver en la televisión abierta y también en la cableada. Resulta entonces que
Isa inventó y da lo que por mandato constitucional ha sido su propia obligación
y la de sus mandamases más altos, nunca cumplida y generadora de males que
propagandea como solucionados por él mismo.
Pues esa es la escena vacía, Paisano; vacía de moral, vacía
de ética, vacía de Verdad. Nítidamente se ve en estos momentos de corrida
desfachatez electoral.
El escenario está de estreno corrido, pero sigue vacío
Hace más de dos años, y por razones electorales, que la
República está quieta. El Congreso de la República no legisla otra cosa que
leyes rimbombantes pero de contenido tan general, tan superfluo, que dan
pavura, vea. Leyes de la Juventud, que organizan, encolumnándola, a la
naturaleza humana en su expresión más fresca: El ser joven. Preguntar a la hija
del Intendente Isa, sobre cuáles son los argumentos concretos, siquiera para
comenzar a discutirla en el Congreso. Recurrir a los jóvenes para mimetizarlos
con un relato populista, sesgado y etiquetador. Generar fascios debidamente
disciplinados. También se discuten y votan leyes absolutamente vacías de
ordenamiento para que el Ejecutivo se responsabilice de algo: Modificaciones
ministeriales, burocratización obscena [secretarías de abordaje de esto, de
aquello, de lo demás allá], laberinto donde fatalmente se diluye toda
responsabilidad con nombre y apellido. Cada centavo de un presupuesto que se
convierte en dádiva procaz quitadora de responsabilidad, aniquiladora de la
voluntad de trabajo, requiere de una Ley del Congreso o de la legislatura
provincial. Mientras tanto, hay leyes vigentes en estricto desuso [desuetudo
dicen los bogas] que, de realizarse, otro gallo cantaría; como la ley
provincial de Educación y su consecuente Estatuto, nunca sancionado.
Cuando cae el telón
Hoy los Scioli, los Massa, los Macri y sus comparsas suman
toneladas de soluciones a los problemas creados, repetiré hasta el cansancio,
por el mismo sistema al que pertenecen. Si analizamos sus discursos de campaña,
nos preguntamos: “Si todos tienen las mismas soluciones, entonces para qué
miesca van separados a las elecciones y organizan sus propias cáfilas de
legisladores nacionales... ¿Ah?” No debiera ni haber elecciones, si son todos
iguales de semidioses. Pero no se olvide mi Paisano, que la escena está vacía,
y los de a pie estamos mirando la verdad de la mentira. Cada cual quiere el
Poder. Punto.
El Aparato le da a Scioli la propaganda ¡qué propaganda,
mire vea...! Mientras habla de la Seguridad pública como un ícono de la
Democracia, la cámara panea por sobre las ordenadas formaciones que sugieren
obediencia, fortaleza, orden, disciplina y garrote. No se sabe muy bien si son
escuadrones policiales, o fuerzas de choque, o brigadas de choque, o
Sturmabteilung [Secciones de Asalto, nazis], o la Brigada Social de Franco.
Pero ahí están; exactamente como el entorno y en un escenario idéntico al de
los discursos de Hitler, Stalin y Mussolini. Aquí debo ser otra vez leal:
Coincido en la descripción [en nada más], que hace aquella desagradable anciana
del pañuelo blanco, de esa propaganda, cuando dijo parece Mussolini. Pero sé
que se regocija en el fondo.
Y al caer este telón sobre la triste escena vacía, muchos se
prueban trajes de comparsa para un hipotético gobierno futuro de Scioli. Entre
ellos, Juan Manuel Urtubey, recién iniciando su Tercera Época en la provincia
de Salta. Corre el bolo que iría de Canciller. Entonces, me pregunto:
¿Canciller para dialogar, tratar, discutir, alegrarse y amargarse con las
teocracias, los populismos, las democracias, los totalitarismos, los paraísos
fiscales, etcétera, que adornan este Planeta? Y me respondo: Si ni siquiera es
capaz de dialogar con los Tobas, los Tapiete, los Ava-Guaraní, los Wichí, los
Collas, y todas las etnias; los Docentes, los gremios levantiscos, los
campesinos, los productores rurales que son la base vital, entre muchos más, de
la provincia de Salta. Dialogar se entiende, proporcionando calidad de vida,
responsabilidades, trabajo, servicios, moral, respeto cultural, sueldos dignos
que no bolsones, tetrabrikes y choripanes electorales.
Me lo están cortando verde, a don Urtubey, y él cree que es
el galán de esa obra que todos vemos al final de la Caverna, en un escenario
vacío, pero en el que las sombras se regodean imaginando que estamos haciendo
Verdad de la Mentira.
Y para el final, comento el anatema de Bertolt Brecht que
inicia este triste despacho. Y lo hago, transcribiendo uno de sus propios
apotegmas, y de los más claros: “Cuando la hipocresía comienza a ser de muy
mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”.
© Agensur.info
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